Ni los lunes aburridos en las frías madrugadas,
ni el olor de una rosa marchita guardado en algún cajón de mi mesa de noche,
ni las velas ya desgastadas que enciendo en alguna esquina de mi habitación;
ni si quiera el azul del cielo,
ni el obscuro de tus ojos.
Ni mi prenda de vestir favorita,
ni la película con más premios del mundo,
ni los hermosos hoyuelos que se te forman al sonreír,
mucho menos el rojo de tus mejillas,
o, espera, tal vez eso si; el amarte, que complementa toda mi vida, y cada uno de los sueños que tengo por cumplir a tu lado, siempre, o nunca.