Indescifrable

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Seto oyó a un par de sirvientes que lo comentaban. El rey se había casado y de manera apresurada con una desconocida. Y justo cuando se rumoreaba que estaba por comprometerse con una princesa de un reino vecino. Las noticias habían llegado rápido pues la cabeza de la familia es quien había celebrado la unión.

Paralizado se quedó, pegando su espalda a la pared mientras procesaba tal acontecimiento. Todo estaba trastocado. Un momento antes todo estaba claro para él. Lo ocurrido con el rey había sido un simple error. Sus sentimientos no estaban involucrados. Aunque de alguna manera le atraía no pasaba de ser un desconocido y planeaba casarse con su prometida y someterse a los deseos de su padre pero ahora una viva voz le decía que tenía que ir con él y comprobar si todo lo que oía era cierto. Sería más fácil preguntárselo a su padre pero por alguna razón quería oírlo del otro.

Es así como Seto Kaiba acompañado de uno de sus sirvientes dejó su casa y emprendió el camino a palacio.

Dos guardias patrullaban por un corredor cercano al jardín cuando vieron una tenebrosa escena que les puso los pelos de punta.

Un niño miraba y trataba de tocar a un dragón mientras estaba rodeado por ellos que lo miraban fijamente.

¿Qué hacemos?—dijo uno al otro—Si atacamos a esos dragones es probable que nos maten—

Pero si no es probable que se coman a ese niño. ¿No ves como lo miran?—preguntó su compañero.

¿Por qué iban a hacer una cosa así?—preguntó de pronto una tercera voz atrás de ellos por lo que voltearon y se sintieron impactados ante los ojos de su rey que estaba parado casi encima de ellos.

¡Majestad!—dijo uno.

Estamos preocupados por la seguridad del niño—dijo el otro.

No hay necesidad. Mis dragones no harían nada que yo no les demandara—les dijo el rey.

Pero es que...--dijo uno.

Tal tienen hambre... y usted no puede controlarlos a todos todo el tiempo—explicó el otro.

El rey rió como diciendo "No sabes nada".

Ellos nunca le harían daño—les dijo Joey, los hombres voltearon y vieron como el niño apoyaba una de sus manitas en el morro de uno de los gigantes negros—Después de todo es su príncipe—los guardias miraron azorados al niño—Cuiden bien de mi hijo, señores—

El embajador de Qinsiss pidió audiencia con el rey y le fue concedida por supuesto.

¡Majestad, explíqueme esto por favor! ¿Cómo es que habiéndome dicho que mandara por la princesa con serias intenciones de valorar un enlace ahora sucede esto?—preguntó Lord Eisenbeck.

Quiero que entienda que fue en su lecho de muerte para legitimar a mi heredero—dijo el ojos mieles en su trono, luego se levantó y fue a por una copa de agua.

Pero entienda, no es solo eso lo que me preocupa que se halla casado, aunque lamento que esté pereciendo...--dijo el embajador.

Ya ha muerto—le anunció el rey.

Pues lamento su pérdida—dijo el dignatario.

Hable claro. ¿Qué le perturba?—preguntó el melado.

No es solo que se halla casado antes, verá, dudo que la princesa quiera ser una segunda esposa, y para mejor...--dijo el embajador--...una campesina—

Eso fue la gota que rebalsó el vaso para Wheeler--¡Mi madre y mi abuela eran campesinas! ¿Tiene algún problema con eso señor embajador?—el otro se vio en problemas.

¡No es eso! Comprenda que usted había dado su palabra y...--dijo para arreglarlo el lord.

Y la sigo manteniendo. Es cuestión de ustedes el que quieran o no presentarme a su hermosa princesa—Joseph lo dijo con algo de ironía que no pasó desapercibida para el otro.

Fye había mejorado. Kurogane le contó que el rey mismo le envió la medicina que lo había sacado tal vez por el momento de su padecimiento. Ambos iban a verlo para agradecerle y porque el rubio tenía preguntas que hacerle en cuanto a su actuar de los últimos días. Corrían rumores de que se había casado con una campesina para reconocer a un hijo bastardo y que luego la había eliminado para poder casarse con la princesa de uno de los reinos aledaños. La gente murmuraba en los pasillos y temían sobre todo al actuar de un rey imposible de descifrar para ellos.

Rey de dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora