Yo le conocí más que cualquier persona de ese estúpido colegio. Todos decían que él era peligroso... malvado. Tanto decían de él que comenzó a creerlo.
Pero yo sabía que no era malo, yo sabía que él solo estaba herido.
Aunque nadie me lo haya tirado en cara, sé que a más de uno le pasó por la mente, sé que yo fui el culpable de la muerte de mi padre, yo le maté.
Apenas Shen long informó que mi padre no sería revivido salí corriendo sin querer oír más, sin querer siquiera procesar tal información salté comenzando a volar sin rumbo alguno y con lágrimas escapando con fluidez. Ni cuenta me di cuando se había vuelto de noche, ni cuando había llegado al río en que mi padre cumplió la promesa de llevarme a pescar. Recuerdo tirarme al piso ya sin fuerzas para mantenerme de pie, cómo lo golpeé tratando de sacar toda la ira que me comenzaba a albergar, como... miraba al cielo esperando que ello solo fuera un mal sueño.
Y allí lo noté. La realidad, una cruda realidad... Yo siempre he acarreado problemas, y sobretodo, siempre he arrastrado a todos a ellos. Desde la llegada del tal Raditz; sino me hubiese llevado, mi padre no hubiera muerto por primera vez, si aquella vez contra los Saiyajin hubiese echo algo en lugar de temblar de miedo el señor Piccolo no habría muerto, si no hubiese simplemente jugado en mi pelea contra Cell... mi padre ahora estaría vivo.
Allí entendí que debo mantener distancia, debo alejarme de todo aquel al que pueda hacer daño, soy un peligro.
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Suelto un suspiro cabreado. Esto es una gran y verdadera basura, me gustaría regresar el tiempo, que mi padre esté aquí, pero ¡bien hecho, Gohan! Está muerto, lo maté.
—Gohan... ¡Gohan!
—¿Qué sucede, Milk?—pregunto con completo fastidio, por lo que la nombrada me mira de manera diabólica.
—A mí no me tratas así, jovencito.—Ruedo los ojos sin querer contestarle. No tengo ganas de discutir, no tengo ganas de nada, en realidad—. Hay una noticia muy importante que te quiero anunciar.
—¿Ah sí? ¿De qué se trata?
—¡Tendrás un hermano menor!—Una sonrisa aparece por su rostro a la vez que soba su estómago. Algo dentro de mí se remueve ¡tendré un hermano! Es una razón de alegría, pero la realidad me golpea con fuerza: No puedo permitir que algo malo le pase, no puedo acercarme a él.
Soy un peligro, un imán de desgracias.
—Bien por ti—respondo sintiendo mi garganta secarse. Su sonrisa poco a poco se va desvaneciendo hasta no existir.
Como mis ganas de vivir. Sonrío irónico a tal pensamiento.
Sé que mamá esperaba a que me ponga a brincar de alegría o algo por el estilo, pero no tiene sentido, ahora que sé lo que causo, ya nada lo tiene. En cuanto doy la vuelta para regresar a mi habitación su voz me detiene.
