Cuando fui capaz de abrir los ojos, seguía tendida sobre la cama con Karl abrazando mi cintura. Un poco desorientada cogí mi móvil y miré la hora. Las diez y media. Acallando un gruñido me incorporé lo más delicadamente posible para no despertar a Karl. Agarré el jersey que llevó el chico que se encontraba olvidado en el suelo, me lo puse con un nuevo par de bragas y salí de la habitación. Sonreí tontamente al verme envuelta por la esencia de él y fui directa a la cocina. Necesitaba desesperadamente un café.
Cuando me encontré con la taza entre las manos aspiré el aroma y sentí como mi mente se despejaba del sueño poco a poco. Le di unos tragos a la bebida y centré la mirada sobre la ventana. El cielo estaba gris, la luz del sol siendo bloqueada por las nubes que avecinaban lluvia. Sinceramente hoy no me apetecía hacer nada de nada. Quería pasar el día en la cama, con Karl.
Intenté imaginarme a un Karl meloso y me reí en silencio al visualizar un chico que más que hacerme sentirme querida me hacía sentir incómoda. Karl podía ser dulce, pero imaginármelo meloso simplemente causaba que una mueva desagradable se instalase en mi rostro.
"¡Finn!"
Aparté la mirada del cristal y observé de manera frenética mi apartamento. No había nadie exceptuando a Karl, que se encontraba todavía profundamente dormido en la cama. Me alejé de la isla de la cocina, con la taza de café sobre esta, y comencé a dar vueltas desconcertada. No era la característica voz de Dæmebooth, con un tono roto y anhelante pero también peligroso. No. Esta voz era suave, dulce, y tenía un tono desesperado. Era una voz femenina.
Tropecé con mi propio pie y me apoyé contra la pared a la par que mi vista se iba nublando y oscureciendo.
¿Qué coño estaba pasando?
Noté como mi espalda resbalaba por la pared hasta que mi trasero chocó contra el suelo. Pero ya no estaba en mi casa. Todo a mi alrededor era oscuridad absoluta, quería gritar pero mi voz no salía.
Era como si estuviera sumergida en la nada.
Intenté despertar, aclarar mi vista, ya que en realidad no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Me pellizqué cada cinco segundos cada vez más y más angustiada. No sé cuanto tiempo pasó, desde mi punto de vista parecieron horas, pero poco a poco mi vista se fue aclarando.
No estaba en mi casa.
Delante de mi se postraba el bosque, pero no era nada parecido al que yo había crecido. No albergaba la misma aura oscura y alarmante. Los árboles ya no se encontraban retorcidos, sus ramas no parecían ser garras que se estuviesen cerniendo sobre ti. No parecía, el bosque, estar gritándote sobre el peligro que albergaba en su interior. El aire ya no estaba cargado de un terrible pesar, ya no era difícil respirar. Ahora era como cualquier otro bosque, cálido y enigmático. Con las hojas de los arbóles en este momento rojizas a causa del cambio de estación. Con montañas de hojas apiladas por doquier crujiendo por el suelo, ocultando casi a la perfección los brotes de hierba todavía verdes.
Nunca había visto así al bosque; calmado, vibrante... tan vivo. Siempre hubo algo que me atrajo hacía él, dejando de lado las vibraciones de peligro y precaución que siempre me había dado.
Pero lo que más me llamó la atención fue la pareja que se encontraba debajo de un pequeño rayo de luz que había sido capaz de atravesar las copas de los árboles.
Su vestimenta parecía haber sido sacada directa de una película medieval. la mujer parecía ir vestida de invierno, con un abrigo que parecía ser de lana de un color gris encima de un vestido largo de color burdeos. Su rostro era de facciones afiladas, pero era imposible negar su belleza. Su nariz recta y pómulos sobresalientes, sus labios finos pero llenos que tenían un bonito color rojizo natural y sus ojos gatunos de color gris. Ese gris claro, característico de un día nublado, que parecía absorber todo lo que había a su alrededor resaltaban con facilidad gracias al contraste de su melena pelirroja que finalizaba por debajo de su pecho. Esa mujer era bella, su sonrisa llena de felicidad que hacía suavizar sus facciones iba dirigido al hombre que estaba junto a ella. El hombre la sacaba cabeza y media, quitando el hecho de que la mujer en sí parecía sobrepasar la media con facilidad, y solo pude ser capaz de ver una sonrisa torcida que emanaba dicha pura. Debajo de la gruesa y larga capa negra que llevaba este podía vislumbrar un poco de su vestimenta, pantalones que parecían ser de cuero y una ancha camisa. No podía ver su rostro a causa de la capucha y de la gruesa y capeada melena que lo escondía.
