En el fondo siempre lo supe, en algun recondito rincón de mi herido y maltratado corazón, siempre sentí una fuerza que me hablaba pidiendo ayuda a gritos, y es que siempre estuvo allí, en cada pensamiento, en cada suspiro, en cada grito ahogado, en cada llanto...
Estuve mucho tiempo intentando hacer como si nada, pero lo sentía dentro de mi, cada vez más latente, más frecuente, más poderoso que nunca.
Y cuando decidí rendirme y aceptar que siempre permaneceria conmigo empecé a escucharla, y ahí fue cuando realmente empezó toda mi pesadilla.
Ella siempre estaba ahí, presente, recordandome mis miedos, recalcando mis defectos, haciendo que me suma intensamente, una y otra vez en el dolor, incitandome a dormir para siempre.
Sin embargo, eso no fue lo peor de todo, porque he de confesar que siempre tuve miedo de escucharla, pero llegados a estos puntos temia más que pasaria si la dejaba de escuchar.
Y es que no podia parar, me estaba volviendo loca, siempre la oia dentro de mi, criticandome, disfrutando de mi dolor, riendose cuando despertaba a media noche asustada, y es que he de confesar que sentia algo observandome de noche, mientras dormia, y como eso que me observaba cuando el sol se iba y la oscuridad me atemorizaba, me miraba con odio y asco, mientras absorbia hasta el último soplo de vida de mi imperfecto torso, era eso o que llevaba tanto tiempo sin hablar con nadie , sin ver la luz del sol que estaba perdiendo mi cordura lenta y torturosamente.
Intente de muchas formas y muchas veces deshacerme de ella. Pero su voz seguia retumbando por todo mi ser, y cada vez me estaba absorbiendo más la poca vida que ya permanecia en mi.
Y es que acabe dandome cuenta de dos cosas: que nunca me deshaceria de ella, y de que ella, mi peor enemiga, era yo misma.
