Era el viento. Ese que removía tu cabello lentamente y hacia que te vieses mas perfecto aún. Era él, el que hacia que mis curvas se pegasen hacia tus brazos y no dejase de juntarnos nunca. Era esa conexión interminable, y ese olor tan peculiar que siempre traías. Era vivir. A tu lado, sobre tu regazo. Terminar aspirando el aire que te rodea. Escuchar el dulce sonido de tu risa al sonrojarte. Y morir, amándote aún más que ayer.