Vamos a ver qué conseguimos en las maquinas –murmuró Kibum, cogiendo la bolsa de los dulces y dirigiéndose hacia la puerta.
Choi había permanecido allí, mirándolo durante un largo rato, parecía que habían pasado varios minutos, pero en realidad no habían sido más de treinta segundos, sus ojos color chocolate tenían una curiosa expresión de depredador, y no se sentía con fuerzas para permanecer de pie frente a él, como una víctima propiciatoria, ni un momento más.
Choi salió, y Kibum cerró la puerta de la oficina tras de sí, después miró hacía el pequeño distribuidor.
- Y bien, ¿dónde están esas maquinas? –Preguntó, finalmente-. No soy un consumidor habitual de comida rápida, de modo que nunca las he usado.
- Hay una de bebidas al fondo –contestó Choi-. Las de comida están en la compañía de seguros. Tienen una habitación especial para el esparcimiento de sus empleados, y no creo que les importe que la usemos.
Choi cominó por el pasillo, en dirección contraria a los ascensores y Kibum lo siguió.
- ¿Cómo vamos a entrar? –Preguntó, algo cáustico-. ¿Pegándole un tiro a la puerta?
- Si es necesario, sí –replicó, de buen humor-. Pero no creo que haga falta.
Kibum esperaba que no, por lo que conocía, las aseguradoras no solían encontrar divertido determinado tipo de cosas. Podía imaginarse recibiendo una larga factura de daños y perjuicios, y no le apetecía demasiado.
Minho se detuvo ante la puerta de la compañía de seguros, abrió la cremallera de la bolsa de cuero y sacó una cajita parecida a la que Kibum usaba para el maquillaje; la abrió, y el parecido acabó ahí, en lugar de esponjas y brochas, había gran variedad de instrumentos de metal. Cogió dos de ellos, introdujo el largo y delgado en la cerradura, y con el segundo empezó a hurgar en ella, con movimientos lentos y delicados. Kibum permanecía a su lado, agachada para poder ver mejor.- ¿Podrías enseñarme a hacer eso? –Pregunto completamente fascinado.
Las comisuras de los labios de Choi temblaron un poco, mientras seguía trabajando en la cerradura.
- ¿Para qué? ¿Es qué has descubierto que tienes madera de ladrón?
- ¿Y tú? –Contestó-. Yo diría que es un conocimiento muy útil, porque puede darse la posibilidad de tener que abrir una cerradura.
- ¿Y vas a llevar un juego de ganzúas en el bolso?
- ¿Por qué no? –Pregunto mientras apuntaba con el dedo hacia la bolsa de cuero-. Tu llevas uno. - Pero esto no es un bolso. Ah...
Se interrumpió, satisfecho al comprobar que el cerrojo se había abierto. Cogió las ganzúas, las volvió a guardar dentro de la caja, y metió esta en la bolsa, después, con calma, abrió la puerta. - Explícame la diferencia entre mi bolso y tu bolsa –dijo Kibum, mientras entraba en la pequeña y silenciosa oficina.
- La diferencia no estriba en la bolsa. La diferencia esta en lo que lleva dentro.
- Ya veo. De modo que si cojo las cosas que llevo en mi bolso y las pongo en tu bolsa de cuero, ¿se convertirá en un bolso?
- Vale –dijo-. De acuerdo, es un bolso. Lo que pasa es que nosotros no los llamamos bolsos, los llamamos bolsas de mano, o simplemente bolsas de cuero.
-Lo mismo, pero con otro nombre –murmuro Kibum, triunfante.
- Esa es una de las cosas que más me gustan de ti, sabes ganar. No dudas ni un momento a la hora de llevar la contraria.
- Hay quien se lo merece y hay quien no –comentó Kibum mirando a su alrededor, sin ver nada más que escritorios vacíos y pantallas de ordenador apagadas-. ¿Dónde esta esa habitación?
- Por aquí.
Choi caminó por un corredor que estaba a oscuras y abrió la ultima puerta a la derecha,
la habitación tenía dos ventanas, de modo que había luz, varias maquinas alineadas contra la pared ofrecían todo tipo de productos, café, refrescos, zumos y dulces. Había un microondas en un mostrador, y un frigorífico, también había un sofá de vinilo, dividido en partes, como los de los vagones del metro, y unas cuantas sillas colocadas alrededor de las dos mesas de cafetería.
- Mira qué hay en el frigorífico mientras abro las maquinas –dijo Choi-. A ver si queda algo de hielo. No lo necesitamos ahora, pero no estaría de más saber que podemos usarlo, y hazlo tan deprisa como puedas, para que no se caliente.
- Sé bastante sobre frigoríficos y corte de electricidad –puntualizo Kibum, abrió el congelador, y salió una nube de vapor frío. Había seis cubiteras llenas, cerro la puerta con tanta rapidez, como la había abierto.
- Hay hielo –dijo.
- Bien –exclamo Choi, que ya había abierto la maquina y estaba cogiendo paquetes de galletas saladas.
Kibum abrió el frigorífico, pero su contenido era decepcionante, sólo una bolsa de papel grasienta, que prefirió no investigar y una manzana, que cogió. Los compartimentos de la puerta tenían gran variedad de condimentos, nada apetecibles. Sería repugnante poner salsa de tomate en el dulce de miel.
- Sólo hay una manzana –dijo.
Choi dejó de llenar la bolsa de cuero.
- Bueno; tenemos pasteles, galletas, barras de caramelo, y lo que agarraste del escritorio de Soyu. Espero que mañana por la mañana hayamos conseguido salir del edificio, de modo que es suficiente.

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ATRAPADOS (MINKEY)
Roman d'amourKim kibum y Choi Minho se quedaron atrapados en un edificio de Seúl a causa de un apagón. Sin embargo, entre ellos saltaban chispas suficientes como para iluminar la ciudad entera. * ADAPTACIÓN *