Habían pasado tres semanas desde la muerte de Jack, dos días desde el último asesinato. Se trataba de una mujer conocida, Layla, de treinta años a la que nunca se le ocurriría pisar un pie dentro del bosque y más aún con las circunstancias en las que nos encontrábamos. Ella nunca se habría adentrado sola, y menos de noche. Si era así, ¿cómo es que hace dos días encontraron su cuerpo sin vida cerca de las vías del tren que cruzaban el bosque? Y mejor aún, los cuerpos se encontraban en sitios visibles, no estaban perdidos en las profundidades del bosque causando que su busca tardara semanas. No. El asesino los dejaba en lugares en dónde se les encontraba fácilmente. Quería que no tardásemos en encontrar los cuerpos. Se reía de nosotros, de los habitantes del pueblo, porqué daba igual lo fácil que nos dejara encontrar a las personas asesinadas. Daba por supuesto que a él no le encontraríamos.
Frustrada saqué un cigarro y me lo encendí. Irme a la ciudad vecina no había servido de nada. No había encontrado nada llamativo, solo cosas que ya sabía. Los primeros asesinatos comenzaron en 1802, hace 214 años para ser exactos, cuando el pueblo, Rosewood, se fundó. Y dichos asesinatos terminaron abruptamente el 31 de octubre de 1820, dieciocho años después y con un centenar de muertes, hasta hace tres semanas. Cuando Jack, uno de mis mejores amigos, se adentro en este el doce de agosto de 2016. Desde entonces las muertes no han cesado. Nadie sabe quién o qué es, pero yo me apoyo en qué debe de ser un imitador. Nadie puede vivir doscientos años, y me niego a pensar que una criatura fantástica sea el responsable de este baño de sangre. Mi mente se negaba a procesarlo. Era imposible.
Y eso me dejaba con 16.000 habitantes como sospechosos, bueno en realidad con 15.992 . ¿Pero quién estaba contando? Lo único que sabía es que sería casi imposible averiguar quien era el asesino si solo era yo quien le buscaba. Sin contar al inútil departamento policial que decía que lo tenían todo bajo control. Estaba jodida, pero nadie quería ayudarme. Ninguno de mis amigos dio un paso al frente cuando les confronté y les pedí que me ayudaran a encontrar al causante de la muerte de su amigo. La gente estaba aterrorizada, y entendía a la perfección que prefiriesen esconderse en sus casa que ir indagando. Nadie quería encontrarse en la mira de un asesino.
Con dichas ideas pululando por mi mente salí de la estación de trenes y comencé a vagabundear por las calles, en dirección a mi casa. Mis únicos compañeros eran mi sobra y el cigarro. El sol comenzaba a ponerse y las calles se encontraban prácticamente abandonadas. Nunca en mi vida las había visto así, este era un pueblo lleno de vida. En dónde nadie temía dejara sus hijos corretear por las calles hasta la bien tarde. Pero el miedo y el hecho de que un asesino andase suelto no ayudaba. Le di la última calada al cigarro antes de tirarlo al suelo y pisotearlo. Irritada lo pisoteé una vez más, ¿cómo podría encontrarle? Ni siquiera sabía por donde empezar.
Una sombra se cernió sobre mi y me giré alertada a ver de quien se trataba. Un chico un poco más mayor que yo me miraba con una media sonrisa. Intenté rebuscar en mi mente pero no sabía quién era. Sus ojos azul verdoso no se apartaban de los míos y parecía que detrás de esa sonrisa estaba jugueteando con uno de los aros de su labio inferior. Sus piercings, snake bites, fue lo que más me llamó la atención. Aunque el pueblo era bastante grande, se encontraba mayoritariamente poblado por gente anticuada. Mi pelo teñido de colores pastel, mi septum y tatuajes era algo que resaltaba entre la gente. Y sus piercings y dilataciones también.
-¿Quién eres? -solté en voz baja, un intento de que mi voz no temblase más de lo que ya quería.
El chico ensanchó la sonrisa y alzo el brazo para apartarse el pelo de la cara. Su antebrazo estaba entintado, pero no pude intensificar bien el tatuaje a causa de la débil los de las farolas.
- Vaya, no es una sorpresa, pero sinceramente esperaba que te acordases de mi Finn - sin poder evitarlo mis músculos se tensaron, ¿quién era? Y, ¿cómo es que sabía mi nombre?-. Pero también he de añadir que han pasado seis años desde que nos vemos. Soy Karl, iba dos cursos por delante tuya. Solías salir conmigo y tú hermano en la secundaria.
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No te adentres en el bosque #EscribeloYa #Thriller
ParanormalEn mi pueblo existe una leyenda, y trata del bosque que nos rodea. Dice así, que cualquier osado que se atreva a entrar en él durante la hora de las brujas perderá la vida y que su alma se verá condenada a vagar por dicho bosque hasta el fin de los...