Humillación

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Paso un año y cada día era más triste estar sin el amor de mi vida, ya no quería nada, pero en el fondo tenía claro que no podía estar así siempre, por esto decidí trabajar y daría exámenes para terminar mis estudios, él lo habría querido así.

Al mes de tomar la decisión de intentar seguir estaba trabajando en una oficina, buen lugar, solía reírme con los dependientes de las oficinas cercanas, hice amigos que me enseñaron cosas interesantes,  e incluso tome la opción del año siguiente entrar a la universidad, pero a veces no solo necesitas la voluntad, más pronto que tarde llego el aniversario de su muerte… Para todo el mundo era solo el 2 de Junio, quizás para algunos su cumpleaños, su aniversario, o solo un día especial, para mí… el peor día de mi vida… un año y un día que no tenía a Sebas junto a mí.  Ese día por supuesto no fui a trabajar, salí de mi casa como todos los días y camine….camine y camine….  Me detuve cuando llegue cerca de donde él vivía, nuestro escondite  y justo en la esquina donde por  última vez lo vi, una señora vendía unas hermosas rosas multicolores…   me acerque y como solía hacerlo junto a él me maraville de la hermosura de los detalles… sin pensarlo compre una rosa blanca, quizás esto parezca extraño, dicen que es el color de la paz y esto es lo que yo menos tenía  pero   los colores muestran alegría y vacía, así me sentía …   Cuando por fin la tuve en mi mano entendí que era  lo que debía hacer, camine al lugar donde por primera vez nos besamos , a la iglesia donde prometió amarme por siempre…no sabía dónde Él  estaba  y ese era el lugar donde quizás  el mismo Dios que me lo quito podría hacerme sentir que estaba  cerca. Sabía que el padre  Marco estaría ahí, pero  tenía que decirle de algún modo que lo extrañaba, que aun a pesar del tiempo lo seguía necesitando demasiado. Solo tome la rosa y escribí una simple frase…. SIEMPRE TUYA, SIEMPRE MIO, SIEMPRE NUESTROS……Entrar a ese lugar fue más difícil de lo que imagine…la última vez que estuve ahí fue con Carlos. Me senté en la misma banca que lo hice con Sebas, no sé cuanto paso… lloré, sufrí, roge por alguna señal de donde podía estar, por encontrar algún lugar donde llorarlo, pero nada ocurrió.

-volviste después de todo- escuche aquella voz condescendiente otra vez

-Marco, no es un buen momento – limpie mis lagrimas

-Es el aniversario de la muerte de Sebastián, lo sé- lo mire con odio, decir esas  palabras en voz alta, lo hacía más real-  no eres la única que viene aquí por esa razón-

- a que te refieres-  tomé la flor entre mis manos

-Carlos- apunto  a la dirección contraria donde me encontraba

Lo odiaba, no podía evitar sentir rechazo en su contra, deje la flor en la banca y Salí de aquel lugar, más que nada quería poner distancia con aquel que tanto daño me hizo, pero a la vez él era la única  persona que podía darme alguna señal de donde estaba Sebas, por lo que contra toda mi voluntad me senté bajo un árbol  a esperar que este saliera. Una Hora espere por él, una hora buscando las palabras exactas, hasta que por fin lo vi salir con su estúpida actitud arrogante, actitud que empeoro cuando me vio dirigirme a su encuentro.

-eres la persona con la que menos quiero estar en este minuto- soltó sin darme tiempo a nada y continuo su camino  

-lo sé, solo necesito preguntarte algo-  lo mire suplicante sujetando  su brazo

-nada de lo que tengas que decir me interesa asique aléjate de mí y no vuelvas a tocarme- tiró de mi agarre  y siguió como si yo solo fuera una molestia

- Carlos por favor, dime donde esta, necesito un lugar para llorarlo, un lugar donde decirle que aún lo amo- dije parándome frente a él y dejando otra vez caer mis lagrimas

-porque te diría algo así, todo esto fue tu culpa- me miro con odio

-daría mi mundo entero por cambiar de lugar con él y dejar de sentir este dolor, por favor ¿necesitas que ruegue?- 

-ojala tu hubieras muerto, y no pierdas tu tiempo ni me hagas perder el mío- intentó continuar su camino

- Carlos por favor- me arrodille frente a él- solo dime donde esta, si necesitas que me humille de esta forma no me importa, solo dime donde esta-

-no-  continuó ignorando mi acto  y dejándome en ese mismo lugar con todo aquel dolor que llevaba y bañada en lagrimas

-levántate,  no hagas esto- tomo mi brazo Marco para ayudar a levantarme- ven conmigo-

Camine inconsciente de todo lo que me rodeaba, guiada otra vez devuelta a aquella iglesia

-¿crees que a Sebastián le hubiera gustado verte así como te encontré?- pregunto mientras me daba un vaso con agua

-necesito saber donde esta, Carlos es el único que puede ayudarme, no tenía más opción, si necesita verme frente a él arrodillada y suplicando, aunque tenga que repetirlo mil veces lo haré- conteste sin mirarlo, mientras jugaba con el  vaso en mi mano

-Ven, te sentirás mejor  y no vuelvas a decir eso, Carlos no puede ayudarte, él no sabe nada de Sebastián, por eso como tú viene aquí, también conversa con su amigo en este lugar- se sentó frente a mi

-¿tú sabes donde esta?- por primera vez lo mire a los ojos

-claro que no, se los diría, pero si sé que Sebastián  los quería a ambos y no creo que le parezca verte de esa forma y que se lleven así de mal-

-nunca nos llevamos bien mientras Sebas estaba, menos lo haremos ahora- me levante y salí de ese sitio

-puedes volver aquí las veces que necesites, recuérdalo- dijo antes de que me marchara

Ya nada me retenía en aquel sitio, por casualidad encontré aún más dolor  que alivio, me senté lo que quedaba de tarde bajo el árbol donde nos besamos por primera vez, y dibuje…solo me quede ahí con mi dolor y mis dibujos, otra vez sin nada más que aquello.

Al día siguiente  volví al trabajo como si esto nunca hubiera ocurrido, seguí preparando mis exámenes y jamás hable  lo ocurrido con nadie. Fueron pasando los días rutinariamente,  seguía sintiendo mi alma rota, mis sueños dormidos o muertos en algún sitio. Demasiado rápido  llego el 31 de julio, mi adoración y mi mayor tristeza ese día iba a cumplir 19, como  en el anterior aniversario  me dirigí a la misma iglesia con una rosa igual, con la misma oración escrita en ella, quería no encontrarme con nadie, pero en el fondo deseaba ver si solo era yo la que sufría… pero  nada ocurrió… estuve todo ese día sentada en la misma banca y no vi a nadie, no sentía nada más que una profunda tristeza.

Siempre Tuyo, Siempre Mia, Siempre NuestrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora