Las Vacaciones: Parte III

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Llegamos a casa envueltos en un silencio intranquilo. La mañana era hermosa, clara, con verdes brillantes, marrones sucios, y la madriguera tan extraña como siempre. Seguía dándonos la impresión que caería de momento a otro.
Pero no dijimos una palabra de nada. Después de lo sucedido no quería hablar con Fred.
Jamás creí oír de sus labios que me dejaba. Ante cualquier cosa, era imposible revertir la situación, a menos que nos separásemos por completo. No sé si era por más afecto de lo normal realmente, o cómo, pero toda la vida nos bañamos juntos, dormimos juntos, hacíamos bromas juntos. Fred no era Fred sin mí, porque yo tampoco era yo sin él. ¿Habría sido un error desde el comienzo lo nuestro? Éramos hermanos, al fin y al cabo, seguiríamos viéndonos. Me dolería tanto verlo distante, bueno... como realmente tendría que ser.
—¿Sucede algo?— lo oí preguntar. Creo que es la única persona en el mundo capaz de darse cuenta cuándo me siento mal. —¿George?
—¿Alguna vez dije que te amo?— le pregunté, con culpabilidad. Pensaba en la conclusión a la que él había llegado era buena, debíamos separarnos, pero me dolía demasiado.
—¿Y eso?— sonrió.
Lo abracé y él correspondió. Estábamos cerca de la laguna. No se me ordenaban correctamente los pensamientos.
—Tienes razón— dije. —Tendríamos que haber terminado cuando lo pediste...
—Repito, ¿y eso?— bromeó.
—Aunque no quiero hacerlo— no lo escuché.
—Ni yo— respondió, serio. Vaciló un momento. —Al igual que tú... Creo que jamás te dije "te amo".
Negué con la cabeza
—Si no es tarde, te amo— susurró.
—Yo también, Freddie.

En casa desayunaban. Todos estaban sentados en la mesa, con abundante comida en los platos. Había que admitir que desde la llegada de Bill y Charlie (trajeron un poco de dinero) comíamos mejor.
Nos escurrimos por la puerta sin desear hacer ruido, aunque mamá, siempre tan alerta, se dio cuenta de nuestra llegada. Incluso se hallaba Percy. Seguramente llegó usando la aparición. Regodeaba el haber pasado el examen.
—¡Creí que no regresarían para desayunar!— nos regañó mamá. —George, tardaste demasiado en ir a buscar a tu hermano; Fred, ¿En dónde te metiste? Estuve muy preocupada.
No dijimos una sola palabra, aun mi gemelo -vengativo- se limitó a hacer una mueca de arrepentimiento, sin mirarla.
—Vengan a la mesa, les serviré algo— se resignó.
Nos sentamos. A Fred se le notaba el disgusto. Papá le preguntó dónde había ido, pues lo vió cuando salió enfurruñado. Comentó a modo de gracia el comentario de "Tus hijos me sucedieron" sabiendo que no nos enojábamos con él, pero entonces Freddie lo miró serio.
—Si no se metieran tanto en mi vida anoche hubiese dormido tranquilo— comentó.
Papá se quedó estupefacto.
—Lo dudo, ¿hasta qué hora debatieron ustedes?— preguntó, mirando a Bill, Charlie y por último a mí.
—No importa— dijo Charlie, con una sonrisa. —Al menos Fred está bien.
Realmente peleamos bastante hasta que mamá nos ordenó hacer silencio, y Bill y Charlie fueron a dormir, para alivio de Ron, que no me dirigía una palabra.
—Bueno, si cuidasen lo que andan haciendo por ahí se podría haber evitado— agregó Bill. Por lo general parecía un tipo cool, un hermano perfecto. Pero era arrogante cuando quería.
—No te metas— respondió Fred.
—Es verdad— continuó.
—Si, como tú y Charlie— sinceró, aliviando la expresión.
—¿Qué dices?
—Venga, no nací ayer.
Siquiera yo entendía eso, y era mi gemelo. Un gesto y comprendíamos todo, pero entonces...
—Cuenta lo que sabes y te puedo joder la vida también— y bebió de su taza de té con paciencia, airoso de victoria.
Bill y Charlie se pusieron pálidos, intentando disimularlo.
Ni papá, ni mamá, Percy, Ron, Ginny, incluso yo. Fue como una pared separándolos de nosotros. Y ahí se estancó la conversación.
Creo que Fred con esas palabras logró quitarse a nuestros hermanos mayores de encima. O bien, creí eso.
Afuera, arrojando gnomos lo más lejos posible, vino Bill y ayudó.
—Así que lo sabían— dijo.
No quise admitir que estaba ajeno a toda la conversación de un rato antes.
—Si— Fred tenía una sonrisa. Levantó un gnomo, se acomodó el cabello hacia atrás y lo arrojó. —¿O piensas que eres el único descubridor de secretos por aquí?
—¿Desde cuándo?
—A ver...— dubitaba divertido. —Será antes de ir a Hogwarts... No, no, ya era el último año de Charlie... Entonces... Quizá... ¿A los nueve?... Puede ser...
—¿Todo este tiempo?— preguntó Bill, desorbitado.
—Claro.
Mientras seguía arrojando gnomos, ellos ya habían parado. Me quedé de pie, con uno en la mano.
—Igual ya es cosa del pasado— explicó Bill. —Ahora no hay nada.
—¿En serio?— Fred se hacía el idiota.
—No le contamos nada a mamá ni papá sobre lo de ustedes— Bill quería parecer tranquilo. —Así que hazme el favor.
Se fue, así de misterioso como llegó.
—¿Qué pasó?— pregunté. No entendía nada.
—Cuando éramos chicos los vi follando en su habitación...— arrojó otro gnomo. —No digas nada, Georgie.
Miré para atrás, no había nadie.
—¿Por qué no me lo habías contado?— era extraño.
—Recién acabo de recordarlo— no le dió importancia. —Aunque... me tienta contarle a mamá lo nuestro, para arruinar la imagen de ellos— me guiñó un ojo.
—No vayas a ser tan idiota— sonreí.
—En cualquier caso...— se acercó. Me pasó la mano por el cabello, lo echó atrás. —También tendríamos otra libertad— y me besó.
Me ponía de los nervios estando cerca de casa. ¿Por qué a él no?
Corrí la cabeza hacia atrás y le puse la mano en su boca, cubriéndola.
—Aquí no— lo reprendí.
Me llevó con los brazos hacia él, apretándome contra su cuerpo y susurró, con una sonrisa,
—Podríamos hacer tantas cosas en este lugar.
Le pasé los brazos sobre los hombros. Con una mano en su cuello y la otra sobre uno de sus brazos respondí, muy cerca de su oído. Sentiría mi respiración, el suave roce de mis labios contra la oreja.
—No.
Se apartó. —¡Eres horrible!
Reí un buen rato con eso.

Ya en la habitación de Ron, cuando él estaba acostado, entramos por sorpresa. Afuera había sol y un calor muy pesado. Nos sentamos en la segunda cama tan rápido que rebotamos un poco.
—Ronnie— comentó Fred, cantando. —¿No dirás nada, o sí?
—Si mamá me diera la habitación de ustedes a cambio, podría hacerlo— lo desafió.
—Pero no lo harás— me acerqué y senté en su cama. Fred hizo lo mismo y al momento que Ron se incorporó le puso una mano en la cabeza.
—Porque la pasarías muy mal— agregó.
—No querríamos hacerlo...
—Pero si lo buscas...
—No podremos hacer nada.
—Ya sabes, Ron;
—Queda en tus manos.
—Si mamá se entera no sé cuánto tiempo más estén por aquí- al parecer, Ron comprendía la situación mejor que nosotros.
—Lo suficiente para atormentarte– respondió Fred, sin borrar su sonrisa.
—No queremos que por casualidad cayera una lluvia de tarántulas encima tuyo— proseguí.
—Por la noche;
—Cuando duermas;
—Y no te puedas mover.
Ron tragó saliva.
—Entonces ustedes tampoco vuelvan a molestarme— intentó ordenarnos, más en tono de súplica a nuestros oídos.
—Eso no está en discusión— tomó Fred asiento a su otro lado.
—Además no tendrías que meterte en nuestros asuntos— le recordé.
—A menos que nos quieras ver otra vez, con menos que el otro día— se le acercó bastante.
Nuestro hermano estaba rojo. Tan nervioso que le temblaba el labio.
—Son un asco— dijo.
—Ya crecerás Ron— hablé.
—Y verás que no lo somos.
—¡Pero son hermanos!— titubeó. —¡Son gemelos!
—Bueno, no podemos cambiarnos ni la sangre ni el aspecto— se sinceró Fred. —Verás que cuando te guste alguien...
—No te va a importar mucho como luzca— me apresure a terminar la frase.
—Y siempre podrás diferenciar a esa persona de los demás— Fred tenía una cara de felicidad muy extraña, y eso que de los dos era quien menos hablaba a Ron. —Sino, mira a Bill y Charlie— se puso de pie y le guiñó un ojo. —Nos vamos, George.
Me lo tendría que haber esperado. Yo sé cómo piensa Fred, en algún momento lo diría.
—¿A Bill y Charlie?— preguntó antes que saliéramos de la habitación.
No nos detuvimos a responderle. Nos escabullimos por el marco de la puerta y bajamos las escaleras, Fred saltando de a dos escalones, con júbilo. Era todo un niño cuando quería. Ya veía venir a mamá enterada de lo nuestro por culpa de que Ron preguntase a Bill o Charlie sobre el tema, y que en venganza lo revelaran. A esas alturas, de todos modos, dudaba si en verdad eso le importaba a mi gemelo.
Pasamos por la puerta del cuarto de Percy, sin detenernos aunque estaba entreabierta. Por suerte, hasta el momento, no discutimos con él.

—¿Así que vendrán Harry y Hermione?— preguntó Fred durante la cena. Era la primera vez en un largo tiempo que estábamos todos juntos.
—Conseguí entradas para ellos también, será divertido— respondió papá.
—Ya me parecía extraño que este año no viniesen— acoté.
—¿Qué quieres decir con eso?— preguntó Ron, molesto.
—Eso, que no vienen hace tiempo— ignoró Fred el tono de voz. —¿Vendrán a dormir?
—Antes de ir tendrían que estar acá— du.bitó papá. —A Hermione la traerán sus padres... Pero hay que esperar la respuesta de Harry.
—¿Podemos ir contigo a buscarlo?— se anticipó.
—Y con eso del equipaje creo que deberé llevarlos... Sin ningún truco, chicos— advirtió con una sonrisa, y mamá sin saber qué sucedía lo fulminó con la mirada intentando adivinar.
En tanto, Ginny estaba roja. Quizá muy emocionada por los juegos... era lo de menos, estaba feliz porque Harry vendría a casa.
—De todos modos alguien parece estar más emocionada que Ron— comenté a Fred lo suficientemente fuerte para que llegara a los oídos de nuestra hermanita. Lo notó.
—George, no te burles de Ginny— sonrió Fred. —Ya pasó de moda...
Bill la miró, después a nosotros. Tal vez porque era nuestra única hermana, pero la sobreprotegíamos en sentido de noviazgo y todo eso.

Antes de dormir, en la habitación de Ron (que intentaba parecer lo más normal aunque Fred me besara o viceversa), nos advirtió con cierto cese de vergüenza:
—Si Harry viene dormirá aquí... Así que no hagan nada raro cuando llegue.
—¿Qué dices, George?— comentó Fred.
—No lo sé, Freddie... Lo pensaré.
Solo con eso y logramos espantar a Ron hasta que llegara el día en que Harry dormiría en la misma habitación. Incluso nos recordaba todos los días cómo comportarnos. Parecía Percy.

Fred y George - Los Gemelos WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora