Capítulo 5

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Capítulo 5

"La escritura es la pintura de la voz."

Voltaire

La serendipia es la facultad de llevar a cabo hallazgos afortunados e inesperados por accidente o casualidad, de algo que no se estaba buscando o investigando y que sin embargo son la pieza que le faltaba a la solución de otro problema existente, bien finalizando un camino de una larga y tediosa búsqueda o de cosas no buscadas.

Muchos han sido los descubrimientos científicos y tecnológicos que se han logrado de esta manera, desde la ley de gravitación de Newton, el descubrimiento del oxigeno, el Blandi-Blub, el pósit, el láser, los rayos X o incluso la dinamita, hasta llegar al descubrimiento de la aspirina, el LSD, la insulina, la vacuna de la viruela, la viagra y la penicilina, realizado por sir Alexander Fleming.

Sin ninguna duda tu eras eso para mi, y no me estoy refiriendo a que tu me mantuvieras con los pies en el suelo y me permitieras respirar, te mantuvieras siempre pegada a mi o me hicieras capaz de ver en mi interior. Me refiero a que tu, Carmen, eras el golpe de serendipia que hacía falta en mi camino, que sin buscarte habías llegado hasta mi y habías conseguido solucionar problemas en mi vida de los que ni siquiera conocía su existencia.

En cualquier caso, para realizar un descubrimiento científico el investigador ha de estar preparado para ello y debe tener un profundo conocimiento en el campo del hallazgo, además de capacidad para "verlo que otros no han visto y pensar lo que nadie ha pensado".Pasteur decía: "En los campos de la observación, la casualidad favorece solo a las mentes preparadas".

Aquí estaba el quid de la cuestión, ¿estaba mi mente preparada para el torbellino de sensaciones que me acechaban? ¿tenía acaso yo un ápice de conocimiento en el amor? Desde luego que en ambos casos la respuesta era un rotundo no.

Me sentía como supongo se sentiría Amstrong al pisar la luna por primera vez. Un aura de incertidumbre me rodeaba como si de un gas tóxico se tratara, dejándome, por momentos, sin respiración.

Eras mi más complicado enigma y no sabía si llegaría a resolverte, pero era una incertidumbre que me gustaba. Una incertidumbre que describiría como la sensación de desasosiego que tiene un niño antes de abrir sus regalos de navidad y, seamos sinceros, cualquiera pagaría por tener esa sensación todos los días de su vida.

Los días pasaban y yo no me cansaba de verte. No nos encontrábamos día si y día también, más bien manteníamos tropiezos casuales en los que cruzábamos un par de palabras, un par de sonrisas tontas, un par de miradas furtivas...

Una de tantas aburridas tardes de invierno, era domingo si no recuerdo mal, estábamos todos los integrantes del piso congregados en el salón sin nada masque hacer que mirar como las imágenes se sucedían en la caja tonta una tras otra, una tras otra, una tras... ¡No aguantaba más!Decidido me levanté dejándome llevar por mis pies hasta mi habitación. Me vestí algo mas arreglado de lo habitual, vestido para impresionar pensé mientras veía a mi reflejo peinándose en el espejo. Me puse un abrigo calentito, una bufanda y mis inseparables auriculares conectados al móvil y en un pestañeo ya me encontraba en la calle con rumbo fijo. Me había cansado de encuentros fortuitos y acudía a ti como una polilla que ronda la luz.

En pocos minutos me encontraba frente a la cristalera de El Molinar. Por un segundo me mantuve estático frente a el grueso vidrio. Tan solo observaba y es que, por momentos, lo bonito es eso: parar y darte cuenta de todo lo que puede llegar a acontecer a tu alrededor. En ese instante, por ejemplo, en una mesa una pareja de ancianos acababan de dar los últimos sorbos a una humeante taza de café y, a su vez,entrelazaban sus manos con ternura y cruzaban sus miradas con,seguramente, el mismo amor que la primera vez. Yo quería lo que esos dos ancianos tenían. Yo quería eso. Contigo. Yo quería que tu y yo nos miráramos así una vida entera, o si fuera humanamente posible,dos.

CarmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora