teach me :: afi

deux

Camino junto a Audrey por los pasillos esperando a que suene el timbre y entrar a Historia. Mi cabeza recupera los sentidos, o eso intenta, aunque hasta ahora no he logrado mucho, solo pensar en el señor Ashton Irwin.

— Resulta que hay un profesor nuevo, el de Francés. — hablo mientras intento no ahogarme con mi propia saliva.

— ¿Sí? — pregunta sorprendida. — Que lástima que no se fue el de Historia. Tú ganaste esta vez.

— Supongo. — me encojo de hombros distraídamente. No dejo de pensar en la voz gruesa de ese hombre.

— Y... Cuéntame. ¿Está viejo? ¿Está guapo? ¿Es difícil? ¿Amargado? — me invade de preguntas rápidamente, lo que causa un punzón en mi cabeza.

— Dios mío. Au. ¡Detente ahí! — exclamo intentando ser lo menos odiosa posible. Hasta que mi vista choca con él, su cabello rubio está más despeinado y fuma un cigarro con despreocupación en el patio. — ¿Por qué no vas y le preguntas tú misma? — lo señalo con disimulo. Ella lleva sus ojos a la dirección donde se movió mi cabeza y casi se le cae la baba.

— ¡No inventes! ¡Está jodidamente guapo! — chilla ella y yo siento un revolcón en mi estómago.

— No seas ordinaria. — murmuré.

— ¿Le gustarán las pelirrojas? — me pregunta ignorando mi regaño. Me encojo de hombros.

— ¿Y si es peligroso? ¿Un asesino serial? O algo así... ¿Y por eso está de profesor? — las palabras salen de mi boca rápidamente.

— Oh vamos. Liv. Míralo. No mataría a una mosca. — dice ella sonriendo.

— Como sea, deberíamos adentrarnos ya, faltan cinco minutos. — aviso mirando la hora en el celular.

— No se tú. Pero yo me quedaré aquí hasta que queden diez segundos para verlo. — me contradice y yo refunfuño.

— Te veo en el próximo receso. — me rindo y me adentro al instituto. No pienso quedarme ahí en el patio solo para verlo, es realmente patético.

Me siento en el suelo al lado de la puerta del salón de Historia, contando los cinco minutos, muriéndome por distraer un poco mi cabeza, recuerdo que tengo un libro en mi morral y lo saco aunque sea para leer las dos primeras páginas, necesito una distracción urgente, comienzo a leer y me pierdo en cada palabra de los textos y párrafos, hasta que suena el timbre haciéndome brincar en mi sitio, mi corazón late rápido y parece que me va a dar un infarto, y lo confirmo cuando escucho esa voz...

— Señorita Olivia, creo que sentarse en el suelo no es de damas. — me dice enarcando una ceja. Yo aclaro mi garganta, intentando decir nada, sin embargo, nada sale. — Y esa falda está muy corta.

Me levanto lentamente y aliso ésta con mis manos torpes, con vergüenza asiento lentamente y el solo me mira de arriba a abajo.

— Entre a clase. — él me ordena.

— Si, Asht- es decir, Señor Irwin. — carraspeo y abro la puerta torpemente para entrar al salón y soltar un largo suspiro de vergüenza, el salón aún está vacío por lo que tengo libertad de escoger mi puesto, debido a mi condición mental en estos momentos me siento en el último puesta de la fila del medio.