Nuestra trágica historia

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Progenitor de Dragones es un título dado a los reyes de Iskabad, por generaciones este reino se ha visto protegido con su poder sobre las indomables bestias adquirido de generación en generación gracias a una extraña descendencia.

En el año Geos 2001 su exponente era el rey Milor, que pese a tener 30 años carecía de prole. Fue este hecho el que llevo a Midas, su consejero, a ansiar el poder que él poseía sobre el reino. Estando reunido en secreto con el rey que confiaba en él le emboscó y le hirió de muerte. Declarose sumo rey de Iskabad y al no haber descendencia del rey nadie se opuso a lo que deseaba creyendo que era lo más sensato ya que nadie supo en verdad lo que había pasado. Se culpó a rebeldes o mercenarios y se los buscó incansablemente por el reino. Ellos nunca serían encontrados.

En una pequeña casa que bordeaba la ciudad vivía una mujer sencilla y muy bella, que declaró a todos ser viuda, por este motivo nadie sospechó de que una mujer sola criara a un niño. Nadie tampoco supo de las ocasionales visitas de cierto extraño por la noche que en verdad era Milor, el rey. Al enamorarse de una mujer de baja condición, las leyes los separaban, pero como el corazón los unía consumaron en secreto sus votos y después de un tiempo ello desencadenó en un hijo. Milor jamás lo trató como a un bastardo pero no podía decir a nadie de su existencia hasta que fuera un adulto por temor a que se ensañaran con el niño y su madre.

Es por ello que cuando ella supo de su muerte de labios de un confiable guardia que los había conectado siempre, supuso que algo terrible podía pasarle a su hijo de enterarse el asesino que el rey no había muerto sin descendencia. Para mejor el guardia le dijo sus sospechas pues estaba cuidando el lugar en que ambos hombres se encontraron y veía la ambición fría en los ojos de ese hombre.

Viajaron a un lugar lejano y desertico donde el chico aprendió del viejo guardia las artes de la guerra, creció deseando volver y vengar a su padre para recuperar aquello que por derecho le pertenecía.

Mandyon era su nombre y una vez hubo encontrado su poder regresó protegido por la noche a la capital del reino, Endimion. Se presentó ante el nuevo rey, contaba con veintidós años ya. Llegó a caballo como un bólido a las afueras del reino, donde el nuevo rey asistía a una reunión.

¿Quién rayos te crees que eres para interrumpir al rey Midas?—preguntó uno de sus lacayos mientras el joven fulminaba a Midas con la mirada.

Yo soy la descendencia que dejaste sin progenitor y no me quedaré sin venganza—aludió el joven que después de una pausa dijo--¡Muere!—los expectantes guardias se quedaron algo perplejos al ver que el otro no hacía movimiento alguno para atacar al rey, en cambio de pronto el cielo se oscureció y en ese momento tomó relevancia lo dicho por Mandyon para el rey.

¡Matadlo!—gritó enfebrecido porque sabía que pronto los atacaría algo que no podría controlar.

Mandyon fue herido por una lanza mientras un montón de dragones negros como la noche se aproximaban a tierra, estos atacaron a algunos soldados pero de pronto se dieron cuenta que su amo yacía indefenso y herido en el suelo y le devoraron antes de marcharse a sitios recónditos. Porque un dragón jamás seguirá a alguien maltrecho e indefenso. Midas observó con satisfacción los pedazos esparcidos del joven y su caballo. Jamás se imaginó la existencia de un bastardo pero ahora definitivamente nada podría alejarlo de su amado poder.

Ese nada se hallaba muy adentrado en un paraje poco poblado tras un desierto muy vasto y se repartía en tres seres muy pequeños con 4 años de diferencia entre el mayor y la menor. Esos tres seres eran los reales vástagos de Mandyon. Su mentor le aconsejó que antes de ir a por una venganza insondable se proveyera de hijos que pudieran seguir la misión si él fallaba y como el desolado príncipe conoció a una hermosa joven que era algo brusca pero buena. La joven intentó disuadir a su esposo de ir por venganza pero nunca pudo conseguirlo, tuvo con ella tres hijos que eran ahora los últimos de su estirpe.

Sus nombres eran Párafes, Joseph y Serenity. Párafes era el mayor, el destinado a ser rey, se convertiría en el hermano protector y valiente. Joseph sería el problemático, cascarrabias, siempre buscando superarlo sin conseguirlo y admirándolo de manera ardua. Serenity era su dulce conexión.

El día en que Párafes fue a cumplir con su destino fue un día aciago para su familia.

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Rey de dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora