La Guerra de Ángeles ©✔

1. Henry

Todo comenzó el primer día de clases y mi cumpleaños número 18. Diana, mi mejor amiga y hermana, llevó el desayuno a la cama, un pastel mediano con una vela de cumpleaños, soplé y pedí un deseo.

—¡Feliz Cumpleaños! —esbozó mi hermana, abrazándome y extendiendo un regalo hacia mis ojos.

—A ver ¿qué será? —abriendo la caja, delgada, cuadrada, negra y con un moño violeta. Unas hermosas alas de ángel representado en un hermoso collar de acero quirúrgico—, ¡Es hermoso! gracias hermana, por eso sos mi favorita y la única—abrazándonos y riendo.

Recogí mi pelo castaño, lacio y despeinado que llegaba hasta la cintura para colgar el hermoso regalo de mi hermana alrededor del cuello. Comí el pastel algo rápido, se estaba haciendo tarde para el primer día de clases. Caminé rápido frente al espejo del baño para cepillar el pelo, lavar mis dientes blancos y la cara pálida con un lindo color en las mejillas; por suerte no tenía ojeras como siempre, estaba la cara brillante. Abrí el ropero para sacar unos jeans apretados azules, una remera blanca y un saco negro combinándolos con unos borcegos negros de plataformas, con cordones. Mi estatura siempre fue promedio, las plataformas son mi debilidad, estiliza la figura.

Sentí escalofríos de solo pensar en la pesadilla de la noche anterior. Desde chica siempre tuve pesadillas de una ciudad llamada Shadow, en rara ocasión eran sueños. Pero algo diferente había en la pesadilla de la noche anterior, era una pesadilla muy recurrente, que cada vez aparecía con más fuerzas durante el último mes. Podía sentir un escalofrío, al cerrar mis ojos y ver la imágen de un ángel, con sus alas negras, algo de ese ángel generaba desconfianza en mi y al mismo tiempo despertaba curiosidad, sentimientos inexplicables. Lo que más me atrapaban eran sus ojos de un color esmeralda, ese misterio y esa insistencia para que fuera con él.

Obviamente los ángeles son ficticios, ciencia ficción, una fantasía implementada para que los niños puedan creer en algo y tengan esas esperanzas de que sus sueños sí se pueden cumplir. <<¿Qué hubiera pasado si no me despertaba?, ¿cómo hubiera continuado?>> pensé, como imágen tenía a un chico de espaldas a mi, mirando a un punto fijo de la cocina; de repente me encontraba preguntándole qué hacía, cómo había entrado. Recuerdo caminar lentamente hacia sus alas, suaves como plumas, hasta tener sus ojos clavándome la mirada, una mirada intensa, fría, intimidante como lo era aquél ángel.

Diana siempre creyó profundamente en que adivino el futuro. Me ha pasado de mencionar sobre un nuevo novio en la vida de Diana y lo tuvo, dije en chiste de encontrar $100 en la calle y resultó ser verdad... yo creo que a eso se le llama suerte, ella es una exagerada pero para ella mis pesadillas recurrentes quieren decirme algo. Eso me deja mucho en qué pensar... <<verdaderamente ya se le zafó un tornillo>> río de solo pensar su rostro cada vez que cuento mis pesadillas. Se hacía inevitable no puedo negar que la curiosidad siempre me hacía querer saber más y más sobre Shadow, la Ciudad de los Ángeles; sentía que mi mente estaba atrapada dentro de los sueños y pesadillas narradas en un cuento, un cuento interminable. Un cuento que había llevado toda mi vida en entender, en entender que no era real y que solo era producto de mi imaginación.

Se hacía inevitable no puedo negar que la curiosidad siempre me hacía querer saber más y más sobre Shadow, la Ciudad de los Ángeles; sentía que mi mente estaba atrapada dentro de los sueños y pesadillas narradas en un cuento, un cuento interminable. Un cuento que había llevado toda mi vida en entender.

—Diana el teléfono —señalando el teléfono, sin sonar, sobre la mesa ratona de vidrio. Diana me miró a los ojos, frunciendo las cejas para luego mirar fijo al teléfono sonando fuerte, descolocándola.

—Todavía no me acostumbro —con nervios atendió el teléfono, no sabiendo muy bien cómo tomarse el hecho reciente, no le di importancia. Tomé mi mochila y una manzana para el camino—, ¿quién habla?, ¡¿hola?!