6.

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Estaba cansado después de haberla seguido toda una semana sin éxito de poder hablar con ella.

El día que se habían besado, Melanie le dijo que necesitaba pensar lo que había pasado, él lo entendió porque también necesitaba meditarlo. Lo que lo enojaba de todo el asunto era que a él le había tomado media hora de viaje hacia su apartamento concluir que la quería para él y ya llevaban una semana sin hablar. Diego tenía miedo de preguntarle o siquiera escribirle para hablar de cualquier cosa porque Melanie se veía algo malhumorada esos días, no quería llevarse un mal momento con ella y que lo rechazase.

Aun así, la seguía, asegurándose de aprender de ella y dibujándola siempre que podía. Aunque estaba empezando a cansarse, esperaría a que ella sonriese verdaderamente (porque Melanie siempre sonreía, solo que los últimos días lo hacía sin ganas) para poder enfrentarla si ella no llegaba a buscarlo antes de eso.

Intentó pasar desapercibido mientras Melanie se encontraba con el chico en la biblioteca pero un movimiento de él llamó su atención al instante. Aunque estaba detrás de ellos notó como la mano del muchacho ponía sus dedos ligeramente sobre la rodilla de Melanie, con la intención de moverlos más arriba. Por su lenguaje corporal Diego sabía que estaba interesado en Melanie, por eso bajó el libro que sostenía al instante y empezó a caminar lentamente por el pasillo hacia ellos, esperando que al chico se le ocurriese volver a mover la mano.

Melanie claramente estaba incómoda pero era tan amable que solo trataba de alejarse, tosiendo como si estuviese intentando no contagiarlo con su falsa gripe. Diego negó con la cabeza. Esa chica y su amabilidad no tenían remedio.

Desde la distancia en donde se había quedado, Diego podía escuchar lo que estaban hablando.

―Ethan, vamos a concentrarnos en esto ¿Vale? ―le pidió ella, sabía que estaba nerviosa.

―No quiero estudiar, Mel ―el chico se movió más cerca y colocó su otro brazo sobre el respaldo del asiento de Melanie, ella trató de alejarse pero no había más sillas a las que pasarse―. Es muy aburrido estudiar, mejor hagamos otra cosa ¿Sí?

―No y quita tu mano ―Melanie trató de mover su mano de la rodilla pero eso pareció motivarlo a esquivarla y meterla bajo su falda.

Diego pudo escuchar el mini-grito de Melanie y corrió hasta ella, tomó al chico del cuello de la camiseta, lo colgó y apretó su agarre sacándole un quejido involuntario. Lo estaba ahorcando, levemente.

―No se te ocurra volver a tocarla, imbécil ―le gruñó Diego al chico―. Fuera de aquí, si te vuelvo a ver cerca de ella... no quieres enterarte de lo que haré, créeme ―el chico asintió frenéticamente y tomó todas sus cosas, saliendo de ahí tan rápido que no le dio tiempo a Melanie de parecer sorprendida―. ¿Estás bien? ―interrogó hacia Melanie.

Ella se levantó, se veía asustada, al fin había reaccionado. A Diego le pareció que ella iba a decir algo más que lo dijo pero entonces ella bajó la cabeza y resopló, juntando las manos delante de ella. Parecía avergonzada entonces y dijo―: Gracias ―en voz baja, Diego se mostró sorprendido pero sonrió de todas maneras.

―Está bien ―le dijo y se movió más cerca para tomar una de sus manos―. Siempre que lo necesites, Lanie.

―Yo... debí haberlo manejado mejor, soy una idiota ―murmuró Melanie girándose para recoger todos los libros sobre su mesa, soltando la ―. Al final papá va a tener razón ―creyó oír Diego, ella parecía estar hablando para sí misma―. Tonta Melanie, tonta... ―lo oyó decir.

Diego tomó su brazo y tiró de él para ella lo mirara.

―No eres tonta ―le dijo―. Solo no estabas esperando que él se comportara de esa forma, esperabas el respeto que te mereces, Melanie... nadie va a culparte por no saber qué hacer, tú siempre das lo mejor de ti y esperas que la gente te lo retribuya porque es lo justo, no eres tonta por esperar el bien, demasiado optimista tal vez, pero no tonta.

Labios sabor a cereza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora