El amante

31 2 0
                                    

Las puertas del elevador se abren, camino hasta la oficina de mi socia y a mi paso me encuentro con su secretaria. Le saludó con una sonrisa haciendo que ella se ruborice y se ponga nerviosa al tenerme tan cerca.

--Buenos días Sam, estará tu jefa-- le guiño el ojo, su rostro se sonroja aún más
--Está ocupada, se encuentra con el señor Mills -- genial está con su esposo.
--Gracias linda-- le tomo del mentón, beso su mejilla y espero en el sillón hasta que ella esté libre. Ojeo una revista de deportes para hacer menos larga mi espera, estoy por tomar otra cuando las puertas de abren. Tom sale y detrás de él, ella aparece. Al verme sonríe, Tom se despide con un beso y sube al ascensor.

Camino hasta la puerta, la saludó cortésmente en la mejilla y entramos. Antes de cerrar, le pide a Sam que no seamos interrumpidos, ella asiente. Me acomodo en su cómodo sillón de piel mientras observo el papeleo que tiene en su escritorio. Ella regresa con dos copas de coñac y se sienta en mi regazo. Bebe un poco y enseguida me besa, yo llevo mis manos hasta su trasero y lo estrujo.

--Saldrá de viaje así que por una semana entera estaré sola—desabotona mi camisa para poder escabullir sus finas manos en mi pecho. Yo hago lo propio, quiero sentir la piel de su trasero.
--Si gustas puedo ir a cuidar de ti, asegurarme de que te metas a la cama muy temprano y que ningún monstro quiera hacerte daño—susurro cerca de su oído logrando que se estremezca.
--Y si un hombre lobo quiere comerme— dice sugerente 
--Yo me encargare de ahuyentarlo. La única persona que puede comerte soy yo—tiro de su lóbulo y ella gime
--Dae, siempre he querido comprobar que tal amplio es mi escritorio—se levanta de mi regazo. Lleva sus manos a su espalda y enseguida el vestido entallado que llevaba cae con gracia, dejándola sólo en ropa interior. Mi pulso y respiración se aceleran, viste un hermoso conjunto negro de encaje, sus piernas son cubiertas por la lycra de las medias, que son sostenidas por aquel ligero. Ella se sienta en el escritorio y hace a un lado todo el papeleo sin importarle que caigan al piso
--Si gustas te puedo ayudar a descubrirlo. Siempre he querido tenerte así, contra el escritorio— bajo el cierre de mi pantalón y saco mi miembro que empieza a despertar. Beso sus muslos, su monte de Venus, abdomen y me detengo en sus pechos que son presa del sostén. Bajo las copas y reparto besos entre ellos, tomo entre mis dientes uno de sus pezones, tiro, succiono y muerdo, ella gime y hago lo mismo con el otro. Hecha su cabeza hacia atrás, sus labios pronuncian incoherencias y palabras sucias, mismas que me ponen más animado.

Bajo mi mano hasta su intimidad, hago a un lado sus bragas e introdujo mis dedos, se siente tan cálido y húmedo, indicándome que esta lista para recibirme. Mi miembro chorrea, necesita ser atendido así que separo sus piernas y me hundo en ella. La embisto despacio mientras sigo besando sus labios, mis dedos se encargan de sus pezones. Ella mueve sus caderas pidiéndome más intensidad pero yo niego, quiero que esto dure  así que salgo de ella, se queja, la toma de las caderas y la recargo boca abajo en el escritorio y la vuelo a penetrar. Esta vez las estocadas son más salvajes, más profundas y sin piedad. Los gemidos son más sonoros que pienso que su tímida secretaria debe de estar muerta de vergüenza y eso me agrada, quizás en otra ocasión la invite a formar parte de mis encuentros con su jefa.

Beso su espalda baja, dejo pequeñas marcas y le obsequio una palmada en el trasero haciendo que se queje pero enseguida gime de placer. Otra palmada y puedo escuchar un “mmm”, lo está disfrutando y eso me vuelve loco. Tomo sus caderas y a cada embestida la empujo contra mi pelvis para hacer más profunda la estocada y tocar aquel punto que la lleva al cielo. “Más” me pide y yo la complazco, sus piernas empiezan a temblar, se que está a punto de correrse así que bajo el ritmo, quiero que los dos lleguemos al orgasmo juntos. Siento que una corriente eléctrica recorre cada parte de mi cuerpo, el clímax está por llegar así que la penetro más rápido y profundo hasta que los dos nos elevamos al Olimpo e incluso tocamos las estrellas.

--Te espero esta noche en mi casa, no vayas a dejarme sola— dice mientras se enfunda en aquel entallado vestido
--No te preocupes, este lobo aún no ha terminado de comer a caperucita—besos sus labios y salgo de la oficina. –Nos vemos Sam— me despido de aquella chiquilla que está más roja que un tomate. Oprimo el botón del ascensor y antes de que las puertas se abran me atrevo a regresar con Sam –También puedo ser tu amante. Preciosa— besos sus labios y me adentro en aquella caja metálica.

*************

One Shot de Big BangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora