Mi frente está recargada en la pequeña ventanilla fría al lado de mi asiento, desde aquí puedo ver el Océano Atlántico y no sé cuánto tiempo llevo así, esperando a que el color azul cese y me avise que ya estoy en otro continente, en otro mundo totalmente diferente al que he dejado atrás apenas hace unas horas. La música de mi IPod sigue en play pero en realidad no la escucho, no quiero escuchar nada, sólo sé que está a todo volumen desde que el vuelo comenzó porque mi madre no me ha molestado en todo el viaje y más le vale que no lo haga, estoy por romper mi record de "no articular palabras con tus padres", llevo casi un mes así. Desde que Bastien Allard decidió decirle adiós a la vida, a mí, a todo. Trato de alejar su recuerdo de mi mente pero es inevitable y las ganas de llorar luchan por volver a mis ojos, siento culpa por todo lo que ha pasado. Cuando mis padres me dijeron hace dos meses que nos mudaríamos a México los problemas con Bastien comenzaron, yo no quería alejarme de él, pero lo perdí y junto a él también perdí el control sobre mi vida.
De pronto mis ojos captan tierra bajo nosotros, el mar por fin ha cesado, como lo esperé desde de un principio, los nervios en mi cabeza se multiplican cada vez más. Quito mi frente de la ventanilla y miro hacia dentro del avión, fijo la mirada en el respaldo de piel delante mío, busco dentro de mi pequeña mochila, saco un gorro gris con las palabras "I don't care" bordadas en negro, porque soy toda una dramática y lo coloco en mi cabeza controlando mis rizos rojos.
Me acomodo otra vez en mi asiento aprovechando el cómodo respaldo y cierro mis ojos esperando el final del viaje. En mi mente aparece la escena de la última vez que vi a Bastien, estaba sentado junto a mí en la banqueta del parque a dos calles de mi ahora antiguo hogar, miraba hacia el otro lado de la calle donde los arbustos se movían con el aire, estaba jugando con sus dedos pulgares lo que significaba que estaba desesperado y nervioso.
- Bass, ¿qué va a pasar ahora? - pregunté al fin.
- ¿Quieres que te haga sentir bien o que te diga la verdad?
- No juegues conmigo, por favor.
Dio un suspiro al cielo mientras tocaba delicadamente con su mano derecha mi rodilla izquierda.
- Léa, se acabó.
Giré mi cabeza hacia él encontrándome con sus profundos ojos azules llenos de tristeza, sabía que le dolía y eso me mataba, pero ya estaba tomada la decisión, lo comprendía. ¿Estas cosas pasaban, no? Así es la vida, cruel a veces. Eso pensé en ese momento, pero que tonta fui. Después de que Bastien pronunciara esas palabras nos levantamos del suelo, se acercó a mí, me abrazó y me besó de la manera más linda, cálida y bella, ninguno de sus besos se comparaban con ese porque era una despedida, extraña y seria despedida. Al dejar mis labios libres volvió a mirarme a los ojos, las lágrimas nos invadían a ambos. Tomamos nuestras manos y las soltamos poco a poco, así alejándonos cada vez más sin palabras pues nuestras miradas lo decían todo, cosas como "Te amaré", "Te extrañaré", "Sé fuerte", "Adiós".
Después de mirar como subía a su auto me di media vuelta, tapé mis ojos con mis manos y rompí en llanto.
Lo peor vino después, cuando media hora después supe que Bastien no llegó a su casa, y que jamás llegaría.
De pronto siento el aterrizaje del avión, salgo de mis recuerdos y abro mis ojos. Una aeromoza morena con uniforme azul oscuro da indicaciones a todos los pasajeros. Nos detenemos y todos estamos listos para pisar suelo mexicano.
Tomo mis cosas y sigo a mis padres hacia la salida, camino tras ellos cruzando el aeropuerto Benito Juárez de la ciudad de México hasta llegar al lugar donde podemos coger nuestro equipaje.

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Saudades desde Brasil
Novela Juvenil¿Cuál es la probabilidad de encontrar al amor de tu vida en una población de 6000 millones de personas? Una historia puede comenzar desde un trágico pasado a un final perfecto o de un principio perfecto a un trágico final, pero pasen como pasen las...