Instagram {Marco Asensio}

48.

Rubimar Pov.

Gareth está un poco extraño desde que llegué de Barcelona, andaba con un misterio y necesitaba saber que era.

Enseguida me llegó un mensaje de él, debía estar lista a las 7pm, porque pasaría por mi. Verónica estaba conmigo y me ayudó a arreglarme.

—¿Sabes algo? —le pregunté a mi mejor amiga.

—Para nada Rubi, estoy como tú —sonrió.

Y tal como lo dijo, a las 7 estaba en la recepción del edificio esperándome. En cuanto lo vi me acerqué a saludarlo.

—Estas hermosa.

Me encantaba escucharlo hablar español, sabía lo mucho que se esfuerza por aprender el idioma.

—Tu también Gazz —besé su mejilla.

Salimos del edificio y Gareth no quería decirme a donde iríamos. Estaba muy sonriente y hablador, lo bueno es que se inglés y podemos hablar con normalidad.

Luego de conducir por un largo rato noté que estábamos en su casa.

—¿Se te olvidó algo? —pregunté inocente.

Él se bajó del auto primero para luego ayudarme.

—No babe, cenaremos aquí. Espero que no te moleste.

Tomé su mano y salí del auto.

—Para nada Gareth, cualquier lugar es perfecto —sonrei con emoción.

Caminamos hacia su enorme casa, abrió la puerta y todo estaba completamente oscuro. Gareth caminó torpemente hasta llegar al interruptor de la luz.

Cuando las luces se encendieron me llevé una hermosa sorpresa, Gareth había decorado su casa con banderas de Venezuela, fotos, objetos típicos y mucha comida venezolana.

—Gareth, esto es maravilloso.

Corrí a abrazarlo, nunca habían hecho algo así por mi.

—Cierta persona me dijo lo mucho que extrañas tu país y quise traer un poco de eso a Madrid.

—Es perfecto Gazz, en serio.

—Me alegra que te haya gustado Rubi.

Me miró a los ojos por unos segundos y me robó un beso.

—Vamos, te explicaré cada cosa.

Lo tomé de la mano y caminamos hacia una mesa que tenía las comidas típicas de mi país. Habían tequeños, pastelitos, empanadas, arepas, cachapas, patacones, en fin, no sabía por donde empezar.

—Pensaste en todo Gareth.

—Esto es gracias a la ayuda de Verónica, sin ella no hubiese podido.

Gareth empezó a probar cada cosa mientras que yo sólo reía al ver su cara, no tenía idea de lo que comía pero aun así lo hacía. La noche pasó entre bromas y risas.

—Repite conmigo, el chanceo es echarle los perros a alguien.

—No entiendo, ¿por qué le echas los perros? ¿son malas personas?

Reí ante su inocencia, de por si el español se le hace difícil y hablarle en español venezolano lo dificultaba más.

—Babe, eso significa que estás saliendo con alguien, pero más allá de una simple amistad.

—Ah, o sea que yo te estoy echando los perros.

Su español era tan gracioso que no paraba de reír.

—Creo que si Gazz.

—Bueno, creo que llegó la hora de hablar contigo.

Se levantó del sofá e imité su acción.

—¿Pasa algo Gareth?

—Pasa que no puedo estar más tiempo lejos de ti, me enamoré Rubimar, eres una mujer extraordinaria, me gusta todo de ti. Lo linda que eres conmigo y con todos, tu hermoso acento venezolano que me enamora cada día, no me importa nada si estás a mi lado.

Sujetó mis manos entre las suyas, no podía creer todo lo que estaba diciendo.

—También estoy consciente de todo, se que apenas tienes 20 y yo tengo 27, que tengo dos hijas y no cualquier mujer acepta eso, pero se que eres diferente y quiero intentarlo contigo. Rubimar Fernández, ¿quieres ser novia de este galés?

No sabía que hacer, era cierto que me gustaba desde hace tiempo, pero el tema de sus hijas aún me aterraba. Dejé mis dudas atrás y lo miré a sus hermosos ojos.

—Claro que si Gareth, te adoro.

Me abrazó con fuerza y sentí como su cuerpo se relajaba, se alejó un poco de mi, tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Un beso lento, lleno de amor, nos separamos por falta de aire y volvió a abrazarme.

—Te prometo que nada va a separarnos Ru, nada ni nadie.

—Gracias por aparecer en mi vida galés.

Me quedé en su casa toda la noche, él me prestó una de sus camisas como pijama y nos acostamos en su cama, me dormí de inmediato al estar entre sus brazos.