Cuatro

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|N/A: La canción en multimedia ayuda a la comprensión del capítulo por lo que si la escuchan al tiempo en que leen, sería perfecto.|


Quería que envolviera sus muñecas y tobillos juntos con aquel listón.

Ante aquel pensamiento Amanda sintió una completa revolución de sentimientos contrariados en su cuerpo. El deseo de hacerlo y el miedo de siquiera intentarlo.

¿Podría confiar con semejante acto ante ese hombre?
¿Entendería que eso traspasaba sus límites auto impuestos y violaba su amor al control?

La miraba sin retroceder un paso, en sus ojos el deseo y la lujuria estaban presentes. Temió de forma diferente, quería probar todos los caminos a Hanz pero no sabía si podía terminar lastimada por sentimientos que aparecerían si quizás aceptaba.

Era un punto sin retorno donde caía o salía victoriosa.

El deseo se acumulaba en la parte inferior del cuerpo de Amanda, sus mejillas se comenzaron a teñir de un vivo y sensual rosado fuerte casi rojo. Hanzel miró sus labios que se encontraban secos, que de forma involuntaria la castaña los abrió y mojó con delicadeza y maldad cada uno para luego morderlos por turnos mientras lo miraba. Siempre sus ojos en él.

—¿Sabes qué me torturas?

Asintió y una sonrisa pícara apareció en sus labios aún de color rojo. Él haló las cintas que ya se encontraban enredadas de maneras confusas en sus muñecas, el espacio entre ellos desapareció. Cerró el nudo y pudo entender que la iba a besar. Bajó la mano que tenía el control del listón, de manera rápida amarró su muñeca derecha a lado de sus manos. De manera que aquella mano envuelta en listón podía ser libre pero sin dejar el mando.

La colocó en su cintura al instante en que volvió a darle una vuelta de ciento ochenta grados para que de nueva instancia se mirara al espejo del cuarto de baño. La mano que anteriormente estaba en su cintura avanzó por debajo del vestido, haciendo a su cuerpo moverse mientras los dedos de ambos se rozaban y tocaban la delicada piel de Amanda. Por otra parte la otra mano de Hanzel tomó vida propia en dirección al cuello de la mujer apretándolo con la fuerza suficiente para tenerla a su disposición sin causarle un daño grave. Así mientras por un lado una mano iba subiendo la falda del vestido la otra la mantenía quieta en tanto era besada y mordida en los labios sin consideración alguna.

Era suya aunque no había pronunciado palabras desde su descubrimiento de aquello que añoraba por medio de esas cintas.

Hanzel encontró el borde de las bragas que deducía eran de encaje y Amanda soltó un ligero jadeo cuando sintió la íntima caricia que le brindaba su amante.

—Mira como me pones cuando sé que me dejas tomar el mando.

Un gemido salió desde lo profundo de la garganta de Amanda al momento en que le mostró aquello que comenzaba a crecer de tal excitación. Invadiendo de mayor deseo a Hanzel que lamía el delgado cuello de la mujer cuyo cabello se hallaba recogido y su cuerpo tomaba las riendas. Ambos emitían sonidos que adornaban el piso antes silencioso.

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