Libro I
Estaba convencida de que mi vida sería completamente normal, cuándo dejó de serlo.
¿Qué harías?
¿Estarías la mayor parte de tu tiempo encerrada?
¿Serías capaz de vencerlo?
¿Qué pasa si sientes que te miran todo el tiempo?
¿Te dejarías vence...
Tal vez, exista un lugar donde la gente no catalogue a las personas como "Locas" solo porque tienen pensamientos muy diferentes a los suyos. Solo porque creen en un mundo de fantasía.
Sé que yo no lo estoy, es imposible que lo que vi, no sea real. Me niego a creerlo.
Siguiendo con los acontecimientos de ese día. Me quedé parada, en medio de un jardín de alguna de las casas de mi vecindario y por instinto cerré los ojos pensando todo me lo había imaginado.
Cuando los abrí, estaba en un pasillo de algún hospital.
La ansiedad se hizo acopio de mí. Me costaba respirar, sin embargo, no deje que eso me dominara como otras veces.
La luz fluorescente proveniente del techo daba ese aspecto de película de terror. Traté de caminar a través de las camillas apiladas y ensangrentadas que obstaculizaban mi paso. A algunas les pasé por el lado a otras tuve que rodearlas procurando no tocar nada. Al final del pasillo había un letrero.
Hospital psiquiátrico.
¿Cómo llegue ahí? Una de cientos de preguntas sin respuestas.
En un abrir y cerrar de ojos el pasillo se inundó de humo, esta vez no tenía salida, mis piernas no me permitían correr, el humo comenzaba a entrar y a atorarse en mis pulmones.
Voy a morir.
Esas tres palabras eran las únicas que pasaban por mi cabeza. Sentía como el aire abandonaba mi organismo y mis pulmones se contraían. Lleve mis manos hasta mi garganta como si de alguna forma pudieran eliminar la toxicidad. Mis ojos lagrimeaban y lo último que recuerdo... es una mano alargada en mi dirección.
Quisiera poder describirte todo como sucedió exactamente. Pero cada día tengo que lidiar con los lapsos perdidos de memoria, cada día recuerdo algo nuevo y cada día olvido otro. Como dije antes, me gustaría escribir todo de un solo golpe, pero nunca puedo, ni eso puedo hacer sin que la enfermiza sensación, sin que la mirada penetrante proveniente quizás incluso del polvo, de las partículas suspendidas en el aire, de la energía, de sea lo que sea, me consuma.
Cassie.
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