¿Novia?

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-¿Me vuelves a repetir, por favor, porqué insistes tanto en llevarme a trabajar? 

Aguanté una sonrisa mientras observaba como se metía en el asiento del piloto de su coche mientras me regalaba una sonrisa torcida. Mierda, esa sonrisa. Esa. Puta. Sonrisa. 

Con un bufido me introduje en el asiento del copiloto y cerré la puerta con fuerza antes de ponerme el cinturón. Desde que me levantó antes que mi dichoso despertador tenía una media sonrisa perenne en su boca. No me molestaba, si fuera por mi estaría mirando esa sonrisa embobada todo el día. Era esa mirada, entre divertida y pícara, la que hacía que mi curiosidad correteara por todo mi cuerpo. Siguió callado mientras encendía el motor y se dirigía hacía la carretera. Impaciente empecé a mover mi pierna de arriba abajo antes de darle un leve puñetazo en el hombro.

-¡Karl!

Su masculina risa rebotó por todo el coche, envolviéndome de manera extraña pero cálida.

- Ya Finn, me ha quedado claro. Eres impaciente- me miró de reojo con su sonrisa torcida antes de volver la vista a la carretera-. Me apetece acompañarte. ¿Qué tiene de malo?

Me lo quedé mirando un rato antes de suspirar y mirar por la ventana, observando como los árboles se mezclaban unos con otros a causa de la velocidad. Creando una llamativa escena. Apoyé la frente sobre el fría cristal. La verdad es que me era más cómodo que Karl me llevase. La sesión de fotos no se iba a hacer en el estudio que compartía con Richard. Esta sesión se iba a localizar en un edificio abandonado a la afueras de la cuidad. Menos mal, y gracias a mi carismático compañero, el ayuntamiento no nos había dado problemas al solicitar un permiso para trabajar allí. 

Si no fuera por Karl y su predisposición para llevarme hasta allí no solo habría tenido que coger el tren, también el metro y por lo menos dos buses.

- No tiene nada de malo, simplemente me sorprendió.

Nos quedamos en silencio. Yo mirando a través de la ventana y el con los ojos fijos en la carretera. Lo bueno de Karl, bueno una de las muchas cosas buenas de él, es que los silencios nunca son incómodos. Son reconfortantes, delicados, dulces diría yo. 

El paisaje que se postraba ante mi cambiaba lentamente, a la par que avanzábamos más hacía nuestro destino. El tiempo también pasó rápidamente. En un abrir de ojos Karl estaba aparcando delante del edificio, entre dos pequeñas furgonetas. Había varios coches, en su mayoría furgonetas, pero ya estaba acostumbrada. Cuando salíamos del estudio para hacer fotografías teníamos que llevar todo nuestro equipo. Más las cosas necesarias para los modelos, como ropa y maquillaje. Y eso no cabía en dos coches.

Cuando el motor del coche de Karl se apagó salí de este y observé el edificio con más detenimiento. No sé si Richard podía leer mentes, pero este sitio era algo muy parecido a lo que yo tenía en mente. Tenía el aura que yo buscaba. Con una pequeña sonrisa cerré la puerta y le insté a Karl a que me siguiera mientras subía las escaleras que se encontraban medio destruidas ya. ¿Cuántos años tendría este edificio? Ensimismada por el edificio, apenas noté la presencia de Karl y de como entrelazaba sus dedos con los míos. 

Si no recordaba mal, el ayuntamiento nos había dado permiso total de utilizar el tercer edificio del área. Richard me había mandado la foto del edificio y me había explicado como se llegaba hasta él. Tirando de Karl me dirigí hacía el tercer edificio, donde se encontraba el equipo que contratamos mi compañero y yo. Los modelos se encontraban junto a Richard, hablando. Aceleré el paso y toqué varias veces el hombro de mi amigo. Debía admitirlo, la expectación que siempre me embargaba antes de una sesión de fotos me estaba envolviendo ya. 

No te adentres en el bosque #EscribeloYa #ThrillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora