"¿Cómo un pequeño e insignificante pedazo de cartón podía generar el silencio más sepulcral?" Se preguntaba Henriette mientras comía la sopa de verduras que Olivia había preparado para la cena.
Los tres hermanos estaban sentados a la mesa, sin intención alguna de iniciar conversación. La cara de Gilbert mostraba contrariedad y cierta molestia mientras que Olivia estaba bastante relajada como si el ánimo actual entre los tres fuese normal. Henriette por su parte estaba muy seria, y no del modo defensivo sino que meditaba los pros y contras de la invitación.
—No puedo creer que estés considerando ir, Henn. —le recriminó Gilbert, rompiendo el hielo.
—Deja de joder, Bert. La que tiene la última palabra es ella, no tú. —contestó Olivia, hastiada llevándose un trozo de pan a la boca.
—No te metas, esto no es contigo. —la amenazó su hermano, con una voz cortante a la vez que la señalaba.
—¿Pueden callarse? —los reprimió Henriette, procurando guardar la calma. Odiaba cuando sus dos hermanos discutían.
Gilbert las fulminó con la mirada y dio un sorbo a su bebida. Si bien era el hombre de aquella casa las órdenes de Henriette inconscientemente aún pesaban sobre él, como si fuera un niño. Olivia no rechistó, simplemente siguió cenando.
—Ir a la fiesta Zimmerman es como meterse a las fauces de un lobo. No te conocen, vas a despertar demasiada curiosidad. Y no va a faltar quien quiera saber más allá de tu nombre y tu trato con la señora de la casa. —aseguró Gilbert, reanudando su cena.
—Pero estamos totalmente limpios. —respondió Olivia. —Incluso al Blockleiter le consta.
—No te fíes tanto del Blockleiter, esos cabrones son conocidos por poner lo que quieren en sus registros, no en vano casi todos le temen. La curiosidad puede ser perversa y es mejor no despertarla.
—Bert, no es tan fácil. —dijo la mayor de los tres, alternando su mirada entre sus dos hermanos. —Créeme, el simple hecho de pisar aquella casa en un momento fuera de mis horas laborales y probablemente estar rodeada de oficiales que siempre están al asecho me pone nerviosa. Pero el declinar la invitación de Frau Helga, quien se ha comportado excelente conmigo puede tener consecuencias. Lo puede tomar a mal y puede prescindir de mis servicios. Tú más que nadie comprende que no podemos darnos el lujo de cerrar una entrada de dinero como la que yo obtengo, la cual nos ha ayudado bastante. —Olivia asintió, coincidiendo con las palabras de su hermana. —Gracias al sueldo que tenemos los tres se puede decir que vivimos levemente por encima de la media. Estar a este nivel nos beneficia bastante en mantener la misión a flote. Por eso y mucho más, debo de ir. Confía en mí, sabes que no los pondría en peligro.
Su hermana dio en el clavo. Logró que Gilbert reflexionara a mayor profundidad, era cierto que sin lo que ganaba Henriette a duras penas podrían llegar a fin de mes y su encomienda no tardaría en desmoronarse. Pero su temor real no tardó en asomarse: la poca solvencia económica que pudieran tener no lo preocupaba demasiado, los tres habían salido de crisis realmente crudas. Más bien el ser descubiertos por Schutzstaffel o la Gestapo. Si eso ocurría sería el fin de la misión y de sus vidas. Pese al buen argumento, su respuesta estaba más que definida.
—Aun así no estoy muy convencido que vayas. Sé que el dinero apremia pero no quiero verte envuelta en un riesgo innecesario.
—Gilbert, por dios. —se quejó Olivia, disgustada.
— ¿Estás dispuesto a bajar nuestros ingresos? —inquirió Henriette, queriendo hacerlo reflexionar de nueva cuenta.
—Mi respuesta es no. Soy el único hombre que queda en esta familia, prometí a nuestros padres y abuelos cuidar de ustedes dos. Si somos un poco más pobres de lo que actualmente somos no importa, ya nos la arreglaremos si la señora Helga te despide. Podrías regresar a dar clases en ese colegio católico, te iba bien ahí y no dudo que quieran recibirte de nuevo. —respondió con frialdad. —Pero no vas, Henriette. Sé que eres nuestra hermana mayor pero las decisiones finales las tomo yo.
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Encrucijada en tiempos de guerra
Fiksi SejarahSegunda guerra mundial. Henriette Götze es una institutriz en Berlín, encargada de educar a los hijos menores de la familia Zimmerman, de las más acaudaladas en toda la capital. La vida no es sencilla para ella gracias a los sucesos que se dan a cad...