Atención: contenido explícito.
Abrí los ojos alterada. Alguien me había llamado, todavía podía sentir el eco de la voz desgarradora pronunciando mi nombre a través de mi cuarto. Me incorporé de la cama y agarré mi móvil. Sabía a donde debía ir. Pero, ¿quería?
Dicha decisión se me arrebató en el momento en que me levanté de la cama y salí corriendo. Cerrando la puerta de mi casa tras de mi. Bajé las escaleras corriendo y empujé la puerta del portal sin disminuir el paso. El frío de la noche me golpeó en la cara, pero eso no hizo que dejase de correr. Debía ir allí. Debía encontrar aquel que había gritado mi nombre en un tono tan desesperado. Como si se encontrara al borde de la muerte.
No era conocida por ser una alumna excelente de deporte durante mis años en el colegio e instituto. Por lo que en algún rincón de mi cabeza me sorprendí a mi misma al ver el aguante que tenía.
Las calles se encontraban desérticas, no había ninguna luz que saliese de las ventanas mostrando que alguien todavía estaba en pie. La calma era escalofriante, pero una parte de mi me tiraba a seguir corriendo. Cuando lo único que quería hacer era esconderme en la cama. Seguí corriendo, atravesando la calle. Dirigiéndome a la otra punta del pueblo, directa hacia el lago.
Después de un cuarto de hora corriendo freno estrepitosamente en el principio del desembarcadero. Hay alguien sentado al final de este. Sin poder evitarlo manco el teléfono de la policía antes de acercarme, por si acaso. Con parsimonia me acerco hasta la sombra que poco a poco va tomando forma de un hombre. Una vez detrás suya pude distinguir que era el hombre que había desaparecido, era imposible no acordarme de él. Cuando era pequeña y mis padres no paraban de trabajar nos llevaba a Admes, Karl y a mi a casa ya que él, su esposa y su hijo vivían unas casa más apartadas de la suya. Siempre fue un hombre muy dulce. Tragando saliva me agacho y poso mi mano sobre su hombro. Estaba helado, un escalofrío me recorrió entera. Estaba jodidamente acojonada. Pronuncié su nombre con voz temblorosa antes de sacudirle levemente. El hombre se cayó de espaldas, golpeándose contra las losas de madera. Dudo que pudiera sentirlo a estas alturas. La imagen que se postró delante mía me arrancó el chillido que se había estado formando en mi interior desde que me había levantado.
El cuerpo sin vida no tenía ninguno de los ojos, sus cuencas vacías me observaban. Su mandíbula estaba desencajada, abierta, con sangre seca y fresca entremezclándose. Pero eso no era nada en comparación. El hombre había sido sometido a una tortura. La piel de su manos había sido arrancada, las más también. Algunas de sus falanges no estaban. Su ropa echa jirones me mostraban como sus brazos y piernas estaban revestidos de cortes de distinto tamaño y profundidad. Pero su pecho....su pecho. Sin poder evitarlo grité de nuevo. El hombre ya no disponía de caja torácica, sus pulmones estaban roídos, como si le hubieran dado unos pocos bocados y se hubieran cansado al segundo. Su corazón no estaba. Y sus intestinos y vísceras se encontraban esparcidas por todo el embarcadero. Me tapé la boca para acallar otro chillido. Mi vista estaba borrosa, y la mano con la que sujetaba el móvil, el cual me otorgaba luz estaba temblando. Me arrodillé al lado del cuerpo sin vida y con la mayor calma posible llamé a la policía.
Cuando por fin aceptaron la llamada empecé a hablar con la voz temblorosa y dos octavas más aguda. Estaba aterrorizada. ¿Qué iba a hacer antes de que la policía llegase? ¿Y si el autor de esta masacre decidía volver y me encontraba aquí? Me aferré a mi móvil y a la luz que me otorgaba el aparato. No sé porqué, pero volví a fijar mi mirada en el anciano. Me centré en su boca entreabierta debo de añadir. Había un trozo de tela que se salía de la cavidad. Con mano temblorosa sujeté entre dos dedos el trozo de tela y empecé a tirar. ¿Qué cojones estaba haciendo? No debía tocar el cuerpo, y mucho menos tocar y mirar alguna pista.
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No te adentres en el bosque #EscribeloYa #Thriller
ParanormalEn mi pueblo existe una leyenda, y trata del bosque que nos rodea. Dice así, que cualquier osado que se atreva a entrar en él durante la hora de las brujas perderá la vida y que su alma se verá condenada a vagar por dicho bosque hasta el fin de los...