Las cartas de S, © | Shadonic

Capítulo 2

Capítulo
dos

“Cuando arrugaste la hoja, por un momento pensé que ibas a tirar mi carta, pero no sabes cuán feliz me sentí al ver que no lo hiciste. Eso significa entonces..., ¿qué me das una oportunidad de ser alguien cercano a ti alguna vez?
No lo digo con mala intención, por supuesto.”
—S.

¿De nuevo? Él solo se alejó un par de minutos y ya tenía otra de esas notitas pegadas a su casillero nuevamente.

Además, si ese sujeto —prefiere calificarlo en masculino para no crearse tanto lío— supiese que en su casillero guarda basura para no ir cargando nada en las manos o en el bolso en sus momentos de prisa y poca paciencia, seguro que la decepción se convertiría en un pesado yunque que atraparía a ese sujeto bajo su peso. Ya imagina la posible mueca adoptada por su rostro y, aunque es algo cruel, la gracia estira sus labios unos cuantos centímetros; causante de un único hoyuelo en su mejilla izquierda.

El hueco se contrae y solo entonces vuelve a prestarle atención al papel; su lengua repasando su labio inferior en varios deslices y su mente trazando quizás, más de lo debido, la letra “S” dentro de su mente. Cualquier sujeto conocido a oídos cuyo nombre lleve esa misma letra al principio de éste son apuntados en una lista mental que es descartada al instante. Porque de verdad que él no tiene tiempo para eso.

—Solo ignóralo —se repite a sí mismo, un suspiro cansado emergiendo de su garganta cuando tira la nueva hoja al fondo de su casillero. E, irónicamente, varios documentos ordenados por tamaño lo saludan cuando abre mejor la puerta y, a su vez, los libros del día apilados encima de otro y formando una estricta especie de “escalera” que ignora y ordena de nuevo al tomarse un libro de esos bajo el brazo.

A ver hasta donde llega esa insistencia, se dice a sí mismo, sus orejas tensas y encorvadas contra sus púas.