Uno.

3K 360 114
                                    

Se sentía realmente cansado; viajar quince horas no era algo cómodo y mucho menos tener tantos ojos escudriñándolo minuciosamente en el aeropuerto mientras chequeaba su única maleta que sólo contenía algo de su ropa y una máscara muy propia de la Sereníssima que ChanYeol le había obligado a llevar porque irás a la fiesta de MinSeok y tú no eres un puto plebeyo para usar un simple antifaz.

«Y la verdad es que no me importaría recorrer el mundo entero por mirar siquiera un instante los bellos ojos de LuHan» concluyó.

Una vez que sus cosas estuvieron de vuelta con él, le agradeció a la mujer que le había atendido con una suave sonrisa y una corta reverencia para luego salir de ese lugar y buscar un taxi para llegar al hotel.

El hombre corrió con la suerte de encontrar un vehículo a su disposición justo frente a las puertas del aeropuerto de Marco Polo y sin pedirlo, el taxista recogió su maleta, la metió en la cajuela y posteriormente le abrió la puerta, a lo que SeHun contestó grazie en perfecto italiano.

SeHun se preguntaba ¿cómo diablos había conocido ChanYeol a MinSeok? Era cierto que ambos se manejaban en el mismo ámbito de trabajo y hubiera sido muy fácil que se conocieran si el hombre residiera en China pero justo cuando LuHan se largó de Seúl, MinSeok se había instalado como senador en Italia después de sus tres años de estadía en aquel país.

Al parecer, habían muchas cosas que ChanYeol no le había dicho, sumándole a eso la entrada exclusiva que tenía para una fiesta privada y estaba completamente seguro que al chico con ojos de gato no le agradaría la idea de volver a verlo después del incidente con su hermano menor; al menos no sin antes haberle dado una buena paliza en nombre de LuHan.

Miró el rolex en su muñeca que marcaba exactamente media mañana; seguramente estaría en Venecia al mediodía, contando los cuarenta y cinco minutos que se tardaría en llegar desde Tessera.

Con un poco de suerte, esa noche se encontraría con LuHan después de cinco largos años y aún no sabía cómo diablos abordarlo; no quería espantarlo y arruinar la única oportunidad que tenía para reconquistarlo pero estaba realmente nervioso acerca de como hacerle saber que estaba ahí por él.

Suspiró y abultó los labios en forma de puchero mientras sentía el cansancio apoderarse de su ser, decidiéndose finalmente por cerrar los ojos hasta llegar a su hotel en el centro de Venecia.

~♥~

LuHan se tiró sobre su cama y se quedó mirando el techo por un momento; la jodida herida que tenía en el labio le dolía demasiado y no era como si su mandíbula estuviera mejor.

Todo se había ido a la basura por los celos desmedidos de Jasper.

Hubiera soportado todo; insultos, gritos e incluso las peleas tan grandes que armaba el hombre pero la gota que derramó el vaso fue el puñetazo que le propinó su ex-prometido en un arranque de ira.

Había sido suficiente de todo aquello; su relación de dos años no había servido de nada y la confianza era una mierda. De hecho, no sabía porqué había aceptado esa propuesta de matrimonio si ya sabía como se pondrían las cosas.

Fue bastante estúpido y lo admitía; ahora estaba en Venecia invadiendo la casa de su hermano mayor y no se arrepentía de haber dejado Beijing.

Podría decir que se estaba tomando unas vacaciones -que no necesitaba porque amaba su trabajo- aunque de igual manera, no sabía si iba a regresar.

Unos suaves toques en la puerta de su habitación lo sacaron de sus pensamientos, devolviéndolo a la realidad en segundos.

—Adelante. —habló un poco más fuerte de lo normal, observando como la puerta se abría de par en par tan solo unos instantes más tarde.

Dietro La MascheraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora