Capítulo 7

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- Hablar de ello ha sido idea tuya, no mía.
- Sintió la garganta seca ante la idea de recordar los detalles, de revivir la pesadilla, no era capaz de hacerlo.
- Tú también has hecho preguntas.
- Sólo te he preguntado en que universidad estudiaste, pero de ninguna menera me he metido con tu vida privada.
Algo agitado, se levantó y miró a través de las cristaleras, hacía el mundo exterior. Sólo dos estrechas líneas de material transparente lo mantenían prisionero, pero no conseguiría romperlas ni lanzado contra ellas un coche a toda velocidad, parecían frágiles, pero no lo eran en absoluto, todo lo contrario que él; parecía tranquilo y fuerte, pero escondía una debilidad que la aterrorizaba.

- No te escapes –advirtió Choi con delicadeza.
Kibum casi no lo veía, puesto que ataba más allá del semicirculo formado por el sillón y los sofás.
-No me escapo –puntualizó, aunque sabía que estaba mintiendo-. Me muevo para no tener tanto calor. Minho se levantó y se acercó a  en silencio, era enorme y estaba desnudo, con aquellos calzoncillos que apenas era una versión moderna del taparrabos, su pecho era lampiño y musculoso.
Los pezones libres de vellos , y una fina línea de pelo descendía por su abdomen hasta ocultarse
bajo los calzoncillos, sus largar piernas estaban igualmente cubiertas de vello más corto y fino. Era indudablemente un animal macho dominante, en toda su plenitud, Kibum le dirigió una mirada distraída, vagamente alarmado, que de repente se clavó en sus ingles.

Minho se miró y se encogió de hombros, sin ceder en su actitud, explicó:
- Ya lo sé, a mi edad no debería haberme recuperado tan fácilmente, normalmente no me pasa – añadió pensativo-. Es mi reacción ante ti, ven aquí, corazón. Su voz se había vuelto suave y seductora. Kibum se preguntó si aquello iba a degenerar en la típica persecución entre los muebles, pensó que si huía, Minho lo acabaría acorralando sin lugar a dudas, dentro del estereotipo de pareja subyugada ante el merodeo del dominante. Podía evitar aquello si se resistía a huir, de modo que Minho no tuviera nada que perseguir, por otra parte, si no se movía, el desenlace sería el mismo, pero llegaría antes. La única elección real que le quedaba era elegir entre continuar con su postura digna o no hacerlo. Si no sintiera nada hacia él le habría dicho que no, pero su debilidad era evidente, de momento, y bajo aquellas circunstancias, no podía resistirse.

Minho se acercó con los ojos brillantes.
-Sé mío durante esta noche –murmuró-. Déjame al menos eso. Aquí no puedes escapar de mi, y ni siquiera quieres hacerlo. Las circunstancias no son normales, cuando salgamos tendrás muchas opciones pero ahora no tienes más remedio que estar conmigo, lo que pase no será culpa tuya. Déjate llevar y olvídate de lo demás.
Kibum respiró profundamente.
- Eres un buen psicólogo ¿verdad? No soy ningún cobarde, asumo la responsabilidad sobre todas las decisiones que tomo.
Lo abrazó, pasándole un brazo alrededor de la espalda. Kibum alzó la vista para mirarlo. Su pelo oscuro y sus intensos ojos color chocolate le encogieron el corazón.
- De acuerdo –susurró-. Por esta anche. Durante el tiempo que pasemos aquí.
Cerró los ojos con sensual anticipación, se lo permitirá, sólo durante aquel periodo, lo amaría, se dejaría llevar por las sensaciones, permitiría que la oscuridad de la noche los envolviera y les impidiera pensar, no tardaría mucho en librarse de él ¿Por qué desperdiciar, por tanto, un sólo minuto luchando contra él y contra sí mismo?
- Lo que quieras –dijo.
Se escucho a sí mismo mientras Minho lo levantaba, su propia voz le parecia extraña, ronca, llena de deseo.
- Por esta noche –añadió.
La voz de Minho ya no sonaba tan firme cuando depositó a Kibum sobre los cojines. ¿Cualquier cosa? –pregunto-. Preparate para una noche interesante.
Kibum rozó el pecho de Minho.
-Sí –murmuro-. Puede ser.
- Gatito.
Su respiración se aceleró cuando Choi le quitó el bóxer con rapidez, dejándolo a un lado.
-No lo volveras a necesitar esta noche.
Kibum tiró de sus calzoncillos.
- Y tú no necesitarás esto.
- Sólo me los he puesto porque he pensado que te pondrias hecho una fiera si me quedaba contigo completamente desnudo –dijo, quitándose los calzoncillos tan rapidamente como había quitado el bóxer  a Kibum.
Se sentia excitado por lo que prometia su cortejo, había aprendido la primera noche que Minho era un hombre al que le gustaba el juego previo, se divertia con ello, pero en aquella ocasión no lo hizo.
Abrio las piernas de Kibum, metiendose entre ellas y penetrandolo con una fuerte sacudida, su cuerpo tembló, y sus músculos hicieron un esfuerzo para retrasar aquella invasion inexorable.

ATRAPADOS (MINKEY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora