Después de presumirle a André mi acto perfecto de robo de llaves me retiro de la motocicleta para abrirle paso, le tiro las llaves y al tomarlas su expresión divertida se va, de pronto se ve preocupado.
- ¿André? ¿Qué pasa? - me mira con los ojos a punto de estallar de enojo.
- ¡Tiene una jodida cadena! - me desconcierto un momento y lo observo correr hacia ella y tirando de la cadena tratando de quitarla pero sin éxito. Carajo me metí en problemas para nada. De pronto la voz de alguien capta nuestra atención.
- ¡Señor Díaz! - es el tipo de la dirección junto a dos guardias. André se gira hacia a mí y me toma de la mano jalándome y haciéndome correr tras él. Suelto su mano para poder correr libremente y lo sigo. Me conduce hacia lo que parece la salida trasera del edificio.
- ¡Vamos a tener más problemas por esto! - le grito y escucho que se ríe entre respiraciones agitadas.
- ¡Preciosa, para mí esto no es nada! - me limito a sonreír y continuar corriendo.
Antes de cruzar la salida André se detiene frente a dos chicos que vienen entrando con bicicletas. Él coloca las dos manos a cada lado de ambos manubrios.
- Bajen de las bicicletas, ambos. ¡Fuera! - los dos chicos asustados las sueltan y se van corriendo.
- Qué autoritario, la escuela es tuya ¿verdad? - le sonrío y subo a una de las bicis como él lo hace, sólo se ríe en respuesta y comenzamos a conducirlas lo más rápido que podemos. Como ridículos huyendo de la facultad.
Continuamos pedaleando lo más rápido posible hasta que veo que André baja un poco la velocidad, cuando estamos a una distancia adecuada para hablar se dirige a mí.
- ¿Tienes hambre? Conozco un lugar donde venden crepas muy buenas, aunque como eres francesa tal vez estés...
- Hasta la madre - lo interrumpo - hasta la madre de comer crepas.
- Oye excelente, groserías mexicanas. – le sonrío y seguimos andando en silencio por un momento.
Me la paso mirando a la gente que pasa a mi alrededor mientras andamos por el centro histórico, vamos esquivando cuerpos y automóviles, se escucha el canto de los pájaros muy en el fondo de todo el ruido que el movimiento del lugar provoca. Me doy cuenta de que ya hemos pasado una y otra vez por el mismo lugar varias veces, no puedo medir el tiempo pero podría jurar que todo el centro ya los hemos cruzado completamente y comienzo a entrar en calor.
- ¿A dónde vamos? – le pregunto al fin.
- A ningún lado exactamente. – lo miro de reojo un poco decepcionada.
- No conozco este lugar y ¿no vamos a ir a ningún lado? – me mira y sonríe.
- El objetivo de viajar es hacerlo sin rumbo. – Al girarse hacia el frente continúo pedaleando, acepto su carente argumento reflexivo y me pierdo un momento en el movimiento de las personas, pasó por los edificios y miro los rayos del sol al fondo filtrándose. De repente escucho que algo cae y con esto un grito masculino, busco de inmediato con la mirada a André y lo veo tendido en el suelo en medio de la calle junto a la bici que llevaba. Salto de mi bicicleta robada y corro lo más rápido posible hacia él, mi corazón se acelera y mis piernas comienzan a perder fuerza, unas personas lo rodean y llego empujándolas a todas, me hinco a su lado y lo tomo de sus mejillas, el miedo se apodera de mí cada vez con más intensidad.
- ¿André? ¿André? ¿Estás bien? – Le acaricio la mejilla de manera bruta y mis ojos comienzan a sentirse mojados - ¡Háblame! – le grito.
- ¿Está bien? – escucho la voz de una mujer mayor, la miro y me doy cuenta de que es la quien iba manejando el auto con el que André se impactó. Estoy a punto de lanzarme hacia ella muy decidida y golpearla con todas mis fuerzas cuando siento la mano de André sosteniendo la mía.
- Léa ¿estás bien? – le escucho decir con la voz muy débil y me acomodo en el suelo con él para ponerle atención.
- Sí, estoy bien, pero tú...
- Creo que un auto me hizo caer – me interrumpe con una débil sonrisa y yo asiento. – Creo... que me duele la rodilla.
- Creo que es mejor que te lleve a casa...- intenta levantarse y la gente sigue hablando pero sólo estoy enfocada en él. – André espera, con cuidado. – le digo ayudándolo a levantarse.
Después de verificar que se encuentra bien lo tomo del hombro y caminamos lentamente hacia una banca cerca de nosotros, la gente se empieza a retirar y la señora estúpida que lo arrolló nos mira con recelo.
- ¿Seguro que te encuentras bien? – Me levanto de la banca buscando la bicicleta que dejé en el suelo, ya no está, sostengo mi nuca con ambas manos y comienzo a desesperarme más – ¡André! ¡Carajo! ¡La bici no está! – lo miro paranoicamente y él comienza a reírse como un loco.
- No la compraste tú, dramática, ven siéntate y cálmate. – dice entre carcajadas y pone su palma en la banca indicando que me siente a su lado.
- ¡Mierda! ¡Tengo que llevarte a tu casa y ninguna de las bicicletas está!
- ¡Mierda! ¡Léa! ¡Siéntate estoy bien! – me quedo quieta un momento y decido ir a sentarme con él.
Al llegar a su lado le doy un pequeño golpe en su hombro y él se queja.
- Idiota...- susurro y él vuelve a reír un poco.
- Lo siento, estoy bien, si quieres ayudarme sólo siéntate, no me vas a llevar a ningún lado.
– Idiota...- vuelvo a repetir y después nos quedamos en silencio por un rato.
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Saudades desde Brasil
Fiksi Remaja¿Cuál es la probabilidad de encontrar al amor de tu vida en una población de 6000 millones de personas? Una historia puede comenzar desde un trágico pasado a un final perfecto o de un principio perfecto a un trágico final, pero pasen como pasen las...