Creo en las señales, en que siempre estuvimos y estamos destinados a ciertas situaciones. Lo complicado es cuando nadie nos avisa lo que esta por venir.
Conozco las calles de mi ciudad como si fueran mi propio cuerpo. Quiera o no, Berazategui es el lugar donde me crié. Ahí voy, ida, confiada en mi misma, en modo automático. La calle 14 esta constituida por el banco, el bingo, locales generales y las mil (exagero deben ser 15) tiendas de ropa, pero a mi nada de eso me importa. Yo solo quiero encontrar la perfumería, para comprarme un lipstick que estrenar a la noche. Como ya dije, domino las ubicaciones de esa ciudad, por ende se que existen dos perfumerías en aquella calle. Solo tengo que doblar a la derecha o a la izquierda.
Elijo la derecha, porque si, porque el destino es zorro y continuamente se las va a ingeniar para que en menos de 10 segundos tu cuerpo y mente se revolucionen. Mi destino estaba viniendo en dirección contraria a la mía, mi destino que mide un metro setenta y tiene puesto un buzo de entre casa. Mi primer reacción es abrir los ojos con asombro,posteriormente todo se difumina. Me cuesta respirar, los nervios están arraigados en mi. Solo deseo desaparecer, pero tengo que enfrentar el reencuentro, aunque este sea un careo nato de la desgracia.
Por fin, nuestras miradas se traspasan y confirmo que el sentimiento que siempre caracterizó nuestra relación sigue intacto: La tensión. Si, después de un año de aquella circunstancia, sigue existiendo. Soy cobarde,agacho la cabeza rememorando a mis viejos instintos. Es que ella es eso, sinónimo de represión. Ella, y todo su entorno.
Noto de reojo que tiene una acompañante, no distingo quien, aunque se que me miran y conversan. ❝ Es una pelotuda ❞ ,❝Es una cagona❞, ❝ Es una loca❞. Son frases cortas que, deduzco, pueden estar intercambiando sobre mi. Ya no están en mi vista. El calvario caducó,pero mi trastorno invocado esta vigente.
Voy hacia la perfumería, sin embargo no logro concentrarme en lo que quiero solicitar. A la mierda el lipstick, a la mierda todo. Salgo corriendo de aquel lugar. No me importa el ridículo, en absoluto. «Tengo que contarle esto a mi psicólogo», pienso. Lastima que mis sesiones eran los miércoles, y estaba situada en un viernes. Entonces llamo a la única persona que podía comprender mis balbuceos pseudo epilépticos: Mi mejor amiga.
Imposte la voz con características de entusiasmo, que enferma. Cruzo la calle sin mirar, y sigo relatando,a mi manera, lo que había pasado. En el medio distingo que el día esta nublado, casi tanto como yo. Le pido a Victoria que se quede conmigo, que no me corte,todo por si el monstruo volvía a aparecer. ¿ Como es admisible que alguien te genere doble efecto?. Por un lado, yo estaba asustada como una nena de 5 años, y por el otro feliz como una nena de 5 años también. Se diferenciaba en los contextos,solo que el mio era uno solo. Quise tirar todo por la borda, e ir en busca de "eso" que llame amor por tanto tiempo. En un momento de shock nada existe. Ni mis planes, ni mi novia, ni incluso yo. Dejo entrar viejos vicios, por un par de minutos.
Me siento solo en si fuera de la zona de contingencia. Lejos de aquella distinguida 14, comienzo a respirar.