Jueves 21 de julio
Era un día demasiado caluroso, incluso para Seúl.
El intenso calor de la acera atravesaba la suela de los zapatos de Kim kibum, forzandolo a acelerar el paso a pesar de que cualquier esfuerzo, por mínimo que fuese, se hacia insoportable.
El edificio de oficinas donde trabajaba no tenía aparcamiento, al parecer, los arquitectos lo consideraron innecesario, puesto que había uno al otro lado de la calle. Cada vez que Kibum cruzaba bajo la lluvia, o cuando se veía obligado a sortear los coches, se decía que tal vez debería buscar una oficina en otra parte. Sin embargo, siempre cambiaba de opinión al entrar, aunque se sentía mejor al recordar que en cualquier momento podía marcharse.Exceptuando el problema del aparcamiento, el edificio era perfecto. Construido hace dos años, era tan práctico como elegante. El vestíbulo estaba pintado con una extraña mezcla de gris, morado y blanco. La abundante vegetación contribuía a aumentar la sensación de comodidad. Los ascensores eran numerosos, rápidos y fiables, cualidades que Kibum apreciaba en su justa medida, sobre todo porque su anterior oficina estaba en un edifico bastante antiguo, donde los ascensores se estropeaban a menudo.
Un servicio de guardias encargaba de la seguridad. Había dos turnos de vigilancia en el vestíbulo, de seis de la mañana a diez de la noche, ya que nadie trabajaba más tarde. Cualquiera que quisiera llegar antes o después debía ponerlo en conocimiento del servicio de seguridad.Se había extendido el rumor de que la empresa de proceso de datos del décimo piso estaba considerando la posibilidad de ampliar su horario de trabajo con un tercer turno, de manera que resultaría necesario, también un tercer turno en seguridad. Por el momento, el edificio se cerraba a las diez de la noche entre semana, y a las seis de la tarde los sábados y domingos.
Empujó la primera puerta y suspiró de placer en cuanto sintió el aire acondicionado. Cuando entro en el vestíbulo, a través de la segunda puerta de cristal, el aire fresco hizo que temblase por un momento.
Sus largas calcetas se les habían pegado a las piernas debido al sudor, y la incomoda sensación había dado paso a un escalofrío agradable. En cualquier caso, se sentía feliz cuando atravesó el vestíbulo para dirigirse a los ascensores.
Un hombre algo desaliñado, probablemente un motorista, a juzgar por su aspecto, entró en el ascensor justo antes que él. Innecesariamente preocupado, Kibum se cambió el bolso de brazo,
dejando libre su mano derecha y cuando se volvió para pulsar el botón del quinto piso, se encontró con que una mano grande y áspera que se le había adelantado, sonrío levemente, y clavó la mirada en las puertas mientras subían. Luego se tranquilizó, pensando que si se dirigía al quinto piso, era indudable que tendría algo que ver con la empresa de seguridad de Choi.
Salió y caminó con paso firme por el pasillo, su oficina estaba a la izquierda.Era elegante, con grandes ventanas, comprobó que su secretaría, Soyou, había vuelto de comer a tiempo. Soyou alzóla vista y lo observó mientras se acercaba, o tal vez a quien miraba era al motorista; Kibum pudo ver los grandes ojos oscuros de Soyou clavados con fascinación en el hombre. Abrió la puerta de la oficina, el motorista hizo lo propio en la empresa de seguridad, Choi no tenía cristaleras que dieran al distribuidor; Sólo una pequeña placa en la puerta, más de una vez se había alegrado de ello, puesto que la gente que atravesaba aquella puerta solía ser algo extraña, por así decirlo.
Vaya -dijo Soyou, mirando hacia la puerta del otro lado del pasillo-. ¿Has visto eso?
Sí –dijo Kibum, con sequedad.
El gusto de Soyou en lo referente a los hombres le parecía algo extravagante y demasiado heterodoxo.
-Llevaba un pendiente –comentó-. ¿Y te has fijado en su pelo?
-Sí. Largo y despeinado.
-¡Qué hombre!, me pregunto para qué habrá ido a Choi. Tal vez sea un nuevo empleado –dijo con ojos brillantes.
Kibum no quería pensarlo, aunque sabía que era posible. Desafortunadamente, los empleados de la empresa de seguridad de Choi se distinguían por su aspecto inquietante. Soyou, que no era en modo alguno una persona tímida, había hecho sus propias averiguaciones cuando comenzaron a trabajar en el edificio, y según parecía, trabajaban en todos los ámbitos, desde el servicio de jurados hasta el de guardaespaldas, pero para Kibum, aquel no era suficiente motivo para explicar la clase de gente que entraba y salía de las oficinas de Choi. Tenían un aspecto demasiado duro, tanto los clientes como los empleados. En primer lugar, no podía imaginárselos con suficiente dinero como para acceder a los servicios de una empresa de seguridad, en segundo lugar, no podía creer que los clientes se sintieran cómodos en presencia de guardaespaldas con aspectos de asesinos seriales.

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ATRAPADOS (MINKEY)
RomanceKim kibum y Choi Minho se quedaron atrapados en un edificio de Seúl a causa de un apagón. Sin embargo, entre ellos saltaban chispas suficientes como para iluminar la ciudad entera. * ADAPTACIÓN *