Capítulo 17

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— ¿Dónde has estado? — inquirí impaciente mirando a mí alrededor. Era la cabaña de siempre, pero la situación no era igual. Por primera vez estaba ahí por voluntad, si es que podía llamar voluntario a aferrarme al demonio con cara de pocos amigos exigiendo ferozmente privacidad.

Nos llevó a la cabaña en un parpadeo y al llegar me colocó delicadamente en el sofá, se levantó para arreglar su ropa y  se sentó en el sillón del frente con una galante sonrisa satisfecha. Ni siquiera intenté molestarme, solo lo dejé estar mientras mi estómago se reubicaba en su debido lugar.

— En ningún lugar, en varios, ¿qué importancia tendría? — respondió tratando de evadir la pregunta yéndose por las ramas. Suspiré decepcionado, me sentía un imbécil, ¿en serio creí por un segundo que las cosas habían cambiado?

— Ninguna, es solo que supuse que, ya que hemos llegado hasta dónde estamos, ésto sería de dos vías — expliqué tratando de no sonar como chica engañada de secundaria. Bill me miró intrigado, frunció el ceño lo analizó y entonces asintió como si algo en su cabeza hubiera encajado.

— Bien, claro. He estado vagando entre dimensiones, vacíos dimensionales, dimensiones de bolsillo, no he ido a ningún lugar en específico — detalló con cuidado, mirándome con una extraña expresión en la cara, como si estuviera al pendiente de mi reacción.

Quise reír por lo bajo, era ridículamente inusual.

— ¿Cómo terminaste... así? — cuestione más animado.

— Un encuentro desafortunado, al parecer el rumor de un trato que me ataba a un humano se volvió de dominio público y una vieja amiga decidió que era de vida o muerte confirmarlo — relató con una ahora relajada e incuestionable expresión de burla.

— Así que atado a mí ¿eh? — solté ligeramente burlón.

— Es lo que hay querido Pino — comentó con menos diversión de la usual, se veía un tanto cansado — ¿Cómo has estado tú? Podría jurar que me extrañabas.

Lo hacía, a pesar de todo lo hacía, le extrañé todo ese tiempo, pensaba en él, en lo mucho que me aterraba que apareciera algún día, y en lo devastador que sería si no lo hacía jamás. Era un sentimiento bizarro, dividido entre la angustia y el deseo, en definitiva podrían clasificarme como masoquista, a este paso no me sorprendería.

Lo miré unos segundos como si evaluara mis posibles respuestas mientras trataba a todo dar tener la mente ocupada en pendejadas para que no supiera lo que pensaba.

— He estado bien, sin cambios, es decir, ya sabes. La cabaña, Mabel y la dimensión que me regalaste — expliqué sin mirarlo.

— Claro — murmuró sin más. Nos quedamos en silencio un largo rato, mirando a la nada, incómodos hasta más no poder.

— Quería disculparme — declaró el demonio tras varios minutos en el silencio más pesado que he vivido, así que no era de sorprenderse que mis ojos casi se saliera de sus cuencas cuando lo escuché — ¿Así se dice, cierto? Escuché que era una costumbre humana para demostrar arrepentimiento y ánimos de paz — explicó en un vano intento por quitarle hierro al asunto, como si lo soltara al azar, pero podría jurar que ese comentario de azar no tuvo un gramo.

— Sí, así se dice — decidí seguirle la corriente, me miró como evaluandome y asintió.

— Bien, quería disculparme por todo el asunto del contrato y lo que tuviste que pasar por eso. A veces olvido lo frágiles que son los humanos, y con todos los años que he vivido, para al final no lograr mi cometido por ti básicamente, creo que me desquite — relató, mientras, traté de únicamente de escuchar — Lo que quiero decir es que, nunca quise que mi experimento acabara en pesadilla para ti, traté de romper el contrato mientras no estuve, pero nada funcionó, mi vida está arraigada a la tuya desde que me trajiste de vuelta — dejó salir una risa amarga — De seguro deseas nunca haberlo hecho.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2022 ⏰

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