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SEGUNDO ACTO • CAPÍTULO DIEZ: MACAO.
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Los informes están llegando de que los infames Jinetes secuestraron el lanzamiento del producto de Octa hoy; el truco fue para ellos, sin embargo. Mientras supimos de la milagrosa resurrección de Jack Wilder y la impresionante revelación de que el agente del FBI, Dylan Rhodes, ha estado trabajando como un top dentro de la agencia. Las preguntas abundan hoy, mientras una búsqueda internacional está en marcha, para Dylan Rhodes y su elusiva banda criminal de ilusionistas.
♣
—Todo es acerca de los puntos ciegos. Cuando estás mirando directamente a algo y no lo ves, ¿a qué se debe? Puntos ciegos. Hemos aprendido eso juntos, ¿no es así, hermano? ¿Les dijo que fuimos socios una vez? ¿No? Ya me lo imaginaba, los "Mini–McKinneys". Chasey y un Mer–Bear, los van a asustar, la ma–ma–magia McKinney.., genial. Y entonces, un día, teníamos doce años y Virginia von Welsheim tenía una linda fiesta por la calle. Tenía un poco de tum–tum y no podía ir. Mer–Bear lo hizo por su cuenta y palpo el sabor de lo solitario, y me dejó en la calle.
Jack bufó al lado de Faye, quien también estaba harta de la historia de Chase. El hombre no parecía querer callarse hasta haberles relatado toda su vida.
—Chase, ¡has ganado! Te lo concedo, sólo dime como lo hiciste.
—Un repartidor fue a tu puerta hace aproximadamente un mes, pequeño za—, contestó Chase desde el asiento de adelante.
— ¿Za?—, repitió Daniel.
— ¿Pizza?—, cuestionó Merritt y, luego, suspiró mientras cerraba los ojos. Recordó todo de repente.
—Por lo tanto, lo que hizo, mi pequeño compañero de vientre, es que se descargó toda su información privada y mi empleador obtuvo todo lo que necesitaba—, explicó Chase McKinney y Faye suspiró mientras se tapaba el rostro con las manos.
