ATRAPADOS (MINKEY)

Capítulo 2

Las luces rojas de emergencia se encendieron casi de forma inmediata, la luz era tenue, algo irreal.
Kibum no se podía mover, estaba paralizado por una extraña mezcla de alarma y placer. Estaba tumbado sobre Choi, con los brazos instintivamente entrelazados alrededor de su cuello, mientras él lo abrazaba.
Podía sentir el calor de su cuerpo a través de la ropa, y su olor le recordaba cierta noche en la que la ropa no había estado por medio. Lo deseaba, pero no podía aceptarlo, de modo que lo empujo bruscamente para poder liberarse, durante unos segundos sus brazos intentaron impedírselo, atrayéndolo, aplastándolo contra su pecho musculoso. La luz roja hacia que los ojos color chocolate de Choi parecieran intensamente negros, pero incluso así, podía ver en ellos su determinación y su deseo. Consiguió tranquilizarse e intento liberarse de nuevo de su abrazo, pero sin éxito, casi al mismo tiempo Choi lo soltó, notando su desagrado y se levantó de un salto con un movimiento tan suave como poderoso. Lo cogió de los brazos y lo levantó con una facilidad casi ridícula.
- ¿Estas bien? ¿Te has hecho daño?
Kibum se estiró la bermuda .
- No; estoy bien ¿y tú?
Gruñó por toda respuesta, mientras abría la tapa que ocultaba el teléfono de emergencia. Levantó el auricular y presionó el botón para avisar a mantenimiento, Kibum esperó, pero él no dijo nada. Sus oscuras cejas se juntaron, y finalmente colgó, no contesta nadie, los de mantenimiento deben haberse ido a casa pronto, como todos los demás.
Kibum miró el teléfono, no tenía teclas; sólo un botón, estaba conectado únicamente con mantenimiento, de modo que no podían llamar a ninguna parte.
De repente tuvo un presentimiento, y subió la cabeza.
- El aire se ha parado.
Alzó la mano para comprobarlo, pero no salía aire de los conductos de ventilación. La ausencia de ruido la había puesto sobre aviso.
- Se ha debido cortar la electricidad –dijo Minho, centrando su atención en la puerta.
El aire que quedaba  empezaba a estar cargado. A Kibum no le gusta aquella sensación, pero no quería dejarse llevar por el pánico.
- Probablemente no tardara mucho en volver a funcionar.
- En circunstancias normales estaría de acuerdo contigo, si no fuera por la ola de calor. Me temo que se trata de una sobrecarga del sistema  y si eso es cierto, tardaran varias horas en arreglarlo. Tenemos que salir, esas luces son de baterías y no duraran mucho, además, el calor ira en aumento, y aquí nos faltaran humedad y oxigeno.

Mientras hablaba, intentaba abrir la puerta con los dedos, forzándola centímetro a centímetro. Kibum se sumó al esfuerzo, aunque sabia que podía arreglárselas sólo, pero no podía tolerar el modo que tenía de tratarlo, haciéndolo sentir completamente inútil.
Estaban atrapados entre dos pisos, veían aproximadamente un metro de las puertas exteriores, en la parte inferior del ascensor. Le ayudó a abrirlas, y antes de que pudiera decir nada, ya se había descolgado hasta el piso de abajo, a través de la abertura.
Choi se volvió y alargo los brazos.
- Salta. Te cogeré.
Kibum dudó, algo inseguro. Hacía mucho tiempo desde la ultima vez que había hecho algo tan atlético.
- Gracias, pero no necesito ayuda, hacia gimnasia en la universidad.
Respiro profundamente y saltó del ascensor con tanta facilidad como él, a pesar de ir cargada con el bolso. Choi arrugó sus oscuras cejas y la aplaudió en silencio. Kibum hizo
una reverencia. Una de las cosas que encontraba más irresistibles en Choi era precisamente su sentido del humor, en realidad, era una de las muchas cosas que le gustaban de él, hasta el punto de que había olvidado su fuerza y su inclinación a controlarlo todo, al menos hasta que encontró aquel informe en su apartamento. Algo que no pudo pasar por alto.
- Estoy impresionado –dijo Choi.
- Yo también, tiene muchos años que no saltaba –dijo en tono divertido.
-Estuviste en el equipo de gimnasia de la universidad, ¿no? No me lo habías dicho.
-No te lo dije, porque no estuve en el equipo, era demasiado alto para ser bueno, pero estuve dando clases de relajación, y un poco de gimnasia de mantenimiento.
Por lo que puedo recordar –dijo, con cierta indolencia-, tienes buena figura.
Kibum se alejó caminando hacia las escaleras, dando la espalda a la situación, podía sentir a Choi detrás de él, como un gran animal que acechaba a su presa. Abrió la puerta y se detuvo, el hueco de la escalera estaba completamente a oscuras, ninguno de sus muros daba al exterior, pero en cualquier caso tampoco habría tenido ventanas, el recibidor era bastante, en aquel piso sólo había una oficina con ventanas interiores, pero la escalera era aún peor, dar un paso habría sido como arrojarse a un pozo y un repentino instinto primario se lo impedía.
No hay problema –dijo Choi, tan cerca que podía notar su respiración-. A no ser que tengas claustrofobia.
- No, pero es posible que la desarrolle ahora.
- No creo que se tarde mucho en llegar abajo, estamos en el tercer piso, de modo que serán unos cuatro tramos de escaleras, y estaremos fuera, sujetaré la puerta hasta que llegues a la barandilla. Puesto que la única alternativa era quedarse allí, a esperar que volviera la electricidad, Kibum respiró hondo, como si fuese a bucear, y dio un primer paso en la oscuridad. Choi era tan grande que bloqueaba la luz, pero a pesar de ello se agarró a la barandilla y bajó un escalón.
- Bien, quédate ahí hasta que llegue a tu lado –dijo Choi, cerrando la puerta tras de sí.
Kibum tuvo la impresión inmediata de haberse quedado atrapado en una tumba, pero en menos de un segundo Minho estaba junto a él, agarrando la barandilla con una mano mientras con la otra le sujetaba el brazo. Se sentía protegido por su fuerza, en medio de aquella oscuridad, con el aire viciado.
-No voy a caerme –aseguró, incapaz de mantener el tono de voz. - Claro que no –replico Minho con calma. Él no la soltaría