Epilogo: Senza maschera.

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Muchos podían clasificar su hazaña como valentía, pero para sí mismo significaba un total acto de cobardía.

Cobarde por no resistir las ganas de verlo de nuevo; cobarde por anhelar sus caricias y sobretodo, cobarde por no saber vivir sin él.

MinSeok le había dado el sermón más grande del universo por ser tan tonto y no le quedaba más que aceptarlo, porque amas a SeHun más de lo que te amas a ti mismo; no te engañes... ¿Y qué podía hacer si su hermano estaba en lo correcto? Sólo le quedaba asumir su error o intentar llegar hasta su felicidad.

El mayor le dio una semana exacta para pensar las cosas y darse cuenta que en verdad quería a SeHun en su vida y antes de que se venciera el plazo, ya se encontraba dentro de un avión rumbo a Seúl, aterrizando en el otro país sin problema.

Su maleta rodaba por el piso mientras caminaba buscando la salida, esperando que un tal Park ChanYeol le estuviera esperando a las afueras del aeropuerto.

Por la foto que le había enseñado MinSeok, podía asegurar que el hombre tenía el cabello rojo y unas orejas tan grandes como sus ojos.

Miró a su alrededor, recordó que hacía cinco años que no ponía un pie en ese lugar, olvidando también lo concurrido que era el establecimiento por las constantes visitas de extranjeros con diferentes fines.

Sus pies siguieron al resto de pasajeros que bajaron del avión hacia la puerta y una vez salió, el frío del invierno le dio la bienvenida así como un chico de piernas largas que le sonreía.

Sí, tenía el mismo cabello rojo y las orejas características que había visto en la fotografía así que con la certeza de haber encontrado a su amable escolta, le devolvió la sonrisa, saludándolo.

—Buenas tardes, ChanYeol-ssi.

—Oye, no soy tan viejo. —murmuró con una voz profunda que sorprendió demasiado a LuHan, mientras negaba con sus manos. —O eso creo... —dijo, desviando la mirada. —Así que dime ChanYeol o simplemente Yeol. —pidió, antes de volver a sonreírle.

LuHan soltó una risita por lo contagioso que podía ser el humor del tipo.

—Está bien, ChanYeol. —contestó, siguiendo con su camino al mismo tiempo que el alto le quitaba su maleta, dirigiéndose hacia el aparcamiento.

—Por cierto, SeHun no sabe nada acerca de tu llegada. —confirmó el hombre, mientras abría la cajuela.

—Gracias... —susurró el castaño.

ChanYeol se giró y frunció el ceño confundido.

—¿Por qué? —preguntó.

—Por dejarme sorprenderlo.

Y ChanYeol sonrió de lado al observar el brillo en los ojos del hombre más bajo.

—Ahora entiendo porqué SeHun se enamoró perdidamente de ti. —dijo el alto, cerrando la cajuela y girándose hacia LuHan.

—¿Eh? —cuestionó el castaño, sintiendo como sus mejillas se calentaban.

—SeHun jamás podría encontrar a alguien tan humilde y sincero como tú en nuestra sociedad. —aclaró, sonriendo una vez más y caminó hasta la puerta del conductor, dejando al castaño con las mejillas rojas y una mirada tímida clavada en el suelo. —¿No vienes? —preguntó, girando su cabeza para ver al hombre mientras abría la puerta.

Dietro La MascheraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora