Capítulo 6

531 30 0
                                    

De nuevo, Kibum intentó separarse, pero él lo controlaba con tanta facilidad que una vez más sus esfuerzos fueron inútiles,  a pesar de ello, puso las mano contra sus hombros y empujó tan fuerte como pudo.

- ¡Suéltame¡
- No –su negativa fue clara y concisa-. Deja de luchar y contéstame.
No podía hacer ninguna de aquellas cosas, y sintió pánico no tanto por Choi, sino porque no quería hablar de su matrimonio con Son Dongwoon, no quería pensar sobre ello, ni revivir ciertos recuerdos de aquel infierno, pero Choi estaba tan obcecado que no la dejaría hasta haber obtenido una respuesta. Lo conocía, sabia que había intentado conocer cada detalle de su vida y no podía hacerle frente.
Tal vez fue el instinto de supervivencia  lo que lo obligó a relajarse en sus brazos, descansando sobre ellos,  en lugar de empujarlos. Podía sentir la tensión en el cuerpo de Choi ante su
repentina capitulación. Notaba cada uno de sus músculos como si hubiera estado en una posición inadecuada durante largo rato, su cadera rozó el sexo endurecido de Choi, resultaba tan familiar, tan insoportablemente seductor, que la tentación de su sexualidad lo empujaba a acercarse, excitado.
Él percibió el cambio, casi pudo verlo de forma inmediata reflejado en su rostro, había pasado de luchar contra él a entregarse por completo. Su cuerpo estaba tenso, moviéndose contra él en un sutil ruego. Choi maldijo al notar que Kibum luchaba contra la respuesta de su cuerpo, era una batalla perdida de antemano. Lo deseaba con demasiada intensidad, desde hacía mucho tiempo, de modo que la conversación aplazada debía esperar. Kibum ganaba, por el momento, lo único que sabía es que por fin lo tenía entre sus brazos, que cada uno de sus movimientos ocultaba una ansiedad irrefrenable, ni siquiera intuía qué había ocurrido para que cambiase de actitud tan de repente, pero en aquel momento no le importaba mucho, ya era suficiente que estuviese de nuevo con él, como lo había estado la noche que pasaron juntos, la noche que no había podido borrar de su memoria. Había pasado demasiadas noches en vela; había acumulado demasiada angustia desde entonces, recordando aquel momento y
esperando tener otra oportunidad, lleno de dolor y de enfado por su frialdad inexplicable,
sin embargo, de aquélla frialdad ya no quedaba nada, podía sentir su calor, cómo vibraba bajo sus manos. Las caderas de Kibum se contoneaban en un rito arcano, y un gemido se ahogó en su garganta cuando encontró lo que buscaba, mientras sus piernas se entreabrían ligeramente para acoger su miembro.
Lo cogió del pelo y echó su cabeza hacia atrás, apasionadamente.
- ¿Es esto lo que quieres? –Pregunto Choi, intentando controlarse sin perder la concentración. Todo estaba ocurriendo tan deprisa que quería estar seguro antes de continuar, antes de que Kibum volviese a moverse y traspasaran de manera definitiva el punto si retorno, no se sentía así desde que era un quinceañero, con aquel deseo desbocado corriendo por sus venas, ya no le importaba lo más mínimo el motivo de aquel cambio, lo único que quería era hacerle el amor.

Kibum tardó un momento en responder, estaba a punto de decir que no, cuando clavó las uñas en sus hombros y dijo:
- Sí.

Sus sentidos se agudizaron cuando Choi lo depositó en el suelo.
- El sofá... – murmuró.
Pero Choi se puso sobre él y se olvidó de todo, su táctica inicial había consistido en un esfuerzo
desesperado por distraerlo, pero su propio deseo lo había cegado, con tal intensidad que no le quedaban defensas. Lo había deseado durante mucho tiempo, había pasado cientos de noches oscuras e interminables sin poder conciliar el sueño, incapaz de apartarlo de su mente, deseándolo y temiéndolo con la misma intensidad. El hecho de estar de nuevo en sus brazos resultaba casi doloroso, de modo que prefiero dejar a un lado todas la  razones que había acumulado para evitar que ocurriera. Más tarde o más temprano, debería afrontar lo inevitable, de momento, todo lo que quería se llamaba Choi Minho.
A Minho le resultaba difícil controlar el deseo, era demasiado urgente. Le quitó la bermuda
y  le bajó el pequeño bóxer de encaje. Kibum abrió las piernas para recibirlo. El movimiento de Choi al desprenderse de su ropa interior fue igualmente suave.
Kibum dejó escapar un grito cuando lo penetró, de forma rápida y seca, sus caderas se arquearon, aceptándolo, atrayéndolo hacia su interior. Un sonido gutural vibró en el pecho de Minho. Lo agarró de la parte trasera de los muslos, levantándole las piernas, y empezó a moverse de forma rítmica.
A Kibum le encantó, se sentía lleno. Gimió cuando aquella pulsación le recorrió todo el cuerpo casi de inmediato, algo que sólo había sentido con él, y que no volvería a experimentar con ningún otro. Había intentado olvidar aquellas sensaciones, para poder defenderse de él, pero no era posible y se pregunto amargamente por qué las tramposas armas peligrosas tenían siempre el sabor más dulce. Cegado por la furia de su deseo, lo sujeto por las caderas, moviendo todo su cuerpo con sus fuertes Movimientos. Kibum era vagamente consciente del duro suelo sobre el que se apoyaba, lastimándose los hombros, se sentía completamente dominado por su sensualidad desbordante cuando Choi aceleró las acometidas más convulsivas y violentas ahora, de forma instintiva, se abrazó a él, rodeándolo con los brazos y las piernas. Los gemidos se hicieron mas bajos, más rítmicos, y finalmente él se relajo tumbándose sobre Kibum, presionándolo con su peso contra el suelo.
Sólo su respiración rompía el silencio del enorme y oscuro vestíbulo, notó como el ritmo de los latidos de Choi descendían más y más contra su pecho. Sus cuerpos están fundidos, 
sólo el sonido de sus respiraciones rompía el silencio que reinaba en el gran vestíbulo, el peso de Choi la aplastaba contra el suelo y sus cuerpos se derretían en todos los lugares en que la carne desnuda rozaba la carne desnuda. Kibum sentía una humedad en su interior que le recordó que habían completado el acto sexual de manera frenética, olvidando tomar ninguna precaución.
Sintió pánico, por un momento, pero luego se calmó, resultaba difícil que pudiese quedarse embarazado. De pronto se vio asaltado por una extra sensación de perdida, casi de nostalgia.
¿Kibum?

ATRAPADOS (MINKEY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora