Capítulo VII

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La semana pasó tranquilamente, se reunió con su equipo para conocerlos mejor y ellos a ella. Conoció a Luisa quien era su secretaria y comenzó a ordenar un poco su oficina también. Miranda de vez en cuando la iba a visitar para ver como estaba, era encantadora. El problema era cuando veía a Francisca, cuando esto pasaba, todo alrededor dejaba de existir. Su atención solo se la llevaba ella.

- Dígame Luisa – Respondió el teléfono distraída mientras escribía en su computador

- Señorita Adams, la señorita Smith está pidiendo verla, ¿puede pasar? – El corazón de Adele se aceleró –

- Sí, dígale que pase, por favor. – La pelirroja lo único que pedía era que su corazón se calmara, que sus manos no sudaran y su cara no cambiara al color de su cabello.

- Permiso – Dijo mientras entraba a su oficina.

- Señorita Smith, tome asiento. ¿En qué le puedo ayudar? – Le decía mientras la veía como se acercaba intentando parecer lo más normal posible –

- Primero que todo, dime Fran o Francisca, la formalidad del apellido dejémosla para cuando haya más gente – Adele asintió mientras moría al ver la sonrisa de aquella mujer – Segundo, te traje este reporte de las últimas ventas que ha hecho tu equipo. Además del nuevo proyecto. Tienes hasta el Miércoles para armar un plan, presentármelo y luego comenzarlo con tu equipo

- Oh, muchas gracias – Comenzó a revisar un poco lo que Francisca le había pasado – Entonces el Miércoles te presentaré mi propuesta – Respondió nuevamente dirigiendo su mirada hacía ella, se percató que Francisca no la había dejado de mirar en todo momento. Su mirada era muy intensa y por arte de magia, se sonrojó –

- Perfecto, ¿te adaptas bien? – Había notado el rubor de la publicista y sonrió –

- Sí, ya me familiaricé con todo. Tengo un buen equipo, una secretaria, oficina propia – Te veo a ti, pensó sin decirlo obviamente – Estoy bien.

- Me alegro. Yo debo volver a mi oficina. Cualquier cosa me llamas ¿bueno?, permiso –

- Adelante. Y gracias por los papeles – Le dijo mientras observaba como se iba.

Le encantaba. Así de simple. Le encantaba ver a Francisca, era un placer culpable, su amor prohibido cuál adolescente de 15 años. Al principio pensó que verla todos los días sería para mejor, tal vez así se le pasaba eso extraño que sentía, pero no, todo empeoró. Decidió no pensar más y concentrarse en el trabajo, debía elaborar una propuesta y comenzar con el proyecto. Antes de eso, revisó rápidamente el correo que la empresa le había creado.

"Estimada Señorita Adams,

Junto con saludar, el objetivo de este correo es para formalizar una invitación a una pequeña cena de bienvenida que realizaremos para usted el día de hoy, después del trabajo. Su equipo la organizó y me pidieron que le informara a usted para que se prepare.

Sin otro particular se despide,

Francisca Smith

Jefa del Departamento de Ventas"

¿Una cena de bienvenida?, le pareció tierno, no en cualquier trabajo hacen eso, además, Francisca se había encargado de enviar la invitación. Presionó responder.

"Estimada Señorita Smith,

Muchas gracias por la invitación. Encantada asistiré.

Nos vemos.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2016 ⏰

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