Sin saber muy bien porqué, en un abrir y cerrar de ojos, la mujer ya no estaba. Se había desvanecido. Y solo podía observar, con el corazón en un puño, como el hombre se retorcía en dolor. Como sí le hubiesen robado lo más importante para él, como si el hecho de respirar doliese.
Quise levantarme, pero no tenía fuerzas. Quería acercarme al hombre, abrazarle, y asegurarle que todo iría bien. Que ya no tendría que aguantar ese sufrimiento por sí solo. Deseaba poder mitigar el dolor que aquel individuo soportaba.
Cerré los ojos y me encogí sobre mi misma, frustrada por no poder hacer nada. Por permitir que su dolor ahora fuese mío, por el hecho de que anhelaba estar junto a él y ayudarle a olvidar. Al instante noté como una suave mano me acariciaba el pelo y alcé la vista. La mujer ahora se encontraba delante mío, con una triste sonrisa en su boca, hablándome con la mirada. Diciéndome que ella también deseaba ayudarle tanto como yo.
-¿Quién eres?- susurré temblorosa.
La mujer se agachó delante mía y niveló sus ojos con los míos. En ningún momento abrió la boca.
"Finn, debes ayudarme..."
La observé sin entender. ¿Qué quería que hiciese?
Volví a repetir mi pregunta.
" Soy lo que Dæmebooth más anhela aparte de ti, soy Anazaret... Tú sabes quién soy Finn, tu entiendes el porqué de la demanda de mi amado contra a las familias fundadoras. Me quiere a mi, pero a la vez también te desea a ti".
La seguí observando anonadada. ¿Anazaret me había traído aquí? ¿Su alma se estaba comunicando conmigo?
¿Y para que cojones necesitaba mi ayuda?
El rostro de la bruja se endureció su sonrisa desaparecida, reemplazada por una fina línea.
" Debes ayudarme con Dæmebooth, debemos ayudarle a liberarse de su castigo. Ayúdame a llevarnos en donde deberíamos estar realmente. No quiero seguir siendo un alma en pena, pero también deseo estar junto a él en el paraíso perdido."
Abrí y cerré la boca varias veces, la voz completamente perdida. ¿De qué coño hablaba? Estaba absolutamente perdida.
-¿Qué quieres decir?
"Si me ayudas libraras a tu pueblo de Dæmebooth, no más niños secuestrados. No más muertes innecesarias."
Me estaba empezando a marear, mi vista volviéndose a nublar. Mi cabeza estaba hecha un lío. Abrí de nuevo la boca, "¿Cómo coño quieres que te ayude?", pero no estaba segura de haberlo podido pronunciar. Poco a poco me volvía a encontrar en mi apartamento, con la imagen del bosque y de Anazaret desaparecidos. Ahora veía a Karl en frente mío, observándome con preocupación mientras sentía como me sacudía y movía la boca, pero me era imposible entender el que decía.
"¡Ayúdame Finn!" escuché la voz de Anazaret por última vez en el interior de mi cabeza.
-¡Finn!- Karl me volvió a zarandear con un poco más de fuerza.
Enfoqué la vista y apoyé mi mano derecha sobre la suya, que se encontraba en mi hombro. Y, con un suspiro tembloroso, me envolvió en un abrazo.
- Me has asustado.
Sonreí y escondí mi rostro en el huevo de su cuello.
-Lo siento, no me había dado cuenta del sueño que tenía y me he dormido en el suelo.
Noté como me apretaba con más fuerza antes de que me incorporara del suelo junto a él y llevarme al sofá. Nos quedamos un rato en silencio todavía abrazados.
No quería mirarle a la cara. Porque si lo hacía Karl sabría perfectamente que no solo le estoy mintiendo, sino que también le estoy aculando algo. Algo extremadamente importante. Anazaret. Y el hecho de que podría estar a punto de encontrar una manera de librar a Rosewood de Dæmebooth.
Escondí con más fuerza mi rostro en el hueco del cuello de Karl y me maldecís a mi misma a gritos en mi cabeza.
¿Como iba a conseguir hacerlo? Esto iba poco a poco desbordándose. Esto se me estaba escapando de las manos. Anazaret parecía creer que yo podría ayudarles a ella y a Dæmebooth, pero no tenía ni puta idea de por donde empezar.
Estaba jodida.
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No te adentres en el bosque #EscribeloYa #Thriller
ParanormalEn mi pueblo existe una leyenda, y trata del bosque que nos rodea. Dice así, que cualquier osado que se atreva a entrar en él durante la hora de las brujas perderá la vida y que su alma se verá condenada a vagar por dicho bosque hasta el fin de los...