En muchos cementerios municipales de México se requiere un pago por el derecho a sepultura si no se tiene contratada la perpetuidad a fin de mantener una tumba con los restos de los difuntos. Cuando una tumba es abandonada, las autoridades locales ordenan la exhumación de los restos a fin de liberar la tumba y pueda ser utilizada para otro difunto, práctica administrativa que ha sido realizada desde los inicios de la conformación de un cementerio.[2] Los cementerios de Guanajuato capital no fueron la excepción y es en el año de 1865 que del Panteón de Santa Paula se exhumó el primer cuerpo momificado, ya que la fosa en la que yacía no tenía registrados los pagos pertinentes, correspondiente al cuerpo del médico francés Dr. Remigio Leroy. Desde entonces y hasta 1958 continuaron los descubrimientos de cuerpos momificados debido a las especiales condiciones del subsuelo del lugar, sumadas a la presencia de nitratos y alumbre. Según el sitio de internet del museo se cuenta son 111 cuerpos de mujeres, hombres y niños momificados los que conforman la colección del Museo de las Momias de Guanajuato, todos exhumados entre 1865 y 1989.[3]