Epílogo

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N/A: Este epílogo es súper cortito y esperaron mucho tiempo pero lo siento, lo había olvidado jejeje. Mala mía, perdón a todos.

Btw, para saber lo que ocurrió después los invito a leer "Escapando de la popularidad" si no lo han hecho, ya que Melanie y Diego son personajes secundarios allí y bueno, se cuenta justamente lo que pasó después de esto.

Y también el apartado "Los Rain [Extras de LVDDLP & EDLP]" donde voy a publicar extras de estos dos también. Planeo hacer un especial de ellos, así que por favor agréguenlo a su biblioteca para que puedan recibir la notificación.

Eso es todo, besos, Ross out.

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Melanie caminaba por el centro comercial de la mano de Jolene y con Roscoe Rain a su lado; últimamente había estado saliendo con él, el perfecto chico que su padre aprobaría. Ella sabía que si salía con él lograría concentrarse en otra cosa que no fuese Diego y los dibujos que este le enviaba. Roscoe Rain era una distracción muy buena, pero como todas las distracciones, terminaban por desaparecer de su mente en un momento, dejándola volver con sus verdaderos problemas.

En ese momento, su más grande problema era Diego.

Sabía que había estado siguiéndola mientras caminaba por el centro comercial; era imposible que ella no reconociese esa sombra que se escondía por los rincones cuando ella volteaba. Tal vez era una coincidencia habérselo encontrado en el centro comercial pero no estaba segura. Podía esperar cualquier cosa de Diego.

—No tenías que acompañarnos, pudimos arreglar una cita ¿Sabes? —le dijo a Roscoe cuando paseaban en frente de las tiendas en las que necesitaba comprar las cosas para la obra de teatro de Jolene.

—¿Te molesta que esté aquí? —interrogó Roscoe con las manos metidas en los bolsillos.

—Para nada, nos gusta la compañía ¿No es así, Jo? —le preguntó a su hermana, quien estaba haciendo un puchero—. No seas maleducada.

—Él es feo —espetó Jolene.

—No es cierto —Melanie susurró—. A ti todos los niños te parecen feos.

—Sí, pero me agradaba más Diego.

Melanie se tensó y miró directamente hacia el vidrio de uno de los escaparates, encontrándose con la figura de Diego a unos metros de ellos, de espaldas. Tragó saliva y luego apretó la mano de Jolene para ir un poco más rápido.

—Ya basta —le dijo a Jolene antes voltearse a ver a Roscoe de repente—. ¿Te puedo pedir un favor? —trató de poner su cara más adorable.

—Lo que quieras —dijo Roscoe con una sonrisa encantadora—. Es decir... que sea razonable —agregó luego.

A veces Roscoe le recordaba mucho a Diego pero tanto como lo hacía también la frustraba. No que le cayese mal el chico pero esa actitud de chico bueno aparentando ser frío e indiferente solo le favorecía a Diego ante sus ojos. Tal vez porque aun estaba enamorada de él. Sin importar lo que ella había dicho y como habían resultado las cosas, Diego siempre estaría en su corazón y ella lo sabía perfectamente.

—¿Puedes cuidar a Jolene mientras voy a hacer una llamada? No tardaré pero es algo muy privado ¿sí? Te daré dinero para que le compres un helado —ella intentó buscar en su bolso, enredándose con las bolsas pero Roscoe puso su mano en la suya, sonriendo—. ¿Qué? —cada vez que Roscoe la tocaba, esperaba sentir algo como lo que había sentido con Diego pero no había nada allí, era inútil y estaba decepcionada.

—Yo lo pagaré, no te preocupes, bonita —Roscoe miró a Jolene, quien lo miró como mal, como siempre, ya que no estaba acostumbrada a la presencia del chico—. Ve a hacer lo que tengas que hacer, vamos Julie —él extendió su mano hacia ella con una sonrisa cínica.

Esa era la pelea que ambos llevaban; él la llamaba por nombres que no eran el suyo y ella lo despreciaba en silencio. No podía culparla, Diego siempre había sido muy bueno con ella y Jolene se negaba a aceptar a Roscoe porque estaba tan encariñada con Diego como Melanie lo estaba.

—Ve —Melanie, sonriente la empujó hasta que ella tomó de mala gana la mano de Roscoe—. Volveré en unos minutos, pórtate bien, Jo.

Empezó a caminar con un poco de miedo hacia donde sabía que estaba Diego dejando a Jolene y a Roscoe atrás. Con cada paso que daba su corazón saltaba. Ella sabía que probablemente si le volvía a hablar lo lastimaría de nuevo, por eso no había querido hacer un acercamiento pero era necesario, tenía que pararlo de una vez por el bien de los dos.

Diego la vio, obviamente y se colocó de espaldas cuando ella se movió detrás de la columna donde él estaba escondiéndose. Ella también le dio la espalda y sacó su celular para que si Roscoe o Jolene mirasen allí no sospechasen que había mentido. Ella suspiró antes de hablar.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó.

—Que yo sepa, el centro comercial no es tuyo —le dijo Diego.

—Pero, me estás siguiendo ¿Sabes? —Melanie apretó los dientes—. ¿Por qué me sigues?

—No lo sé, Melanie —murmuró Diego—. Uno persigue sus sueños.

Ella no pudo evitar reír.

—Te extraño —dijo él—. No creo que sea capaz de olvidarme de ti.

—Diego... —ella negó con la cabeza—. Tenemos que dejarlo ir.

Ella se volteó justamente al mismo tiempo en que él lo hizo.

—Nunca te dejaré ir —prometió antes de seguir su camino lejos de ella.

—Yo tampoco te voy a dejar ir —murmuró ella mirando cómo se quedaba sola—. Nunca.

FIN.

Labios sabor a cereza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora