Amor platónico

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Recuerdo haber sido (y ser) un perdedor, me daban muchos nervios enviarle tan siquiera un “Hola” a cualquier persona. Y cómo ella me había parecido tan linda, aún peor. Pero 2 días después, abrí su chat, y escribí un simple, y sencillo “Hola”. Estuve minutos enteros cuestionándome sí debía, ó no, enviar el mensaje. Entonces cerré los ojos, pensé en gatitos, y oprimí intro antes de arrepentirme.
De inmediato, abrí otra pestaña, para pensar en cualquier otra cosa. No paso mucho tiempo cuando noté que tenía un nuevo mensaje de aquella persona desconocidamente... Linda...
Entré con muchos nervios nuevamente a la red social... Temía ver un “¿Quién eres?”, “No me hables”, “Eres feo”, “¿Qué quieres?”, pero en cambio, había un simpático “Hola :3”. No voy a mentir, me sorprendió bastante. Pensé que me iba a ignorar.
Me quedé un rato admirando la pantalla, pensando qué escribir. Y transcurrí a lo de siempre:
-¿Cómo estás?
-Bien, ¿Y vos?
En ese instante miré el chat con una ceja levantada, pensando:
-“¿Y vos...?”
Nunca había escuchado esa palabra. Al investigar, me lleve una no muy grata sorpresa, y es que ella no estaba a 1.000 km de distancia, sino 4 veces más lejos. Quedé perplejo por un segundo, pero en vez de asustarme, me fascinó. Quizás porqué nunca había hablado con una persona argentina. En ese entonces, tenían muy mala fama, pero yo quería asegurarme sí era cierto. Me bastaron unas horas chateando con esa chica, para darme cuenta que nunca hay que generalizar a una población entera, con el egoísmo, que algunos tienen.
La conversación avanzaba de tal forma, que a mí me impresionaba. Recuerdo que mientras chateaba con ella los primeros días, mantenía con una estúpida sonrisa frente al PC, esperando sus respuestas con ancias. A veces me daban las 4:00 a.m. sin siquiera darme cuenta. Una vez terminado el chat, me iba a la cama con incontables historias en mi cabeza, cientos de sentimientos en mi pecho, y un cosquilleo en el estómago. Todo eso lo reflejaba con una sonrisa, y horas mirando el techo, imaginando un futuro junto a ella, mientras abrazaba la almohada.
Todo era perfecto, pero seguíamos siendo amigos. Y en uno de los tantos días que quise declararme, ella me pidió un vídeo saludándola.
A mí se me helaron las manos, ¿Por qué?, sencillo:
-Soy feo.
No lo digo para que me contradigan. No lo digo para que me tengan pena. Nunca lo dije nada más por aparentar. Sino que cada uno de mis aspéctos físicos, me hacen visualmente una persona horrorosa. Y yo sabía que hacer ese vídeo era mala idea. Pero al final... Lo hice.
No demostró su inconformidad con palabras, sino con actos. Pasó de un vocabulario tierno, a palabras secas y mensajes cortantes. Intenté remediarlo, demostrándole que a pesar de ser imundo por fuera, tenía un mundo entero dentro de mí, dedicado a ella. No recuerdo sí lo conseguí.

No recuerdo sí fue el mismo día, ó fue una fecha distinta. Pero recuerdo haberle pedido una nota de voz.
En un instante había un audio en mi bandeja de entrada... Y en un tono tembloroso, decía
-Es horrible mi voz~.
Reproducí el mensaje unas 20 veces. Ya no había ninguna duda. Era perfecta. Y de inmediato la contradije
-Claro que no. Tu voz es preciosa... Al igual que tú...
Muchas veces se me escapaban los “Te quiero”. A veces inclusive un “Te amo”, sin saber el peso de esas palabras.
Llegó el mes de agosto. Ya me había intentado declarar varias  veces, pero sin ningún éxito. Pero una mañana, noté algo inusual...
Todo iba cómo de costumbre:
-Te quiero.
-Y yo a vos, pero no me has preguntado algo...
-¿Qué cosa?
-Nada
Sabía qué algo tenía entre manos, ¿Pero qué era?, no tenía tiempo de pensar, porqué me estaba alistando para una cita médica. Entonces... Me volví a arriesgar...
-Creo saber... ¿Quieres... Ser... Mi novia?

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