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Disclaimer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen sino a Rumiko Takahashi. Kazou pertenece a mi amiga . Yo los utilizo para diversión.

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. -indica cambio de escena.

Indica el pasado.

—indica tiempo actual-

—"Indica diálogo de bestia interna".-

  "Indica pensamientos"  

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Todos estaban desayunando tranquilamente en el jardín del palacio, era la primera vez después de dos meses que Sango se animaba a salir de la habitación, por fin había superado el dolor de haber perdido al monje, su único amor. Durante este tiempo solo se la paso lamentándose el haberle prometido a Miroku que una vez que acabarán con Naraku podrían formar una familia, se lamentaba haberle dicho "Sí"  en lugar de "Comenzemos ahora" , pero ahora tenía que ser fuerte a él no le gustaría verla así y con ese pensamiento se levantó muy temprano de la cama se aseo y se vistió con uno de los Kimonos de seda que se encontraban en el enorme armario. Al verla bajar todos la recibieron con una sonrisa y un gran abrazo, está claro que Sesshomaru no hizo nada de eso, él sólo le saludó cortésmente. 

— ¡Sango! -gritaba feliz el joven kitsune al verla sentada en el jardín junto a todos. 

— ¡Shippo! —ella le recibió con un fuerte abrazo—, ¡Has crecido bastante! -exclamó con sorpresa. 

— Ahora soy más fuerte, papá me entrena todos los días. -hablaba feliz el pequeño pelirrojo. 

Kagome que estaba al lado de Sango sonrió con ternura al escuchar a Shippo referirse a Sesshomaru de la forma más hermosa, admiración.

Al terminar el desayuno Kagome le enseñó a su amiga todo el castillo, platicando sobre todo lo que había acontecido durante los últimos meses, una vez más la castaña lloró pero ahora estaba en los brazos de su amiga desahogando todo lo que tenía consigo. 

"Al fin las cosas comenzaban a ir de maravilla" -pensaba Kagome con alegría.

Ese día Kagome la pasó al lado de su amiga, ignorando completamente al platinado que la esperaba a la hora de la comida en la mesa, claramente esto enojó al Lord que al terminar su comida se fué directo a su despacho intentando ignorar la molestia que sentía en su ser. 

"¡Maldita sea!" -gritaba furiosa su bestia.  

"¡Cállate!, ahora no quiero lidiar contigo." -gritó molesto. 

"¡Tienes que decirle!" -exclamó con superioridad Yako. 

"Todo a su tiempo". -fue la respuesta que obtuvo su bestia al hacerlo enojar. 

"Mira cabezota si no lo haces hoy lo haré yo y será por las malas". -sentenció. 

"¡Lo haré cuando lo crea correcto!" -exclamó molesto dejando a su bestia callada.

Después de la discusión con  Yako se dedicó a trabajar en todos esos pergaminos que tenía sobre su enorme escritorio, entre ellos había ofrecimientos de cortejo con algunos nobles de sus territorios cosa que le causó diversión. Estaba tan encerrado en su "trabajo" que no se dió cuenta que el día estaba por terminar y con ello la hora de la cena. 

— ¡Amo Sesshomaru! -grita alarmado el pequeño sirviente sapo. 

— ¿Qué quieres? -preguntó molesto. 

— Una dama le busca en la entrada dice que es su prometida. 

Ante esto la mirada del Lord se desencajó de la furia que sentía en ese momento. 

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— ¡Tienes que mejorarte chiquillo idiota! -reprendía una vez más la sacerdotisa al demonio de cabellos negros. 

— No me grites, mujer irrespetuosa. -respondía al instante. 

La mujer soltó el aire en un suspiro—. Kazou si quieres acabar con todos los que te hicieron daño tienes que recuperarte completamente. 

El demonio ya no dijo nada solo frunció el ceño y se volvió a recostar en el futón. 

— ¿Qué es lo que tienes planeado? -inquirió la miko. 

— Tenemos que aliarnos a yokais, unos que sean poderosos como para terminar con el lord del oeste y todos sus amigos. 

— A Inuyasha no le tocaras ni un pelo. -advirtió. 

— ¿De qué lado estás? -preguntó confundido.

Kikyo rió ante las palabras del demonio, era más que obvio que estaba de su lado. 

— Yo me encargaré de él. -fue la respuesta que obtuvo el demonio. 

Kazou asintió—. Solo espero que esta vez sí lo mates. 

La sacerdotisa asintió para después salir de la cabaña a recolectar almas. 

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—Vamos tío Inuyasha. -rogaba la pequeña Rin. 

— Si Kagome y Sesshomaru no están de acuerdo yo no te llevaré. -contestó el orejas de perro. 

— Pero quiero verlo. 

— Pues dile a Sesshomaru que te de permiso. 

— Papá no querrá que yo lo vea. 

— ¿Qué es lo que yo no quiero que veas? —preguntó el Lord haciendo acto de presencia en la habitación de su pequeña hija—. Rin.

La pequeña se armó de valor— Quiero ir a visitar a Kohaku. - habló cerrando lo ojos escondiéndose detrás de su tío.

El yokai alzó una ceja a su medio hermano y este se encogió de hombros, ninguno comprendía porque aquella petición de la niña.

— ¿Para qué? -inquirió de nuevo dando un paso más cerca a su hija. 

— Para charlar un poco. -contestó con un ligero sonrojo en sus mejillas.

El yokai suspiró y luego miró a Inuyasha— Tú te encargas de llevarla y traerla de regreso, a salvo. 

— ¡Muchas gracias! -la pequeña salió de su escondite y abrazó a su padre cosa que Inuyasha miraba atento, por un lado estaba feliz de que su hermano ya no lo odiara y por el otro quería que le hablara más. Esta era la oportunidad perfecta para ganar un punto a su favor.

El demonio salió de la habitación dejando a la niña feliz poniéndose de acuerdo con su tío sobre su hora de partida al día siguiente. 

¿Les gustó?

¿Qué habrá pasado con la "prometida de Sessh"? :v 

No se olviden de comentar sus sugerencias y si hay algun error haganmelo saber. 

Sayonara RT. 


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