Capítulo 22

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Me acerque con cautela para sentarme en las piernas de Stefen minutos antes de robarle un beso, o al menos intentarlo pues el retiro su cara-

—¿Qué haces America? –digo con una cara de fastidio a la par que movía los papeles para que no se arrugaran-

—Pasar un rato con mi prometido ¿acaso está mal?

—Estoy ocupado

—Stefen ¿Qué pasa? –susurro con dulzura, quiero hacerlo sentir mejor nunca lo había visto tan nervioso y eso me preocupa-

—Pasa que tengo trabajo ¿es que no lo ves? –espeto molesto y yo lo mire con los ojos muy abiertos, él nunca me había hablado de esta manera y admito que no me gusta-

—Entonces déjame ayudarte

—No deseo tu ayuda America, solo quiero estar solo –yo me levanto-

—Sabes, el que sea tu prometida no te da el derecho a tratarme mal, si quieres estar solo perfecto, con decir eso bastaba –le digo dolida-

—Tratarte mal .... –susurra casi para si mismo, se le ve arrepentido-

—Iré a leer

—No, ángel espera –se acerca y toma mi mano- lo lamento, no quería lastimarte mi amor ¿me perdonas?

—Lo se Stef, y claro que te perdono –el suspira aliviado- te veo estresado y eso me preocupa

—No es nada solo aun no me acostumbro a que accederé al trono en unos pocos meses

—Cuentas conmigo para lo que necesites ¿Lo sabes cierto?

—Lo se ángel pero yo solo quiero adorarte y consentirte, no darte trabajo y preocupaciones

—Es parte del paquete, no hay relación sin peleas ni contratiempos

—¿Cómo eres tan sabia? –yo rio y lo abrazo-

—Solo observo mi amor, comprendo que no siempre estaremos juntos ni riendo pero no quiero que te cargues demasiado de trabajo y si puedo ayudar en algo así lo hare

—Sin discusión ¿no?

—Nop, eso está decidido, claro...si estás de acuerdo

—Más que de acuerdo ángel –beso mi nariz- ¿Te he dicho alguna vez cuanto te amo?

—Si...pero me gusta escucharlo –bromeo-

********

—Despierta ángel mío

—No –me quejo y escucho su risa-

—Cariño, ya llegamos a Suiza –besa mi frente y yo sonrió sin abrir los ojos- ¿Quieres que te cargue?

—No –rio leve- peso demasiado cielo –abro los ojos y me estiro- ¿dormí demasiado?

—En realidad no –me levanto y lo abrazo- ¿Lista?

—Solo es trabajo ¿no?

—Sí, pero ya comenzaron a llegar los invitados para mañana

—Bien, habrá que hacer sociales –reímos pero su risa no es sincera- ¿Qué ocurre?

—Debo ir ya mismo a trabajar

—Iré contigo

—Preferiría que no cielo, no dudo de tus conocimientos pero es realmente aburrido y no tan importante, lo relevante pasara después de la fiesta

—De acuerdo –digo con un mohín-

—Adoro que hagas eso –sonríe-

—¿Por qué me veo tan tierna?

—Aja, y porque puedo hacer esto –me roba un beso-

—Tramposo

—Hermosa

—Guapo

—Sexy

—Yo no soy sexy –me quejo entre risas-

—Es verdad, eres la mujer más sexy de todo el mundo

—¿Del mundo mundial? –bromeo-

—Tu si sabes lindura –vuelve a besarme antes de agarrar mi mano para bajar juntos del avión.

********


Después de presentarnos con el presidente suizo y decirnos cuan encantado con nuestra llegada se encuentra y cuan triste esta por la pronta muerte de su esposa decide mostrarnos nuestras habitaciones, la mía esta junto a la de Stefen y me encanta aunque a la vez me hace sentir presionada porque le pedí a Stef no hace nada de nada hasta después de la boda, nunca he estado con nadie y quiero que mi primera vez sea especial.

Luego de dejar mis cosas sobre la camino salgo decidida a encontrar la biblioteca pero después de perderme cada vez más busco alguna puerta para salir al jardín pero nada, todas me llevan a alguna habitación y termino en el lugar contrario a donde quisiera, el salón principal, veo a algunas mujeres y supongo serán invitadas de mañana,

—¿America? –no puede ser, me volteo rápidamente y ahí está, Maxon Schreave mirándome con una sonrisa que derrite mis entrañas-

—Maxon –susurro y me acerco un poco sin saber porque- no sabía que vendrías –miento-

—Desearía decir lo mismo pero no- ¿Qué?- ¿Has venido sola?

—No, vine con mi prometido ¿y tú?

—No, Kriss está platicando con alguna joven, ¿Dónde está tu prometido?

—Trabajando

—Qué responsable, y ¿lo amas mucho?

—Pues no estas para escucharlo ni yo para decirlo, pero si, lo amo más que a nadie –digo haciendo énfasis en ello-

—Me alegro –espeta molesto-

—Oh por Dios ¡Maxon! Que gusto –esa voz chillona de nuevo, ¿Por qué a mí?-


Y si algo fuera diferente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora