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Un abrazo, un par de besos, trio de consejos, y una que otra taza de café cargado. Una pizca de azúcar para endulzar la vida que nos queda, una gota más de agua para cuando nos sentamos sedientos por amor, pero si lo ves así, nos faltarían con exactitud 365 cafés, uno por cada día, para amargar tus penas y endulzar tus alegrías, para amarte, para amarnos, pero de que me sirve ahora beber un café amargo, si no te tengo agarrado de mi mano, y de que me sirve ahora morirme de sed, si tú desperdicias gota a gota en otros ojos. Es morirme en el intento, es fallar por defecto, es morirme por ti, y revivir constantemente.

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