huit

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Calum y yo caminamos hacia la heladería hablando sobre cómo le va en Australia y ese tipo de cosas. Me cuenta que está estudiando administración y al mismo tiempo tiene una pequeña banda que es solo conocida por las noches en bares.

— Al menos tienes algo. — le sonrío.

— Claro que si, siempre pequeña. — con su fuerte brazo me abraza por la cintura y me pega a su cuerpo. Comienzo a sentir calor involuntariamente, nunca me han gustado este tipo de contactos, sin embargo con él me siento bien.

— Ca-Calum. — susurro y me sonrojo.

— Estas enorme, Liv. — me dice sonriendo y agacha su cabeza para darme un beso en la frente.

— Miren quien habla. — me río.

— Ven, súbete. — me suelta y se agacha un poco. Si estoy captando, quiere que me suba a su espalda.

— Estoy pesada. — digo.

— Obviamente no. Siempre has sido de contextura pequeña. — despeina mi cabello castaño. Arrugo mi frente. Él se ríe. — Vente. — insiste. Yo me rindo y me subo a su espalda. Sus manos quedan casi en mi trasero y yo me aferro a el. — No pesas nada Liv. — se ríe y camina.

— Es porque estas grande y fuerte. — susurro.

— ¿Eso es un cumplido, pequeña traviesa? — gruñe.

— Tal vez. — digo riéndome y el aprieta mis muslos. Haciéndome gemir levemente.

— Espero que no estés mostrando nada con esos shorts. — siento como sonríe.

— No son tan cortos. — hago puchero sin que me vea.

— Lo son. Aunque resaltan tus lindas y pálidas piernas.

Mierda. Calum cierra tu linda boca. Justamente llegamos a la heladería y el me baja para que podamos entrar y sentarnos en una mesa al fondo. Lo que me recuerda muchísimo a cuando vine con Ashton. Sin embargo evito pensar en el en estos momentos y me concentro en mi moreno amigo.

— Y dime linda. ¿Audrey sigue siendo tu amiga? — me pregunta y se acerca más a mi.

— Sí. Aún es mi amiga.

— ¿Sigue teniendo el cabello rojo? — se ríe. Calum siempre insistió en que era falso.

— Su cabello siempre ha sido y será rojo. Negro. — me burlo de el.

— Disculpa. Pero al menos los negros la tienen grande y gruesa. — se muerde su grueso labio inferior y yo me sonrojo por el comentario.

— Cállate.

— ¿Sigues siendo una pequeña inocente? — comienza a ponerse cerca mío y mis nervios se hacen presente.

— No-no se a que te refieres.

— Esa pequeña niña dulce, que no podía decir o escuchar alguna palabra mala, o que no entendía que significaba el sexo, o erecciones. — se acerca más, está a centímetros de mi. Choca sus labios con mi oído. — O excitación.

Bajo mi mirada a mis pies y juego con mis manos.

— Yo te puedo demostrar lo que es un golpe. — escucho una voz gruesa y después un golpe fuerte.

teach me :: afiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora