<<PurupPuruPuru>>...El sonido del Den Den Muchi resonó en toda la habitación, la chica que se encontraba dormida hace unos segundos despertó pero siguió sin abrir los ojos. Tomó su almohada y la puso arriba de su cabeza tratando de cesar el ruido, sin éxito se talló con suavidad uno de sus ojos y tomó aún a oscuras la llamada.
-¿Hola? -dijo con voz cansada y bostezó de nuevo. Rascó su espalda y después su pierna.
-Chica ya voy a llegar a la isla. -oyó la voz de Molly por la otra línea, la dormida asintió aunque obviamente Molly no podía verla.
-Me alegro pero ¿No pudiste llamar más temprano? -dijo sarcástica y algo malhumorada, movió sus dedos pero algo lo impedía sentía un lazo que unía su dedo índice a su dedo medio.
Se oyó una risa por el teléfono lo que hizo molestar a la azabache, que aún no entendía o recordaba que pasaba realmente, chasqueó la lengua y frunció el ceño.
-¿Estás tan dormida que no sabes que día es hoy? -dijo Molly y aunque la chica no podía verla parecía decirlo con una sonrisa. Suspiró. -Pues hoy se cumplen dos años desde que llegaste.
-¿Dos qué? -bostezó de nuevo la joven. -¿Dos años? -dijo aún inconsciente pues estaba dormida. Pensó que si Molly la llamaba a las dos de la mañana era algo muy importante, de pronto recordó lo que dijo "desde que llegaste" abrió los ojos y su mirada volteó a muchas partes hasta que recordó que hoy era el día donde vería a su familia. -¡Hoy veré a Luffy-san y los demás! -saltó de su cama y fue hasta el armario.
-Hoy en unas horas estarás con ellos de nuevo. -dijo Molly riéndose para no mostrar un dolor muy dentro de ella, la chica había llegado a sus vidas como una ráfaga de viento a un campo de flores, los movió un poco arrebatando uno de sus pétalos inservibles y se los llevó.
-Molly-san voy a ver a todos... todos, de nuevo... -lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y recorrer sus mejillas, puso sus dedos índice y pulgar como encargados de limpiar sus ojos. -Todos van a estar ahí.
Molly sonrió aunque esta no la viera, suspiró pues cuantas veces la joven había llorado por volver a encontrarse con ellos. En el barco donde se hallaba pudo ver en una forzada vista el contorno lila de la isla con el cielo celeste crepé oscuro.
-Tranquila Akane-san, guarda esas lágrimas para cuando veas a Sombrero de paja y los demás. -Akane sonrió sorbiendo la nariz ya roja por los sollozos. -Estaré allí en unos treinta minutos.
Asintió Akane con una despedida seguida y colgó la llamada, preparó su ropa para ver por primera vez a su familia en unos años, se desnudó para acto seguido abrir la ducha, duró unos cinco minutos en la regadera porqué ella no quería arruinar nada para ese momento anhelado, al terminar de secarse se puso la ropa que ella había decidido. Unas mayas de colores con un short de tela brillosa negra, una blusa con aberturas en los hombros de color turquesa y un chaleco azul abotonado.
Miró su cuarto y sonrió de nuevo, nada de lo que tenía en el le pertenecía completamente a ella, así que no se llevó nada... una carga menos, abrió la puerta pero recordó que faltaba su pequeño pedazo de papel que la guiará a su tripulación, se lo guardó en el bolsillo de el chaleco y salió, el pasillo estaba frío y oscuro pero no le importó, bajó por las escaleras y salió a la fría pero encantadora mañana, miró hacía arriba a el cielo, esa isla era tan extraña que parecía que había dos soles en la mañana y tarde.
-¡Minori-chan! -la voz la hizo ponerse un rubor en las mejillas, pero no uno bueno. Si ella no se equivocaba era Perrie, un chico joven de dieciséis años, era guapo eso nadie lo negaba pero para la azabache solo un crío más solo por ser cuatro años menor que ella. -¿A dónde va tan temprano? -preguntó este con una sonrisa.