23. Pasa Rápido

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—¿Qué? —Henry estaba desprevenido.

Escuché todo detrás de la pared. No podían casarse tan rápido, en principio si no hubiera pedido el estúpido deseo, nada malo estuviera pasando. Pamela estaba saltando en un pie, ojalá con suerte se resbalara y se suspendiera el casamiento aunque realmente lo que a ella le importaba era el poder, nada le impediría no casarse.

Seguí escuchando la conversación, hablaban sobre una cena de bienvenida para Federico, después de su larga expedición, al fin iba a conocer a mi papá. Según lo que entendí la expedición era para relajarse un poco. Elaiza, su amiga, lo tenía devastado, según Pamela. Elaiza era la bruja más poderosa del lado de la oscuridad, por medio de un hechizo quedó paralizada, la encerraron en una cueva para que ninguno de sus oponentes pudieran hacerle daño, el lugar había quedado en secreto, solo Henry y Des sabían dónde se ocultaba.

Sentía mucho entusiasmo por la cena de la noche, iba a conocer a mi papá aunque él no me iba a reconocer pero me bastaba con solo saber cómo era. Por otro lado para mi mala suerte Pamela, estaba buscando para que la ayudara con las cosas del casamiento, yo huía todo lo que podía para no cruzármela. Me fui hacia dentro del árbol, Henry se encontraba nervioso, caminando de un lado para el otro, hablaba con Valeria. Estaba muy segura de que en ese momento, él quería desaparecer del mundo. Logré esconderme detrás de unos arbustos para escuchar de más cerca la conversación, sin que me vieran. Parecía estar hablando con Valeria sobre el casamiento, estaban pensando la forma de ver cómo decirme la noticia de la boda.

—Tenes que decirle, es mejor que se entere por vos que por otra persona —habló Valeria, muy seria.

—¡No me entendes! —explicó preocupado—. No me va a querer hablar más, no la quiero perder.

Me alejé de ese lugar lo más rápido posible, de solo pensar en Henry con mi media hermana, causaba un fuerte dolor en el pecho, estaba contenta que al menos seguía sintiendo cosas por mi pero me daba rabia que no hacía nada para luchar. Caminé hacia la casa de Zac en la Tierra, quedamos en vernos para practicar un poco, necesitaba un respiro de mi propio plan. Zac preguntó si me encontraba bien, le conté todo. Él seguía siendo mi amigo, en él si podía confiar; podía notar un brillo en sus ojos, se encontraba pensativo, supuse que era una chica. Pregunté quién era, se hacía el que no entendía hasta que terminó diciéndome la verdad.

—Es del colegio, tiene unos ojos brillantes, tiemblo cuando la veo; tiene novio, ellos se aman y yo tengo la mala suerte de elegir a la que está enamorada de otro.

—Cuando encuentres a la chica ideal, va a hacer todo para estar con vos, solo tenés que esperar.

—Gracias Tess ¿mañana vas a ir al colegio? —preguntó Zac.

Lo estaba dudando, no podía ir al colegio sabiendo lo que ocurría en Shadow pero si le daba la espalda al colegio habrían consecuencias, no sabía que hacer.

—No voy a ir más al colegio. Por las noches estoy estudiando, cuando todo esto acabe tendré que ir a rendir.

—Bien, entonces vamos a estar juntos rindiendo. Son muy aburridas las clases y me quedo dormido.

—No aprendes más Zac —negué con la cabeza.

Aparecí en el jardín del castillo, Henry no se encontraba por ningún lado, supuse que se encontraba dentro del árbol, escapando de mi hermanastra y la boda. Para mi mala suerte, desde la ventana de su habitación me llamó para que subiera. La ayudé con la tela del vestido, habían tantas, una tela me hizo acordar al vestido de mi casamiento con Henry. En un momento hubo un silencio, tocaron el timbre, seguro era Federico. Pamela bajó para recibirlo, podía escuchar una voz grave diciendo hija. Caminé delante de un espejo y bajé las escaleras. Él era alto, flaco, con pelo canoso, su piel era pálida, sus ojos eran de un color celestes y verdosos. Dije mi nombre Vanessa y una reverencia. Pamela como la zorra que era me presentó como la sirvienta inútil. Federico la retó, sonreí por mis adentros.

—Me imagino que eres una muy buena cocinera —indicó Federico.

Des y Federico se saludaban como buenos amigos que eran. Hen apareció de repente, saludó a Federico, demasiado educado; el futuro yerno y esposo de su amada hija, Pamela. No podía seguir con el plan, caminé de un lado a otro por la cocina, mientras preparaba las cosas para la comida. Rosa me dio un buen susto, llevamos las cosas para el comedor, donde se encontraban todos sentados hablando de la boda. Me invitaron a sentarme con ellos. Pamela se notaba la rabia que tenía, quería ser el centro de atención pero nadie prestaba atención a lo que decía.
Todos hacían preguntas sobre mi vida y familia. Hen hacía caras graciosas cuando Pamela quería hablar, él necesitaba un poco de aire, se fue al jardín. Por mi parte necesitaba hablar con él, así que salí por la puerta trasera de la cocina para que no sospecharan nada, entré al árbol. Él estaba recostado en el pasto, mirando las dos lunas que se encontraban reflejando el agua del lago cristalino.

—No quiero casarme con ella. Perdón por el daño causado, es lo único que te puedo decir por ahora... perdóname Tess.

—Está bien —dije tratando de consolarlo.

No sé cómo ocurrió pero en un parpadear estábamos en la cama juntos, haciendo lo que más nos gustaba, disfrutando del placer que nos dábamos. En el momento menos oportuno, la innombrable, tocó la puerta. Me escondí dentro del ropero, pude ver como Henry trataba de alejarse de ella pero Pamela lo miró a los ojos y le dijo algo al oído. Hen la beso, mirando hacia el ropero ¡mi Henry la había besado!

—Estoy algo cansado, hoy no —Pamela se fue con una cara maligna, cerrando la puerta y dejando a Henry detrás.

Cuando logró reaccionar; abrió la puerta para que saliera, no quería ni mirarlos a los ojos, por dentro estaba rota ¿cómo podía besar a Pamela?, ¿acaso sentía cosas por ella?, ¿por qué no me decía la verdad? <<al final era igual que su padre>>, pensé por mis adentros. Hen se encontraba confundido y afirmaba que me amaba a mi pero ¿y el beso?, ¿qué significaba?

—No te vallas, es como si me hubieran obligado, traté de impedirlo pero no pude.

—Está bien no me expliques más.

Salí del cuarto tan enfadada, pasando por el cuarto de Pamela para ir al cuarto habitual donde dormía. Comencé a sentirme mal, algo pálida; logré verme por el espejo, traté de bajar las escaleras pero antes de que llegara a ellas caí al piso del dolor. Una puntada en la cabeza, un pitido escuchaba en mis oídos, pude escuchar un portazo y una mano que estaba sobre mí, no sabía quién era, tenía la vista borrosa. Trataba de hablar pero era inútil, no salía palabra de mi boca, mis ojos cada vez eran más pesados.

—¡Mi amor decime algo! respira profundo —colocándome en su cama—. Tranquila ya vuelvo... voy por Rosa, tranquila todo va a estar bien linda.

—¿Qué le pasa a Tessa?

Mis ojos estaban entreabiertos logrando ver a Rosa con los brazos extendidos sobre mí, hablaba sobre unas vibraciones negativas en mi cuerpo que se trataba de un hechizo. Cada vez me sentía mejor, abrí mis ojos lentamente, aún me sentía débil, las puntadas en mi cabeza habían parado.

—Tess, por dios... mi amor ¿estás bien hermosa? —con cara de preocupación, abrazándome.

—Si.... me siento mejor —forzando una sonrisa.

—Te hicieron un hechizo, no sabemos quién pero lo hicieron con una magia muy negativa —advirtió Rosa.

La Guerra de Ángeles ©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora