Como de costumbre, me despertó el ruído de la jaula de Tyrion. Estiré la cabeza y le sonreí, antes de volver a enterrarla en la almohada.
Tenía que socializar. Hoy. Con cuatro personas. Resoplé, recordando mi desgracia.Me puse unos vaqueros y una sudadera y tomé mi café habitual. Después de echarle agua a Tyrion y lavarme los dientes, por fin salí de casa. Bien, primer paso conseguido.
Me decidí por empezar con una cafetería que había a la vuelta de la esquina, siempre había muy poca gente, así que si hacía el ridículo, tendría un punto de mi parte.
Las campanas de la puerta tintinearon al abrirlas y el calor de la habítación y el olor a café me inundaron.
Eché un primer vistazo por la sala, no había más de 5 personas, incluyendo al empleado de la barra.Tomé aire y me acercé a un chico sentado en una mesa del centro.
— ¡Hola! ¿Está ocupada esta silla? —Le dediqué mi mejor sonrisa. Él se limitó a levantar la cabeza y a evaluarme con la mirada.
— Sí, mi novia está en el baño. —Dijo sin mirarme. ¿Podrías escoger peor, Val?
— Oh... vale. Lo siento.
Me giré y cogí aire. Qué antipático.
Otro vistazo por la sala. Había un señor de unos 65 años tomando el café al lado de la ventana, con la que supuse que sería su esposa. Demasiado mayores.Me giré hacia el otro lado. Había un chico más o menos de mi edad en el fondo de la estancia. En la última mesa. ¿Estaba allí cuando entré?
Estaba leyendo un libro mientras bebía un líquido marrón de una copita a su derecha. Su pelo era muy oscuro y lo llevaba peinado hacia arriba. Le vendría bien un buen corte. Llevaba un anillo colgado al cuello a modo de colgante. Este sí, pensé. Crucé la estancia en su dirección y me paré frente a él. Él levantó la mirada del libro y la posó en mí, tenía los ojos oscuros y grandes.—¿Hola? —Dijo alzando las cejas.— ¿Necesitas algo?
Vale, no me había echado. Buen comienzo, ¿no?
— Em... ¡Hola! Soy Valerie. —Le dediqué mi mejor sonrisa, aparentando normalidad.— ¿Te importa si me siento?
— Eh... No, claro... siéntate. —Me sonrió a medias y volvió a dirigir la mirada a su libro, ignorándome por completo. No iba a hablarme, ¿verdad?
— ¿Y... Cómo te llamas? —Le miré con interés y sonreí.
— Rupert. Un placer. —Esta vez no levantó la mirada del libro.
Me fijé en que era bastante alto para estar sentado. ¿Eso que tenía en la nuca eran rizos?
— Y... bueno... ¿qué lees? —Me dolían las mejillas de sonreír.
Él alzó una ceja y me señaló la portada. Pues claro que sabía cuál era el libro; me fijé en el título antes de sentarme. Pero, entonces, ¿por qué hice esa pregunta?
La incapacidad de sacar conversación me cegaba.
— Oh, vale, qué estúpida soy... —Me salió una risita tonta y forzada. Rupert puso los ojos en blanco.
Él se inclinó hacia atrás para acomodarse y la chaqueta abierta dejó al descubierto una camiseta de Juego de Tronos.
Me llevé las manos a la boca suprimiendo un grito de emoción. ¿Era un fanboy? Frunció el ceño, mirándome. Conservé una mano en la boca y con la otra señalé su camiseta.— ¡¿VES JUEGO DE TRONOS?! —Las cinco personas presentes clavaron sus ojos en mí y se produjo un silencio incómodo.
— Sí, y ¿te importaría bajar la voz? — Dijo entre dientes fingiendo sonreír.
Rupert dejó su libro y me miró a los ojos.
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Are you human?
Ficção Adolescente"¿Crees que fue una coincidencia que me cayera en tu azotea?"