CAPITULO II

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CALMA

Pasaron toda la noche con él hasta que amaneciera, mis padres no podían creer que Jale se había ido, pero esta vez para siempre y que jamás regresaría, llego la mañana más triste, donde se sentía un silencio espantoso, a los pocos minutos llegaron los vecinos para ayudar con lo del entierro.

Mis padres fueron a mirar la carpintería, quedaron asombrados, no podían creer lo que había hecho el rayo,

-destruyo el techo, lo que con tanto esfuerzo construyo Jale

-las maderas y muebles inservibles, que fueron obras de arte

-los cuadros rotos, que inmortalizarían los mejores momentos de cada uno de nosotros, todo paso en tan solo segundos.

Siguieron recorriendo la carpintería y llegaron donde Jale había muerto, era imposible no llorar, de pronto mi madre vio un sobre, era una carta de Jale para ellos, mi madre lo leyó en voz baja y lloro más aun, mi padre no sabía por qué lloraba y que decía en esa carta.

Llego la hora del almuerzo y después sería el entierro, sentados mi padre, mi madre y había una silla vacía, ni uno de los dos dijo nada, hasta que sorprendentemente cayeron lágrimas de mi padre y le dijo a mi madre oremos por Jale.

-casi ya no podía pronunciar las palabras y esto dijo:

Señor: porque te llevaste a mi amigo mi hermano,

Ahora solo quedamos los 3,

Que será esta vida sin él,

Pues gracias a él estoy bien,

No sé cómo hacer para no caer en la melancolía,

Señor te pido de rodillas y de todo corazón que Jale siempre este con nosotros en espíritu,

Y danos esa fuerza para seguir de pie,

Por qué de aquí en adelante todo será difícil.

Jale sé que estas al lado del señor, no tuvimos la oportunidad de decirte cuanto te queríamos, nos harás mucha falta y sé que desde ahí arriba estarás cuidando de nosotros tres, amen.

Después de decir esta oración, vino una brisa que entro por la ventana, que roso el rostro de mis padres, era claro que Jale había escuchado la oración y que jamás abandonaría a mis padres.

Finalmente llegó el momento de despedir el cuerpo de Jale, fue en una montaña, todo estaba verde, el sol estaba en su máximo esplendor, las aves cantaban, la naturaleza sabía que un gran hombre había partido al más allá.

Todos estaban reunidos en la montaña, y había llegado la hora de dejar descansar en paz a Jale, pero no antes de dedicarle las últimas palabras, empezó su madre, una mujer sabía y le dijo esto:

-hijo mío, te fuiste sin despedirte de mí,

eras lo único que tenía en esta vida, y ahora ya no me queda nada,

que hare sin tu cariño,

a quien abrazare,

quien me dirá -buenos días mamá, ahora estoy muerta en vida, primero tu padre y después tú,

quien diría que yo enterraría a mi hijo envés que él me entierre a mí, ahora solo esperare que dios me lleve a mí y así estaremos juntos otra vez, los tres y para siempre, esto es un hasta luego hijo.

Su madre se acercó a su hijo y le dio un beso en la frente, rompió en llanto que conmovió a todos.

Era el turno de mis padres, mi madre no quería decir nada, estaba muy dolida, entonces mi padre tomo la palabra y solo dijo esto:

- Aprendí mucho de ti,

nunca pensé encontrar a una persona tan buena como tú,

pasamos momentos increíbles que jamás olvidare,

yo aquí y tú allá,

separados por miles de kilómetros,

pero no te preocupes que pronto nos juntaremos de nuevo pero allá,

antes tengo que cumplir mi misión aquí,

adiós amigo.

Ya para echar la tierra, mi madre dijo que Jale había escrito una carta, lo leyó en voz alta.

Para cuando lean esta carta, ya habré partido. Quiero que sepan que fui la persona más feliz de este mundo, porque tengo los mejores amigos y vecinos, siempre los tendré en mi corazón, fueron lo mejor que me paso y estoy muy agradecido con ustedes, la vida es difícil pero aún más la muerte, los tropiezos en el camino hacen que crezcamos más y aprendamos a ser fuertes ante cualquier dificultad, sepamos perdonar a los demás y amarnos a nosotros mismos, disfrutemos de la vida, que después de la muerte no podremos hacerlo.

Los quiero mucho a todos. JALE

Al escuchar con atención la carta de Jale, entro una tranquilidad en el alma a todos, tenían que echar la tierra, los primeros que echaron fueron: su madre y seguidamente mis padres.

Después de esto, salió el arco iris, el viento soplo y las aves cantaron aún más fuerte. Mis padres y la madre de Jale se sorprendieron, miraron un rato y bajaron a la casa.

Mis padres querían decirle algo muy importante a la madre de Jale, no sabían cómo reaccionaría ante esta noticia, tenían miedo, no encontraban las palabra correctas, se armaron de valor le dijeron.

-vamos a ser papás, ya no seremos dos, ahora seremos tres.

Respondió la madre de Jale -enserio que felicidad, mi hijo estaría muy contento al saber esto, dime cuantos meses ya tienes y que será.


EL ENIGMA DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora