86.

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Verónica Pov.

Ver que Marco andaba con su ex simplemente fue demasiado para mi, él nunca hablaba de ella, pero Carolina se había encargado de contarme todo. Terminaron para que pudiese cumplir su sueño, Marina no quería irse de Mallorca y él no podía quedarse.

Se que a lo mejor sólo salieron como amigos, pero igual me duele que no haya sido capaz de responder mis llamadas y mensajes. No quería ver a nadie, por lo que me quedé en mi habitación hasta que alguien llamó a la puerta.

—Vero, alguien quiere verte —la voz de mi hermano resonó al otro lado.

—Dile que venga luego, sea quien sea —respondí mientras hundía mi cara en la almohada.

—Lástima, ya estoy aquí —giré lentamente para encontrarme con la sonrisa de Juan Pablo—. Vamos a salir y de una te digo que no aceptaré una respuesta negativa.

—Juan, no tengo ganas de salir —me senté en la cama para verlo mejor.

—Se lo de Asensio, pero eso no implica que debes quedarte toda la vida aquí en esta habitación. Salgamos un rato, prometo que te vas a divertir —levantó su mano derecha y reí.

—Esta bien, voy en unos minutos.

Juan Pablo salió de la habitación y con las pocas ganas que tenía me levanté, tomé un vestido gris ceñido al cuerpo pero muy cómodo, me duché y me arreglé. Nada extravagante porque mis ánimos no daban para eso.

Salí de mi habitación y en la sala estaba Juan con mi hermano, el cual se quedó callado al verme.

—Estás hermosa —Juan Pablo me observaba con detenimiento.

—Debo decir que Juan tiene razón, no debes echarte a morir por un imbécil —Christian se acercó a mi y colocó su brazo alrededor de mis hombros.

—Lo sé, tal vez sólo exagere la situación.

—Puede ser, así que toma las cosas con calma y sal a despejarte —Mi hermano besó mi sien.

—Esta bien Chris, nos vemos ahora —tomé mi pequeña cartera y salí con Juan Pablo.

Debo reconocer que Juanpi no era el mismo niño que dejó Venezuela para entrar al Málaga, estaba más centrado en sus metas y me agradaba estar con él. Eso no quita que mi corazón esté con Marco, pero podemos ser grandes amigos.

Estábamos paseando por Brickell, cuando él se alejó de mi mientras veía unas vitrinas de una tienda. Sacó su celular, por lo que imaginé que me tomaría una foto.

—¿Qué haces Juan... —caminé hacia él, pero fue muy tarde porque el "click" de la cámara ya había sonado.

—Tenías que quedarte callada, saliste con la boca abierta —Juan empezó a reírse mientras me mostraba la foto—. Igual voy a subirla.

—Si no me queda de otra —me crucé de brazos fingiendo estar enojada.

—Se que no estás enojada Verónica, te conozco —como por un impulso, Juan besó mi mejilla.

Vaya que sigue conociéndome a la perfección.




Marco Pov.

Pasé todo el día con Marina, el Marco al que le da igual todo había salido a flote de nuevo.

Fuimos a mi casa para pasar el rato porque ya estaba un poco cansada de recorrer Madrid.

—¿Tienes algo de beber? —Marina fue al mini bar que tenía en la sala.

—En la gaveta hay una botella de tequila —le señalé mientras ella la buscaba.

Cuando la consiguió, tomó dos vasos y se sentó a mi lado.

—Beber sirve para ahogar las penas —la rubia me miró fijamente mientras me entregaba el shot de tequila.

Y como si fuera agua, la botella se acabó y los dos estábamos muy ebrios, pero aun así seguíamos conscientes de nuestros actos. Marina en un intento por levantarse cayó encima de mi.

—Creo que así no puedes irte —reí mientras ella seguía sobre mi.

—Tampoco quería que me dejaras ir —respondió en un tono provocativo—. Te extraño Marco, aún te sigo amando.

—Marina, eres mi amor desde siempre —y sin más empezamos a besarnos.

No sé como las cosas terminaron así, besándonos en mi sofá. Ella metiendo sus manos frías por debajo de mi camisa y yo masajeando sus muslos. Las cosas fueron subiendo de nivel así que con torpeza la tomé entre mis brazos y la llevé a mi habitación.

Allí la pasión y la lujuria acompañados del alcohol se apoderaron de nosotros, no había tiempo para ser delicados así que no me importo romper su camisa para admirar su bello cuerpo, ella con la misma intensidad me quitó la camisa y empezó a besar mi pecho. Se dejó caer en la cama mientras me deshacía de mi pantalón y ella del suyo, se quitó el brassier dejando ver su espalda desnuda.

La excitación que tenia era de otro mundo, con rudeza tomé su brazo y la volteé para admirar sus hermosos pechos, ella empezó a masajearlos haciendo que me excitara mucho más.

—Te necesito Marco —me miró con los ojos llenos de deseo.

—Y yo a ti Mar.

Ella se acercó a mi para bajar mi bóxer quedando completamente desnudo, y ahí estaba, entrando y saliendo de ella como si mi vida dependiera de eso. Ambos gritabamos de placer, ella jugaba con mi cabello mientras yo saboreaba sus pezones y seguía haciéndola mía. Luego de una larga faena, ambos caímos exhaustos al llegar al clímax.

—Me encantas Marco —Marina me abrazó rozando sus pechos con él mio.

Nos quedamos dormidos hasta la mañana siguiente, me levanté y ella aun seguía dormida boca abajo. Apenas recordaba lo que había pasado, pero era más que evidente.
Volví a recostarme a su lado, ella empezó a despertarse y se fijó que seguía desnuda.

—Vaya que ha sido una gran noche —me abrazó.

—Ni que lo digas —sonrei mirando su pecho.

—Vayamos por el segundo round.

Marina lanzó las sábanas que cubrían nuestros cuerpos y se sentó sobre mi. Empecé a admirarla mientras volvía a hacerla mía. Ella me miraba fijamente a los ojos, nada más importaba que estar juntos.

—Te amo Marco —confesó mientras se rescostaba en mi pecho.

No supe que responder, en ese instante recordé que no la amaba, mi corazón no estaba con ella, solo fue sexo.

Y sabía que perdería a Verónica por esto.

Instagram {Marco Asensio} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora