parte 6

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la cara y la desesperación de Lobos: me advertía que corra, que me vaya dejándolo a él ahí adentro.

Me tomo unos segundos entender que algunos uniformados tenían ademán de salir a buscarnos, me levanté del suelo, Alena también lo había entendido, ambas echamos a correr, joder ¿Esta iba a ser una carrera sin fin o qué?

La puerta se cerró por segunda vez, lo supe por el estruendoso sonido de tantos kilos de cristal. Corrí aún más rápido "A la izquierda" dijo Alena y ambas corrimos por un estrecho callejón, las paredes de este apretaban mis hombros, se me dificulta mucho correr y aún más con los pies de Alena casi pateando mis pantorrillas.

Escuche los pasos de nuestros perseguidores entrando al callejón, se escucharon muchos pasos más, como si fueran miles de personas intentando entrar al pequeño espacio en el, voltee y me di cuenta de que no era mentira. Casi 20 personas se amontonaron para entrar al callejón, los uniformados apretaron el paso obligandonos a hacerlo también, al salir del callejón vimos un contenedor de basura lo suficientemente grande para bloquear la salida, Alena saltó sobre este ganándose al otro lado y empujando, rápido, pero con dificultad, logramos mover el contenedor, nos apoyamos en este un minuto para recuperar el aire, en eso comenzamos a escuchar gritos, gritos desgarradores, graves como los de un hombre y por un minuto tuve miedo, un miedo horrible, que creció aún más cuando todas esas personas comenzaron a golpear el tacho de basura moviéndonos un par de centímetros. Vi mi cara de horror en los ojos verdes de Alena y ella vio la suya en los míos, en silencio con la mano le hice una seña hacia un edificio en ruinas que estaba en la calle de enfrente, corrimos a el, con el golpeteo de manos empujando el basurero y nuestros corazones latiendo a más no poder, únicamente dejamos de correr cuando llegamos al tercer piso y fue solo porque ya no había más escaleras.

Me tome un minuto para recuperar el aliento y me acerque a la ventana para ver que había sucedido, al comienzo no lo entendía, mucha gente salía corriendo desde el callejón, pero no había ni rastro de los guardias que nos seguían, una vez que esas personas se alejaron lo suficiente salió uno de los hombres con uniforme de abajo del basurero, cojeando caminó en dirección opuesta al lugar donde habían ido las otras personas. No iba a llegar muy lejos, al menos no con esa pierna así.

-Tenemos que seguirlo -Dije a Alena quien me miró horrorizada.

-Con suerte escapamos de ellos ¿Y ahora quieres correr hacia él?

-Está malherido, no le queda mucho y sólo preguntándole a él podremos saber qué está pasando exactamente -Alena me miró poco convencida- Y sabremos que pasó detrás del basurero...

Pese a que ella no estaba muy convencida sabía que tenía razón, al cabo de un rato lo seguimos, no fue muy difícil, ya que había un camino de sangre que seguir. Tenía miedo de encontrarlo muy tarde y no poder responder todas mis preguntas, lo que, por suerte, no fue así. Lo encontramos un par de cuadras más allá, estaba recostado en un muro con su pierna sangrando. Al vernos pareció asustado, al cabo de unos segundos vi en su rostro como nos reconoció y suspiró aliviado.

-¿Qué fue lo que pasó? - pregunté lo más calmada que pude. El hombre se tapó los ojos con una mano, su labio inferior estaba sangrando.

-No me lo creerían.

-Yo lo creeré, solo dinos o terminaremos como tú. -Alena me miró como si fuera el diablo personificado.

-Artemix, está herido. Intentemos detener el sangrado, luego las preguntas.

- Puede que no haya un "luego", Alena. - Dije lo más fría posible para que lo entendiera.

- Tú haz tus malditas preguntas. Yo me encargaré de él. - Sacó su cinturón y lo ató a la pierna del hombre quien se quejó un poco en voz baja.

- ¿Cual es tu nombre? ¿O te seguimos diciendo hombre hasta tu muerte? -Alena me fulminó con la mirada.-¿Qué?

- No te preocupes, Alena ¿Cierto? Tu amiga tiene razón, ni con tres cinturones podrías parar el sangrado. Y por otra parte estoy infectado...

-¿Infectado? -Mi curiosidad salió a luz- ¿Con qué?

