CAPITULO V

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METAMORFOSIS 

Una horrible pesadilla que lo viviría despierto y en carne propia, pues mi destino ya estaba marcado, desde el momento que mis padres me concibieron, la vida puede ser dura y muy difícil de comprender pero siempre hay un porqué de las cosas, que en este caso tendría que resolverlo de una manera muy distinta a los demás.

Uno nunca sabe cuál será su misión en este mundo, recién lo entenderá cuando lo experimente y se ponga a resolver el por qué estoy aquí, sabemos que por naturaleza, toda vida inicia siendo un bebé y termina siendo anciano, mi caso no sería ese, seria todo lo contrario y duro de superarlo.

Ya estaba en este mundo y no había vuelta hacia atrás, después de intercambiar miradas con mamá y papá, sentí una alegría tremenda, no sé cómo describirlo pero se sentía increíble, después de unos cuantos minutos en silencio vino lo mejor, recibiría el abrazo y beso de papá y mamá, en ese momento mamá dijo algo que a papá le emocionaría y le llegaría al corazón.

-Jacob es nuestro hijo, sangre de nuestra sangre, lo cuidaremos y le daremos todo nuestro amor, a pesar como haya nacido, siempre tenemos que estar con él, en las buenas y en las malas, por algo somos sus padres y tenemos que darle el mejor ejemplo.

En ese momento también se acercó la mamá de Jale, quien más adelante la conocería como mi abuela, pues ella también se sorprendió al verme y cayeron lagrimas por sus mejillas de felicidad, y exclamo –es una bendición de dios.

De ahí en adelante todo sería oscuro para mí, no era un bebé normal, era un bebé anciano, así pasaron los años, mi cuerpo crecía pero mi piel seguiría siendo la misma, no tenía fuerzas para ir al colegio, no quería seguir recibiendo burlas de todo el pueblo.

Una vez oí escuchar a mis padres hablar, veía que a mi padre le caían las lágrimas, no sabía que pasaba, entro en mi cuerpo una intriga que jamás salió, dentro de mi ser había miedo que consumían mi alma, no sabía qué hacer con lo que sentía y me quitaban las fuerzas para seguir luchando por mi vida.

Buscaba siempre consuelo en mi familia, pero algo inesperado sucedió, llegaría la hora de que la abuela partiera a encontrase con su hijo, allá en el cielo. No estaba preparado para esto tipo de acontecimientos, maldecía mi vida y reprochaba a dios por lo que me pasase, pues no era justo que todo esto me sucediera solo a mí, gritaba al cielo con todas mis fuerzas:

-dios no es suficiente con lo que ya me has hecho

-ahora me quitas a mi abuela, lo que más quiero, que sigue.

Llevamos a la abuela a la montaña, la enterramos a lado de Jale, de su hijo único y más querido.

Tiempo después llegaría a tener quince años, y la vida seguiría dándome más golpes, esta vez perdería a mamá, lo más valioso que pudiera tener, no podía creer que todo esto me estuviese pasando solo a mí, no quería separarme de mamá ni un solo momento, siempre quise decirle lo mucho que la quería, ahora he perdido la oportunidad de demostrarle todo mi amor, solo me vio crecer quince años y pensé que serían más, me dolía el corazón como nunca antes, se me hacía un nudo en la garganta, las lágrimas salían por si solas, mi vida ya no tenía sentido, quería irme con ella y nunca separarme.

Faltaba poco para su cumpleaños, y estaba escribiendo una carta en muestra de mi agradecimiento por todo lo que había hecho por mí, pues la muerte ya estaba rondando por la casa y se la llevo antes de tiempo, no tuve la oportunidad de dedicarle lo que había escrito para ella.

Tiempo atrás papá estaba fabricando en la carpintería dos ataúdes, decía que sería para ellos y que ese momento tardaría en llegar, pero la vida le dio esta sorpresa inesperada, papá no lo podía creer, ahora solo quedaríamos solo los dos.

Era tiempo de dejar ir a mamá, la llevamos donde algún día papá le dio una sorpresa, aquella montaña donde se observa los mejores ocasos y donde las más bonitas flores crecían.

Papá se arrodillo y vio por última vez el rostro de mamá, era imposible no quebrarse con lo que veíamos y le dedico unas cuantas palabras.

-prometiste estar siempre a mi lado,

-que envejeceríamos juntos,

-que veríamos ver crecer juntos a nuestro hijo,

-ahora nada esto se podrá cumplir,

-será muy difícil para mí estar sin ti,

-te has adelanto, pero prometo dar lo mejor de mí para cuidar a nuestro hijo, adiós mi amor.

El momento más doloroso llego a mí, tenía que despedirme de ella, y para siempre, las lágrimas salían con un dolor inmenso, el corazón no quería seguir latiendo, la respiración se me cortaba, pero quería dedicarle lo que había escrito para ella y que supiera lo agradecido que estoy.

-no sé cómo hiciste para soportarme y comprenderme.

-todo inicio con un pequeño cuerpo, y con el pasar de los meses iba creciendo.

-cuando empecé a manifestarme ya con pequeñas pataditas, que te hacían doler pero a la vez sentías una desbordante alegría.

-estaba destinado a nacer en nueve meses, pero tanto era mi insistencia para ver este nuevo mundo que me adelante unas cuantas semanas.

-llego el día y estaba preparado, sentía muchas emociones, nuestro encuentro demoro un poco más de tres horas.

-nuestro encuentro fue doloroso, lloraste, gritaste.

-los vi y me vieron, el momento tuvo un silencio, veía caer lágrimas de sus ojos, fue ahí que recibí los dos mejores abrazos del mundo.

-gracias por esa bienvenida que siempre la tendré guardada en mi mente y mi corazón hasta el último día de mi vida.

-adiós mamá y gracias.

Rompí en llanto y fui a correr a los brazos de papá, no queríamos ver como la echaban tierra y que ya no la volveríamos a ver.

Ya nada era como antes, la casa se sentía un frío espantoso, un silencio horrible y que decir de papá, estaba consumido por completo por el dolor, pasaron cinco años y tendría 20, en el transcurso de ese tiempo algo increíble sucedió, mi cuerpo rejuvenecía ya no era como antes, me ponía cada vez más joven.

Veía a papá feliz con lo que me estaba pasando, pero su salud ya estaba deteriorada, pensé en dedicarle algo y me pase toda la noche escribiendo una carta, que al día siguiente se la dedique.

-papá no sé cómo agradecerte por todo lo que has hecho tú por mí, estuviste ahí desde el primer día, no me dejaste ni un minuto solo, pasaban los años y tú estabas ahí, iba creciendo y siempre permanecías a mi lado a pesar de las dificultades que tenías.

-estoy muy agradecido papá, siempre me sentiré orgulloso de ser tu hijo, te amo papá. Vino hacia mí y me abrazo con todas sus fuerzas, -gracias hijo, tu madre estaría muy orgullosa de ti, debes saber que la vida es dura, que a veces no tiene sentido, es  difícil de comprender, piensa siempre en ti hijo.

EL ENIGMA DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora