° Aquel chico °

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Me encontraba en el parque central, el parque mas grande de la ciudad, justo enfrente de la estatua, una estatua de un hombre con armadura sobre un caballo, el clima estaba de maravilla, pero ya llevaba unos 48 minutos contemplando alrededor, es hermoso admirar cada detalle de lo que tienes enfrente pero algo me llamaba a que caminara, y como yo le hago caso a mi corazonada me levanté de la madera procesada a la cual todos le llaman banca. Caminé una cuadra derecho para llegar a la esquina y doblar a la izquierda y a la derecha hasta llegar a la otra esquina y seguir derecho durante tres cuadras, la verdad no sabia a dónde me llevaría aquella ruta.

Cuando me di cuenta vi que me encontraba en el puerto, conocía el puerto pero esa zona del puerto jamas la había explorado, pues era una zona prohibida según mis expectativas y la de muchos, aquí se llenaba de hombres no precisamente rufianes, pero si rabo verdes, borrachos, apostadores, a esta zona le llamaban el área de la perdición y era por el tipo de personas que frecuentaban el lugar. Para ser este lugar se encontraba entra bastante limpio, pensé, habían algunas tabernas, se veían de mala muerte, un lugar no digno de una mujer aún así decidí entrar a una.

Fue la decisión mas estúpida que pude haber tomado.

para empezar cuando abrí la puerta el impactante olor a hombre sudoroso, y como lucia era aun peor, en el interior se podía observar algunas mesas con "comensales" ocupándolas, todos poseían un gran tarro de cerveza, algunos fumaban, aunque el tabernero les reprochaba, las luces no eran muy claras.

Lo juro en serio, todos estaban viéndome, podría decir que he sido la primer mujer en entrar a un lugar de esta clase, di un paso tras otro hasta llegar a la barra, no quería pedir nada pues en este ambiente nada se me antojaba, pero aún así con la mas mínima voz solté

-tiene helado de fresa -estaba lo mas tímida

Los hombres de aquel lugar estaban deshaciendose a risotadas, los muchachos que estaban cerca escucharon mi petición y rápido con las burlas

-señorita esto es una taberna aqui no servimos helado

-entonces me voy

Pero un gran hombre se puso enfrente mio, me lo tope al darme vuelta, rápidamente ordenó a otras dos a que se pusieran a mi diestra e izquierda, para acorralarme, en verdad esto era muy intimidante

-con permiso

-no -el chico intimidante mirando mis ojos

-por favor -yo tratando de ser amable

-¿eres estúpida? acaso no entiendes dije no

-entonces pasaré aunque no quieras
-empecé a empujarlo y a forcejear con él, pero todo era en vano. Ya estaba cabreandome, sin pensarlo dos veces lo patie en la entrepierna, el tipo se dobló diciendo algunas palabras de dolor

-eres una perra -con una voz insultante

-disculpa, no soy eso, si es que lo deseabas, ahora me voy -lo rodeé para emprender mi camino a la salida pero el muy idiota me derribo, no se como fué pero lo hizo, se subió encima mío y empezó a besar mi cuello y a tratar de subir mi camisa, claro que lo hice batañar no se lo dejaría fácil, entre mis gritos ensordecedores mis patadas y movimientos hacia los lados, para él era difícil que hiciera de las suyas.
Sentí un gran alivio y descanso de ese gran peso que tenía, abrí los ojos y ese monigote ya no estaba si no un chico o un anciano no estaba segura, con toda la pesadilla que tuve hace un milímetro de tiempo, no distinguia con facilidad su rostro, supuse lo del anciano por el cabello blanco, pero cuando me extendió la mano para que yo la tomará y me levanto con facilidad reaccione ante la idea que no era un viejo, digo un viejito no tiene aquella fuerza, quede bastante cerca de este extraño que me salvó, era alto, subí la vista para poder apreciar el rostro de mi héroe, sus ojos azul cristalino como el agua templada, nariz respingada perfecta para no parecer de chica, labios rosas desteñidos y muy besables, con una expresión calculadora todo un tipo rudo, en sí un galán

-que les pasa trio de cabrones, si fuera su hermana no les gustaría que alguien la manoseara

-quien eres tu? Imbécil, aquí no tienes palabra

-para que te enteres es mi hermana -en verdad que tío tan pendejo ya me estaba colmando la poca paciencia

-pues la haré mi puta -con una risa burlesca

El chico de cabello de blanco me aparto para ponerme tras su espalda

-te lo buscaste -le solté un puñetazo a la mandíbula y el resto ya se lo imaginarán.

Salí del sitio tomada del brazo de mi salvador

-muchas gracias estoy agradecida en verdad

-que carajos estabas haciendo ahí dentro -enfatizando "que carajos" y con el seño fruncido

Hasta los malos lloran Donde viven las historias. Descúbrelo ahora