-Esos malditos, no son humanos, no del todo. Su metabolismo es diferente, casi ni respira, solo necesitan un poco de CO2 para vivir por días, semanas tal vez. Eso hace que sus tejidos se debiliten, en su sangre no hay oxigeno, por lo que simplemente cambian de sangre... Desangran a sus víctimas lo más que pueden antes de que mueran. - Hizo una leve pausa, se notaba que hablaba con dificultad, tomo aire y por un largo rato sostuvo mi mirada- Solo hay dos formas de contagio, sangre-saliva (tu sangre, su saliva) o sangre-sangre. Por cierto, soy Rob.

-Gracias por decirnos esto Rob.

-Chicas -Alena apretó un poco más el torniquete que intentaba hacer, Rob dejó escapar un gemido- No sé cuanto lograran sobrevivir aquí afuera, lo más seguro es que vuelvan a la escuela. Esas cosas andan en grupos, grupos grandes, ustedes son solo dos, así que a menos que vuelvan y logren convencerlos de que no están contagiadas no les veo mucha oportunidad.

-Gracias, pero no sé si podamos volver ahí. -Respondí.

- ¿Por qué?

-Problemas internos. -Alena ya había terminado con su cinturón por lo que le di el mio.

-No, chicas, no se preocupen. Eso ya no sirve de nada, quédense con eso, es preferible que no se les caigan los pantalones si van a correr de esas cosas. -Rob río secamente.

-Esta bien, creo que tenemos que movernos, llegar a algún lugar seguro. ¿Crees que puedas caminar? - Volvió a soltar una pequeña risa.

-Yo ya estoy muerto. Si hay algo que pueden hacer es dispararme. -Rob sacó una pistola de su cinturón y me la extendió.

- No podemos hacer eso. -Alena me miró fijamente con algo de pánico en sus ojos- No puedes hacer eso.

- Por favor, no quiero ser como ellos. No me queda mucho. -Miré al hombre por un buen rato, a él y a la pistola, lo dudé. Mucho. Pero él estaba sufriendo, claro podía dejarlo ahí y esperar que muriera desangrado o que se convirtiera, en el peor de los casos otro grupo de infectados lo iban a encontrar y terminarían el trabajo. La idea se hizo más horrible de lo que creí. Tome el arma.

-Artemix, no puedes, es un humano, es una persona, como tu, como yo ¡¿Cómo puede siquiera cruzar esa idea por tu cabeza?! - Mi amiga estaba aterrorizada.

-Por favor niña -Rob me miró a los ojos, suplicando.
No puedo describir el sentimiento que tuve al ver sus ojos marrones, tan desesperado, tan desesperado por su propia muerte. Apunté el arma a su cabeza sin cabello.

-¡Artemix, detente! -Gritó Alena, con una mezcla de súplica y demanda en su voz. Mis manos comenzaron a temblar, no era la primera vez que tenía un arma en mis manos, pero si la primera vez que le apuntaba a una persona con ella.

-¿Esto es lo que quieres? -Pregunté, intenté parpadear las lágrimas. Estaba apunto de matar a un hombre.

-Por favor -Cerró los ojos. Me tome unos segundos, ya estaba lista para apretar el gatillo- ¡Espera! -Su voz me sobresaltó, casi tiro el arma al suelo- Una cosa más, sé que no me deben nada, pero por favor, cumplan uno de los deseos de este pobre diablo. -Con pesades busco algo en el bolsillo de su uniforme- Tengo un hijo -Sacó un papel y nos mostró la foto- Su nombre es Dean, tiene 14 años, por favor, no dejen que se convierta en esto y si pueden salvenlo. - "y si pueden salvenlo", esas palabras quedaron en el aire unos minutos, tal vez dos o tres, hasta que les di un significado. Él no quería que nos hiciéramos cargo de su hijo, no del todo. Él esperaba que nosotras le demos muerte antes de convertirse. Negué con la cabeza. Alena estaba tan atónita como yo - Por favor, vive a unas cuadras de la escuela, esas cosas pronto los encontraran. No dejen que ellos lo lastimen. Ahora sí pequeña, hazlo. -Cerré los ojos y asentí. Sentí como una lágrima corrió por mi mejilla antes de jalar el gatillo.

Distopic Antaum.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora